En el Gobierno dan por hecho que Losardo no seguirá como ministra
Admiten que la decisión ya está tomada y que solo resta saber cuándo se oficializa y quién la reemplaza; hay tensión interna por la posibilidad de que el kirchnerismo ocupe el lugar; suenan Martín Soria y Mena
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El gobierno se sacude mientras cambia de ropaje. El nuevo estilo confrontativo del presidente Alberto Fernández, una transformación en la que adoptó como propio el discurso del kirchnerismo duro, provocó una fuerte tensión interna. La primera víctima de ese cambio fue la ministra de Justicia, Marcela Losardo, cuya salida del gabinete nacional es un hecho, según confiaron desde la Casa Rosada.
Pero los alcances de esa conversión todavía están lejos de dimensionarse. “Decidió jugar para allá”, dice un funcionario que lo conoce hace décadas e integra el nonato albertismo. “Allá” significa seguir los mandatos y objetivos que emanan desde la Cámara de Senadores, territorio en el que gobierna Cristina Kirchner.
La formalización del cambio de ministro de Justicia se dará en los próximos días y ya comenzó la danza de nombres. Uno de los que resonó con mayor fuerza fue el del diputado nacional Martín Soria (Río Negro), hijo del exgobernador Carlos Soria. “Es un nombre más en la lista”, reconoció uno de los principales funcionarios del Presidente. Ahí también asoma el cristinista Juan Martín Mena, actual secretario de Justicia.
Además de su relación con la “familia” judicial, lo que sentenció la salida de Losardo fue la aclaración que realizó la ministra sobre la comisión bicameral que el Gobierno impulsa para investigar a la Justicia. Según la todavía funcionaria, ese “tribunal” parlamentario no impondrá sanciones. Una señal de que la comisión no tendrá poder de fuego: un guiño para los jueces y fiscales, otro desencanto para la expresidenta.
La metamorfosis de Alberto Fernández sorprendió a parte de su círculo más cercano. Es que la decisión la tomó el Presidente en soledad después de varias charlas con la vicepresidenta Cristina Kirchner. No lo habló con nadie más. Su nueva impronta quedó expuesta en el duro discurso que dio hace seis días ante la Asamblea Legislativa.
Con su alegato la causa del dólar futuro, en el que pasó de acusada a acusadora, Cristina Kirchner terminó de solidificar el recorrido que tendrá desde ahora el gobierno nacional. En este nuevo escenario, no hay margen para los “tibios”, como Losardo –según la mirada del Instituto Patria– y otros actores, avisaron cerca del Presidente. ¿Podría haber más modificaciones en el elenco que lo acompaña? Por estas horas todo es silencio. Pero la expulsión de Losardo dejó en claro que ya no hay margen para los moderados.
Mientras en algunos despachos de la Casa Rosada aplaudieron la nueva actitud del mandatario, otros, entre ellos gobernadores e intendentes, miran de reojo. “Alberto ya no nos escucha”, se lamenta un intendente del conurbano.
La convicción de aquellos que siempre acompañaron a Fernández es que la vicepresidenta decidió jugar a fondo contra la Justicia y que los jueces también resolvieron dar esa batalla. “Es difícil mantener el equilibrio. El Patria rompe todo, no veo un buen final”, se lamentó un dirigente de diálogo fluido con el mandatario.
Será este tema de conversación entre Alberto Fernández y Sergio Massa hoy en la quinta presidencial del Olivos. Allegados al presidente de la Cámara de Diputados lo niegan, según aseguraron solo hablarán del tránsito que tendrá el proyecto de Ganancias en el Congreso. Pero más allá de lo que digan, todavía falta saber qué reacción tendrá el líder del Frente Renovador con el nuevo estilo del jefe del Estado; se trata, en definitiva, de las formas de hacer política que hace años lo terminó alejando del kirchnerismo. También al Presidente.
La mutación de Fernández también alteró la planificación que habían arreglado en la reunión de la mesa política que conduce el Presidente con Massa, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y el jefe del bloque del Frente de Todos en Diputados, Máximo Kirchner. Hace tres semanas, en el último encuentro, resolvieron que cada integrante del frente le hable a su base electoral. Fue ahí que se resolvió que Massa presente los cambios en Ganancias, un guiño para la clase media.
La idea era que el jefe del Estado hiciera lo propio con la puesta en escena del Consejo Económico y Social. Ese día, sin embargo, Fernández tuvo que atravesar la peor crisis desde que asumió por el escándalo del vacunatorio vip, que provocó la salida de Ginés González García del gabinete. Esa rápida reacción es la que habría actuado como un dique de contención sobre la caída de la imagen presidencial. Según un trabajo que realizó la consultora Move Group, la crisis no afecto al mandatario, aunque desde que se declaró la pandemia ya retrocedió más de 30 puntos. La imagen positiva del Presidente se sostiene, principalmente, en el núcleo kirchnerista. Eso también explica por qué Fernández radicalizó sus posturas, especialmente frente a la Justicia, la oposición y los medios de comunicación.
Cerca del Presidente miran de reojo dos fechas en el calendario: 21 de marzo y junio, con el cierre de las listas. En dos semanas está previsto que Fernández asuma como nuevo presidente del PJ, en reemplazo de José Luis Gioja, y que Máximo Kirchner se transforme en el factótum del peronismo bonaerense, pese a la resistencia, hoy en soledad, del intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, hoy a cargo del sello provincial.
Lo que sigue será armado de las listas de candidatos. “Se viene una carnicería”, anticipan fuentes oficiales que reportan en el Senado. Ese será el escenario, según explicó un dirigente del PJ que recorre el país, será diferente al de 2019. “Si intentan imponer los nombres, se abre el juego”, adelantó.
Las PASO, en esta instancia, están más presentes que nunca. El objetivo de algunos gobernadores, que tienen el visto bueno del Presidente, chocará con las necesidades de los jefes comunales que no quieren entregar sus bastiones al kirchnerismo. Una pelea con final abierto, en la que el renovado discurso del Presidente genera incertidumbre.
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