Preocupado por el posible impacto interno de un quiebre en la CGT, Alberto Fernández llamó a Pablo Moyano para contenerlo
El Gobierno amaneció con la amenaza del secretario adjunto de Camioneros de dejar la central obrera tras una cena en Olivos con el resto de la cúpula cegetista; el Presidente pidió sostener la unidad
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Alberto Fernández llegó a Casa Rosada a media mañana muy preocupado. Ayer había extendido la velada hasta la medianoche con los “Gordos” y los “Independientes” de la CGT en un quincho de Olivos, en donde se habló mucho de política. Se había sentido respaldado por los popes sindicales. Pero hoy amaneció con la amenaza de Pablo Moyano de abandonar su silla en la central gremial. “Alberto no quiere que se rompa, son todos parte del Frente de Todos, este gobierno tiene que tener una CGT unificada”, dijo a LA NACION un interlocutor del Presidente de las últimas horas.
Según pudo reconstruir LA NACION, Fernández llamó telefónicamente a Pablo Moyano a media mañana, cuando estaba en camino hacia Balcarce 50. El secretario adjunto de Camioneros había sido excluido por sus pares del encuentro en Olivos. El jefe de Estado le pidió al secretario adjunto de Camioneros que hiciera esfuerzos por “sostener la unidad”, le propuso mantener un buen vínculo y le explicó que no fue su intención que quedara marginado del asado, ya que él no había cursado invitaciones personalizadas y todo se dio de manera informal. Lo invitó a cenar esta semana.
El jefe de Estado, según aseguran en su entorno, tiene la voluntad política de calmar los ánimos en la CGT, en días donde la conflictividad gremial está in crescendo, empujada por el deterioro de los salarios frente a la inflación.
Hoy, con el Presidente en su despacho, durante todo el mediodía en Casa Rosada se escucharon con potencia los estruendos de la protesta de uno de los dos gremios estatales, ATE, frente a las puertas del Ministerio de Economía para exigir un aumento salarial de emergencia. Y aún no se vislumbra una salida al conflicto en el sector de los neumáticos, que tiene en jaque a la economía por la eventual falta de stock.
Un asesor presidencial apuntó: “Si terminábamos con dos CGT una iba a ser dialoguista y la otra combativa. Podíamos terminar el año con un paro general, que hasta ahora no tuvimos. Hay un nivel de conflictividad grande”. Y agregó: “El problema fue que se delegó en los líderes gremiales la convocatoria de ayer”.
Pablo Moyano se incorporó al triunvirato de la CGT en noviembre de 2021 y devino en un aliado de La Cámpora y un defensor de Cristina Kirchner. El viernes pasado, de hecho, había promovido una marcha para respaldar a la vicepresidenta durante su alegato judicial, pero el sector de Máximo Kirchner le pidió que no movilizara. Los otros dos triunviros, Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), fueron, desde el día uno, soporte político del Presidente. Un quiebre de la CGT entre esas dos facciones podría derramar como un mal precedente hacia el resto del Frente de Todos.
Uno de los comensales del asado del lunes con la cúpula cegetista aseguró que no se lo mencionó a Pablo Moyano durante la cena, más que de soslayo cuando se abordó la cuestión de precios y salarios y la idea del aumento de suma fija que empuja el kirchnerismo y el moyanismo. “Hace unos diez días algunos sindicalistas pidieron una reunión con Alberto y él les dijo que fueran a Olivos. Fue algo informal y abierto, nunca se cursaron invitaciones puntuales ni se excluyó a nadie. Tenemos diálogo con Pablo (Moyano), pero fueron ellos los que definieron quiénes venían a la cena y quiénes no”, justificó un funcionario al tanto del encuentro, al que asistieron siete dirigentes sindicales.
Y agregó: “No sabemos cuál es el enojo de fondo de Pablo, pero que la CGT se rompa no es lo mejor y el Gobierno está dispuesto a ser conciliador”.
