En el Frente de Todos ya aceptan el acuerdo con el FMI, pero cada sector atiende su propio juego
Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa lo avalan como algo inexorable; buscan ahora ordenar a la tropa y evitar el rechazo de legisladores propios en el Congreso
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La aceleración de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en medio de la preocupación que genera el derrumbe de las reservas del Banco Central, agita la interna oficialista. Dentro del Frente de Todos (FdT) ya iniciaron las conversaciones para establecer cómo se posicionará cada sector ante lo que consideran como la “inevitabilidad del acuerdo” entre el Gobierno y el organismo para que la macroeconomía no se termine de desbarrancar.
Desde ese punto en común, que no es festejado sino aceptado como inexorable por Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa -los tres socios principales de la coalición oficialista-, cada grupo interno adaptará su propia reacción, acorde a su capital simbólico dentro del FdT. “Cada uno de nosotros debe defender su significante político”, explicó a LA NACION uno de los principales dirigentes del oficialismo.
En ese contexto, en la coalición peronista entienden las cartas públicas que escribe Cristina Kirchner. En especial la última, que no incluyó cuestionamientos hacia Fernández y su equipo de colaboradores. “Tenemos que cuidar que el kirchnerismo no pierda sus votos, porque de otro modo van a ir migrando a la izquierda”, admitieron en un despacho oficial, en referencia a la buena performance del Frente de Izquierda y Trabajadores (FIT) en distritos como La Matanza.
El posicionamiento de Máximo Kirchner, en un tono más duro que el de su madre respecto del FMI, es motivo de discordia. “Él está más cerca de la militancia, Cristina mira todo el cuadro de situación”, analizaron las fuentes. Sin embargo, las críticas del delfín impactaron en su relación con el presidente Fernández. “¿Están seguros de que no hablaron ya?”, preguntó un referente oficialista al tratar de enfriar esa versión muy extendida.
El kirchnerismo tiene un problema inherente a su liderazgo: los factores de poder no toman en serio ningún pronunciamiento si no proviene de la vicepresidenta. Un ejemplo lo encarnó la semana pasada el ministro del Interior, Eduardo De Pedro, que en un foro empresario dijo que ese sector del oficialismo avalaba el acuerdo con el Fondo. “Pero nadie le dio bola, por eso tuvo que salir Cristina con la carta”, se quejaron en el Frente de Todos.
Aunque la desconfianza tiene motivos concretos: la última vez que De Pedro se presentó ante empresarios, dos horas después renunció a su cargo por una orden directa de Cristina. La autoridad política del ministro del Interior, el funcionario kirchnerista con más alto rango en el Gobierno, quedó seriamente dañada. Y ahora debe tolerar, incluso, que el jefe de Gabinete, Juan Manzur, acapare la relación con los gobernadores del PJ.
Por el lado de Massa, su posición favorable a un acuerdo con el FMI no es puesta en duda en el oficialismo. “Hay que restablecer el orden macro en el período diciembre-febrero”, lo escucharon postular al titular de la Cámara de Diputados, que ayer almorzó con el presidente Fernández en la Casa Rosada. Además de las leyes a tratar, también conversaron sobre la necesaria presencia de Martín Guzmán en el Congreso.
El ministro de Economía tiene compromisos asumidos con el parlamento: nada menos que las presentaciones del Presupuesto 2022 y del plan plurianual que –según esperan en el Gobierno- incluya los acuerdos alcanzados con el staff técnico del Fondo. La oposición, especialmente la nucleada en Juntos por el Cambio, lo aguarda con muchas preguntas. “Estamos esperando que cometan el error de oponerse”, deslizó un diputado del FdT.
Pero más allá de la postura que vaya a adoptar la oposición, en la coalición gubernamental hacen su propio juego. En el caso de Massa, su rol sigue siendo el de atraer al votante de centro-derecha y a la clase media. Menuda tarea para el jefe del Frente Renovador, a quien escucharon insultar al aire cuando el Banco Central dispuso –sin comunicación mediante- restringir la venta de pasajes al exterior con tarjetas de crédito en dólares.
Si Cristina va por izquierda y Massa por derecha, al presidente Fernández le toca –de acuerdo al razonamiento de las fuentes consultadas- transitar el centro del arco político. Ese es su “significante” político, según piensa también su asesor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, que sigue ligado al Gobierno después de haber encauzado la campaña electoral del FdT entre la debacle de las PASO y la “derrota digna” de noviembre.
“Lo que hay que ver ahora es que en las coaliciones circula un poder líquido”, intentó explicar un funcionario para graficar el rol de Fernández. “Ya no hay liderazgos unipersonales como los que acostumbramos en la Argentina. ¿O alguien puede pensar que (Mauricio) Macri es el jefe de (Elisa) Carrió? ¿O que Horacio (Rodríguez Larreta) es el jefe de (Facundo) Manes?”, preguntó en forma retórica. El mismo argumento utilizó para el trío Alberto-Cristina-Massa.
De allí para abajo, en la coalición oficialista, el ordenamiento de la tropa suele ser dificultoso. Aunque en lo referido al acuerdo con el FMI, ya hay un pacto de procedimiento: ningún diputado o senador del FdT votará en contra del memorándum de entendimiento que se espera para fin de año. En todo caso, aquellos que tengan discrepancias ideológicas se ausentarán del recinto a la hora de la votación, anticiparon las fuentes consultadas.
Todo sucede en un contexto en el que los principales dirigentes del oficialismo se sienten con el agua al cuello y requieren de la comprensión de los propios. Si le prenden velas al acuerdo con el Fondo, pasan directamente al rezo para que la pandemia no recrudezca el año próximo a causa de la cepa ómicron. “Si llega a pasar eso, me suicido”, se sinceró en términos dramáticos un referente del FdT. Para la coalición oficialista, gobernar con pandemia resultó excesivamente desgastante.
Pero en la coalición de gobierno les queda un pequeño espacio para el optimismo: “Después de todo lo que pasamos y del resultado de las elecciones, quedamos competitivos. En 2022 hay que concentrarse en la gestión, con la mira puesta en el principal desafío, que es la inflación”, advirtieron en el FdT.
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