En Juntos por el Cambio, la película entusiasma más que la fotografía
"Si hoy fueran las elecciones, en la provincia de Buenos Aires volveríamos a perder", admite a LA NACION una de las principales espadas de Pro. En la conducción de Juntos por el Cambio dicen que no se dejan engañar por los banderazos: "en la segunda línea y en la militancia creen que haberle ganado la calle al peronismo significa que los estamos derrotando, pero la mayoría de quienes se movilizan pertenecen al 41%, es nuestra base electoral".
Reivindican el protagonismo de la gente que sale a expresarse, pero, con números en la mano, concluyen que la poderosa maquinaria electoral del Frente de Todos sigue unida y hoy es prácticamente invencible. "Es casi una continuidad de la exitosa campaña de Mauricio después del golpe que nos dimos en las PASO del año pasado", concluyen.
En el espacio opositor saben muy bien que el resultado en Buenos Aires tiñe el análisis de cualquier elección legislativa de medio término. ¿Acaso alguien recuerda quién ganó en la Ciudad de Buenos Aires cuando Martín Insaurralde fue derrotado por Sergio Massa en 2013 o en 2009 con el sorpresivo triunfo de Francisco de Narváez sobre Néstor Kirchner? Además, también recuerdan que tanto en esos triunfos opositores, como en las legislativas de 2017, el peronismo bonaerense no fue unido.
Muchos olvidaron que De Narváez se vio favorecido por la lista de Nuevo Encuentro que lideró Martín Sabatella, que al ir por afuera del Frente para la Victoria terminó perjudicando las candidaturas "testimoniales" de Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa.
Los líderes de Juntos por el Cambio saben que el año que viene les va a ir muy bien electoralmente en distritos como la Capital, Córdoba y Mendoza, pero no abandonan su obsesión por la provincia de Buenos Aires. "En el actual contexto no vemos ninguna chance de una fuga en el Frente de Todos, por más peleas que haya, ellos están en el poder y van a ir juntos a las urnas", dice un intendente del interior. Entonces, el escenario puede no alterarse en materia de oferta electoral, aceptan que no va a haber una tercera fuerza como el massismo que dividió el voto opositor. Y les preocupa no poder seducir esta vez a José Luís Espert y Juan José Gómez Centurión, que ya anticipan su intención de ser candidatos a diputados.
"No podemos perder ni un voto, por eso ahora tenemos que tener adentro a todos, incluso a López Murphy", dicen cerca de María Eugenia Vidal. Como el oficialismo no va a sufrir deserciones, ni fracturas, los de Juntos por el Cambio intentarán sumar todas las opciones del centro a la derecha y esperar que, crisis económica mediante, la demanda electoral se adapte a una oferta similar a la de 2019.
Candidatos competiticos
Para lograr ese objetivo no solo deben consolidar la unidad del espacio, sino también poner en la cancha los candidatos más competitivos que puedan traccionar votos moderados, que en 2015 eligieron a Cambiemos y en 2019 creyeron que Alberto Fernández podría ser un presidente que limitara la radicalización de Cristina Kirchner. "Ese votante desapasionado y poco inmerso en la grieta es el que define las elecciones", dice un consultor en opinión pública.
Para ese objetivo en Juntos por el Cambio creen que es muy probable que funcione mejor un perfil como el de Vidal o Diego Santilli que el de Elisa Carrio. "Lilita te garantiza el voto cautivo, pero no te agrega un voto más de la clase media moderada del primer cordón del conurbano", dicen un jefe comunal de Pro con buen conocimiento del Gran Buenos Aires.
La cuestión es que los intendentes opositores no quieren saber nada con un desembarco en territorio bonaerense del actual vicejefe de gobierno porteño, quien por ahora especula con ser candidato a gobernador en 2023. Entonces, todos los caminos conducen a la exgobernadora. Aunque ella, por ahora, se resiste a volver a competir y le gustaría saltearse un turno electoral. "Está enamorada y disfrutando de su familia como no lo hace desde una década atrás", comentan en su entorno.
Incluso, en el larretismo la quieren a Vidal como eventual sucesora de Horacio Rodríguez Larreta, en lugar del radical Martín Lousteau. "Si es el próximo jefe de gobierno nos da dos directores en el Banco Ciudad y un Ministerio", dicen en la calle Uspallata, preocupados por la abstinencia del radicalismo porteño en el manejo administrativo de la Ciudad de Buenos Aires. En cambio, en la UCR sostienen que a Pro "no le queda otra que cederles la jefatura de gobierno, como garantía para que esa estructura partidaria en todo el país apoye el proyecto presidencial de Rodríguez Larreta".
