Ely Karmon: "La Argentina puede hacer más para frenar la influencia de Hezbollah en la Triple Frontera"
"Hezbollah es el mayor éxito de la revolución iraní", dice sin titubear Ely Karmon. Al otro lado del teléfono, y desde su casa en la ciudad israelí de Hertzlia, el experimentado investigador principal del Instituto Internacional de Lucha contra el Terrorismo (ICT) de ese país señala la fortaleza de la organización proiraní con sede en el Líbano, sindicada por la Justicia argentina como autora material del atentado a la AMIA, del que en pocos días se cumplen 26 años.
Asesor del ministerio de Defensa y de la ONU en materia de Seguridad, Karmon afirma que la declaración de Hezbollah como organización terrorista por parte del gobierno de Mauricio Macri "no se trasladó aún al terreno" de las sanciones contra los referentes de Hezbollah en la Triple Frontera.
Orador en la primera videoconferencia organizada por el Congreso Judío Latinoamericano con motivo del nuevo aniversario, Karmon rescata la figura del fallecido fiscalAlberto Nisman, descree de la posiblidad de que se haya suicidado y sugiere que "servicios de inteligencia venezolana" pudieron estar detrás de su violenta muerte.
-Se cumplen 26 años del atentado a la AMIA, y vuelve a hablarse de Hezbollah. ¿Cómo está esa organización hoy?
-Ha cambiado mucho, está mucho más fuerte que en los años 90, tanto en el plano local como internacional. Se puede considerar el mayor éxito de la revolución jomeinista. La autoridad suprema de Hezbollah no es el parlamento o el gobierno del Líbano, sino los ayatolás, están bajo sus órdenes. Después de la salida de Israel de ese país, Hezbollah tomó el poder, decidió participar de la vida política allí, tiene un fuerte grupo con alianzas y el actual presidente Michel Aoun fue elegido con apoyo de Hezbollah. Sin él ni habría llegado allí, es mucho más fuerte que el ejército libanés. También participa en la guerra civil de Siria, siempre con apoyo de Irán. Es un elemento clave en el Medio Oriente y en Líbano, donde las fuerzas internacionales que monitorean allí no pueden actuar de manera libre. También en Irak entrenan fuerzas shiitas antinorteamericanas, con especialidad en explosivos, que provocaron muchas muertes allí.
-Países como la Argentina lo declararon organización terrorista. ¿Han alcanzado esas medidas?
-La decisión de la Unión Europea, no hablo de Estados Unidos o Canadá que lo hicieron primero, es muy importante para Irán como para Hezbollah. Hablo de Alemania, que es uno de los países desde donde recibe financiamiento ilícito, y Gran Bretaña, que recibió información del Mossad sobre eventuales atentados, y que también se unió a ese grupo. Hay intenciones de abarcar a toda la Comunidad Europea en esa condena.
-¿Qué ocurre en América Latina?
-En América Latina es muy importante el caso de Brasil, cuyo presidente Jair Bolsonaro la incluyó en la lista de organizaciones terroristas. Hay un efecto bola de nieve, que poco a poco se está dando allí, y que pone más presión sobre Irán. El único país que no lo hace es Venezuela, que continúa la política de Chávez, y su ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, es la persona que se encarga del tráfico de pasaportes, de narcóticos, vinculados a ese grupo.
-¿Qué ocurre en la Triple Frontera, vinculada con la investigación del ataque a la AMIA?
-El problema es que la infraestructura de Hezbollah se basa en mafias familiares con mucho poder. Uno de los jefes de esta red, que forma parte del clan Barakat, fue puesto en prisión en Paraguay por lavado de activos, fue liberado y no sé cuál es su situación jurídica, pero continuaría viviendo en la región. Estas familias han utilizado el tráfico de armas y narcóticos, su trabajo continúa, y se apalanca en la corrupción. Muchas veces son arrestados, luego liberados. Hay conflictos entre Brasil, Argentina y Paraguay por como controlar esta zona. En la Argentina hubo un cambio de gobierno, no sé cuánto influye en los controles que se están haciendo.
-¿Qué más debería hacer el gobierno argentino para controlar esa zona?
-Entiendo que en los gobiernos anteriores, a través de la UIF, hicieron cosas. Pero creo que el andamiaje jurídico no fue materializado del todo, no se tomaron decisiones sobre el terreno. Las acciones, la actividad criminal como parte de una red, con carteles, continúa. Hace falta un trabajo continuo a nivel de Estados para hacer más y frenar esto.
-¿Cómo ve la marcha de la investigación del atentado a la AMIA?
-Es claro que todas las gestiones de la Justicia en ese atentado y el de la embajada de Israel (1992) no han tenido éxito. Todo lo contrario: el fiscal Alberto Nisman, a quien tuve el gusto de conocer y que visitó la universidad (de Tel Aviv), fue muerto en su lucha por descubrir la verdad, fue otra víctima del atentado. Lo único tal vez positivo es que Imad Fayez Mugniyah fue muerto en 2008 en Damasco por la acción de los servicios de inteligencia. Solo a modo de comparación, en marzo de 1994 Hezbollah llevó a cabo un atentado similar (con coche bomba) en Bangkok: de lo que ocurrió allí se sabe mucho más, empezaron un año antes a planificar el ataque y en 1999 fue arrestado un ciudadano de Indonesia, la persona que alquiló el auto-bomba, preparó los pasaportes y participó de la coproducción Irán-Hezbollah, que fue lo mismo que ocurrió en la AMIA. La investigación en Argentina durante los primeros años fue un desastre. A pesar de todo lo que trabajó Nisman en las conversaciones telefónicas entre Buenos Aires y Ciudad del Este, con los años todo se ha ido perdiendo. Moshen Rabbani, uno de los que participó en el atentado, sigue trabajando en América Latina sin problemas, en países del Caribe. Su presencia fue registrada allí.
-¿Ya es tarde para conocer toda la verdad?
-Es claro y conocido cómo se compró el coche-bomba, cómo se planificó. Pero la mayoría de los involucrados están ya fuera de la región, aunque muchos de esos líderes sigan activos. Ahmad Vahidi, por ejemplo, estuvo en Bolivia (en 2011) y Argentina pidió su extradición a Bolivia sin éxito.
-También la investigación de la muerte de Nisman está envuelta en misterio…
-No creo que se haya suicidado, lo conocí y no lo veo factible. Además, tenía que declarar ante el Congreso, fue un largo fin de semana sin guardaespaldas, no entiendo como abren la puerta (de su departamento) cinco horas después de llamar a su madre. Todo es muy extraño. No creo que fuera asesinado por los iraníes, no les interesaba, pero sí (interesaba) en Argentina, incluso fuentes locales hablan de servicios de inteligencia de Venezuela que pudieron haber sido comprados para una acción de ese tipo. Toda esta investigación es un embrollo, el suicidio no explica esa muerte.
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