En el juicio, Cristina se dedicó a leer un libro sobre la fuga de presas
Mientras los fiscales enumeraban acusaciones en su contra por la obra pública, la expresidenta estuvo atenta a su celular y a un texto sobre mujeres tupamaras que escaparon de una cárcel en 1971
La expresidenta Cristina Kirchner asistió ayer a la cuarta jornada del juicio oral en el que está acusada de ser la jefa de una asociación ilícita que direccionó licitaciones de la obras públicas santacruceñas para beneficiar a Lázaro Báez.
Vestida de rojo y negro, la senadora y candidata a vicepresidenta llegó a las 9.30 a los tribunales federales de Retiro. Ingresó por una puerta lateral, en un calle que da al edificio del Correo Argentino, y fue directamente a la sala de audiencias, que está en el subsuelo del edificio de Comodoro Py 2002.
El público que concurrió a presenciar la audiencia la recibió con aplausos hasta que la expresidenta se ubicó, como ya es usual, en la última fila de asientos destinada a los acusados, junto a su abogado Carlos Beraldi. Los que fueron a apoyarla estaban justo detrás de ella, separados por el vidrio blindado de la sala de audiencias destinado a separar al público de los acusados.
Entre los presentes se vio a los actores Gerardo Romano y Arturo Bonín, y a Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Entre el público estuvieron, además, Oscar Parrilli; los diputados Daniel Filmus, Nilda Garré, Juan Cabandié y Hugo Yasky, el legislador porteño Carlos Tomada; el exgobernador de Entre Ríos Sergio Urribarri; los dirigentes gremiales de la educación Roberto Baradel y Eduardo López, y la pedagoga Adriana Puiggrós.
La expresidenta siguió la lectura de la acusación de los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques en la audiencia a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 2, pero sin demasiado detenimiento: repartió su atención entre su teléfono celular y la lectura de algunos párrafos del libro 38 estrellas. La mayor fuga de mujeres de una cárcel.
Se trata de una crónica periodística de Josefina Licitra sobre la fuga de presas, en su mayoría del movimiento Tupamaro, de una cárcel de Montevideo. El hecho ocurrió el 30 de julio de 1971. Entre las evadidas estaba Lucía Topolansky, compañera del expresidente uruguayo Pepe Mujica.
Tras un breve cuarto intermedio, siguió la lectura de la acusación de los fiscales. La audiencia de ayer llevó poco menos de cinco horas.
El próximo paso del juicio oral involucrará la lectura de las acusaciones de los querellantes, representados por dos oficinas del Estado: la Oficina Anticorrupción y la Unidad de Información Financiera. Pero si todos están de acuerdo esta parte podría obviarse y pasar a la siguiente etapa, que es la del planteo de las cuestiones previas.
Este momento del juicio es el destinado a que los abogados planteen en general nulidades previas al inicio de las declaraciones de los testigos y de los acusados.
Dentro de la sala de audiencias, por primera vez desde que comenzó el debate, los detenidos Julio De Vido y Lázaro Báez se sentaron separados. Otro de los juzgados, José López, se quedó en la audiencia mientras en paralelo se realizaba otro juicio en su contra por enriquecimiento ilícito a raíz de los bolsos con nueve millones de dólares que intentó esconder en un monasterio, en junio de 2016. Mañana se conocerá el veredicto en ese juicio.
Cristina, los detenidos exministro de Planificación Federal Julio De Vido y el empresario Lázaro Báez, entre otros acusados, son juzgados por el direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz durante el kirchnerismo, a favor de empresas del grupo Báez.
Según la acusación, se trata de 52 obras adjudicadas a Austral Construcciones y a firmas vinculadas con el Grupo Báez en Santa Cruz, muchas de las cuales no llegaron a concluirse y en otras hubo sobreprecios. Los 13 imputados asistieron a la cuarta audiencia para seguir la lectura de las 584 páginas del requerimiento de los fiscales.
El tribunal debe resolver si concede a la expresidenta un permiso para viajar a Cuba en julio, para visitar a su hija Florencia, que padece un problema de salud que le impide regresar al país, según el informe de sus médicos. Tanto Florencia como el diputado Máximo Kirchner están acusados en otras dos causas conocidas como Los Sauces y Hotesur.
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