Evidentemente el armado electoral de Juntos por el Cambio es un dominó en el que la relación de fuerzas se definirá de acuerdo a las PASO en los distritos más importantes. Lo que pase en territorio porteño influirá en el bonaerense. Mauricio Macri, si finalmente no juega por una banca por la Ciudad, intentará ser uno de los electores. Aunque, con todas las encuestas a favor, Rodríguez Larreta tendrá una gran responsabilidad para armonizar las internas y administrar los egos para los comicios de 2021. Lo que haga Vidal va a depender mucho de su estrategia. También están Emilio Monzó, quien quiere por lo menos estar en la lista de diputados nacionales bonaerenses, y los intendentes, que piden un lugar importante en la mesa de negociaciones. Tampoco se olvida de Patricia Bullrich que mide bien en Capital.
"La tarea de Horacio es muy complicada. Además de administrar en tensión con el kirchnerismo sin abandonar sus aspiraciones presidenciales, tendrá que supervisar el armado en los territorios más estratégicos", dicen sus allegados. Además de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, el jefe de gobierno no deja de observar lo que ocurre en dos distritos grandes en los que se eligen senadores: Santa Fe y Córdoba.
En los pagos de Omar Perotti, el escenario es complicado porque el camino para derrotar al peronismo es lograr la unidad de Juntos por el Cambio y el Frente Progresista. Miguel Lifschitz es el candidato que mejor mide, pero no está convencido de dejar la poderosa presidencia de la Legislatura para ir al Senado a ser maltratado por Cristina Kirchner. Además, el socialismo no quiere aparecer cerca de Pro.
Y, como si esto fuera poco, Juntos por el Cambio no tiene ningún candidato competitivo a nivel local. Rodríguez Larreta tiene un nexo para acercar posiciones, que es el intendente de Rosario, Pablo Javtkin, una de las figuras con más proyección en el panorama político santafecino. El porteño cuida su vínculo con el rosarino para buscar un armado artesanal que logre la unidad y evitar que el Frente de Todos renueve las dos bancas que pone en juego: el rafaelino Roberto Mirabella, quien entró como suplente de Perotti y la cristinista María de los Ángeles Sacnum. Un buen armado opositor le podría hacer perder un senador a la vicepresidenta. Un objetivo que puede hacer aflorar cierto pragmatismo.
En Córdoba el problema es cerrar las heridas que quedaron de la división electoral de 2019, que los llevó a perder la provincia y la Capital. Es cierto que se trata de un distrito muy antikirchnerista, pero no aparecen candidatos competitivos, no hay renovación. Mario Negri, Luís Juez, Héctor Baldassi y Ramón Mestre vuelven a posicionarse. El grupo de Monzó, Rogelio Frigerio y Nicolás Massot impulsan al concejal Rodrigo de Loredo, yerno de Oscar Aguad y ex candidato a intendente capitalino. En esta provincia, la oposición renueva dos bancas y es muy probable que la macrista Laura Rodríguez Machado vaya por su reelección. Entonces, se especula con una gran PASO por el escaño que deja el juecista Ernesto Martínez y por la lista de diputados nacionales.
Obviamente, el oficialismo provincial querrá dar pelea pensando en 2023. Por eso, el gobernador Juan Schiaretti, quien no tiene otra reelección, intentará plebiscitarse con la candidatura de su esposa y actual diputada nacional, Alejandra Vigo. Quiere que su apellido esté en la boleta. También es una forma de posicionarla para la Gobernación. Seguramente será acompañada por el actual senador Carlos Caserio, enemistado con Schiaretti y cercano a Alberto Fernández. Tampoco se descarta que el intendente de la Capital, Martín Llaryora, quiera sumarse a esa lista. "Quiere anotarse en la sucesión del Gringo, siente que es el candidato natural", dicen en el PJ cordobés.
A pesar de los muchos interrogantes, en la mesa chica de Juntos por el Cambio creen que la foto actual no es del todo optimista, pero confían en que la película los llevará a un epílogo feliz. Consideran que van a ganar en la mayoría de los distritos grandes, evitarán que Cristina llegue a los dos tercios en el Senado y esperan que la grave crisis económica logre quebrar el poderío electoral del oficialismo en el Gran Buenos Aires.
"Vamos por una derrota digna, pero si ponemos lo mejor en cancha y no tenemos fuga de votos por derecha, podemos dar la sorpresa", dicen los intendentes de Pro. Apuestan a estimular la demanda en el padrón ante la imposibilidad de poder cambiar la oferta electoral.
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