Rol político
En la cena de ayer, coincidieron varios testigos, se abordaron varias cuestiones políticas. Los líderes sindicales le recomendaron a Fernández que retome su rol de artífice de diálogo intersectorial hacia adentro del PJ, un papel que se desgastó conforme el Presidente perdió centralidad frente a la potencia política de su vice.
Para apoyarlo, le ofrecieron organizar el acto del 17 de octubre en torno a su figura. Sugirieron hacerlo en alguna provincia del interior y como el jefe de Gabinete, Juan Manzur, estaba sentado a la mesa, surgió la posibilidad de Tucumán. Nada se confirmó aún. Los popes sindicales, además, dejaron en claro su voluntad de que se sostengan las PASO el año próximo.
Más allá de la anécdota de la cena, Pablo Moyano viene tensando la cuerda hace tiempo con una agenda de reclamos propia y distinta a la de los “Gordos” e “Independientes”. “Se hicieron esfuerzos políticos para integrarlo a la CGT, a pesar de que no es un secretario general de ningún gremio. Pero él nunca concilió ni está dispuesto a compartir decisiones”, comentó un colaborador del Gobierno en las últimas horas.
En la marcha de la CGT de agosto, el secretario adjunto del Sindicato de Camioneros se había cortado solo con un discurso dirigido a Fernández en el que le pidió más dureza para resolver la cuestión de los precios. Y, en las últimas horas, apuntó contra el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, y respaldó a Alejandro Crespo, el titular del Sindicato del Neumático (Sutna), que tomó las fábricas de neumáticos y paralizó al sector, estratégico para la marcha de la economía.
Desde lo formal, el ministerio del Trabajo no se inmiscuirá en la interna de la CGT. Si se da una intervención será de carácter político y de parte del Presidente. Si bien Fernández siempre se recostó en el otro sector de la CGT, fundamentalmente en Daer (Sanidad) y en Gerardo Martínez (UOCRA), el jefe de Estado nunca cortó el diálogo con los Moyano. Con Pablo, el más intransigente, la Casa Rosada habló incluso después de que el gremialista le exigiera a Fernández que “ponga lo que tiene que poner”. “Cuando lo llamamos nos preguntó si el Gobierno estaba ofendido por lo que dijo, pero entendemos que tiene que hacer sus reclamos”, comentó un funcionario.
La otra cuestión ineludible del asado fue el conflicto en el sector de los neumáticos. “Todos coincidieron en que Crespo está sobregirado”, dijo uno de los comensales. Degustando el asado también estaba un exhausto Moroni, que se había dedicado al conflicto desde primera hora de la mañana. El ministro de Trabajo había advertido en diciembre que vislumbraba un frente conflictivo en este sector, por las características de los actores.
En el Gobierno apuestan a acercar posiciones en la audiencia de mañana entre Sutna y las empresas de neumáticos, aunque reconocen la dificultad. “Ambos tienen que ceder. Las empresas tienen que ofrecer algo más que un 38% y el gremio tiene que parar la pelota. No se puede parar por tiempo indeterminado”, apuntó un colaborador oficial al tanto de la discusión.
Cerca de Fernández apuntan a Crespo como un dirigente de izquierda que “no tiene voluntad de cerrar el conflicto”. “Son los mismos que acampan frente al Ministerio de Desarrollo Social”, advierten. En el Gobierno discriminan entre el conflicto del sector de los neumáticos y el resto de los reclamos salariales. Creen, por caso, que el conflicto con ATE se solucionará en las próximas horas.
“Conforme se van terminando los años paritarios y a medida que se acerca el momento de la reapertura de las paritarias en curso, frente a la pérdida del poder adquisitivo, los gremialistas empiezan a mostrar los dientes. La inflación es el problema, es un monstruo”, dijo un importante colaborador oficial.
Con la mochila de inflación sobre todas las negociaciones paritarias, Fernández ahora también deberá mostrar cintura política para evitar que se resquebraje el frente gremial.
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