Elecciones PASO 2023 | El análisis en vivo de las decisivas primarias presidenciales
Cuáles son las claves de este domingo electoral, quién ganará, cómo descifrar el mensaje de las urnas: una línea de tiempo para ayudar a entender las novedades de un día histórico
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Los principales columnistas de LA NACION ofrecen aquí su mirada sobre las elecciones primarias que marcarán a fuego el futuro de la Argentina, en un continuado que sigue minuto a minuto las últimas novedades.
23.50 | Recalculando. El oficialismo busca digerir la oleada de votos favorable a Milei
Por Mariano Spezzapria
En medio de la oleada de votos favorable a Javier Milei a nivel nacional, en el oficialismo comenzaron a asumir esta noche la dura realidad de que Sergio Massa no fuese el candidato más votado en las PASO, el objetivo que se había trazado Unión por la Patria. Pero, al mismo tiempo, intentaban ver el vaso medio lleno y señalaban como “importante” que el libertario sacara más sufragios que Patricia Bullrich, ganadora de la interna de Juntos por el Cambio.
El razonamiento que se imponía entre los dirigentes cercanos a Massa es que con Milei como estrella de las PASO, Juntos por el Cambio buscará ahora esquilmarlo para tratar de llegar al ballottage, lo que debería permitirle al ministro y candidato oficialista “ganar tiempo político y de gestión” para mejorar su posición de cara a las elecciones generales del 22 de octubre próximo.
En Unidos buscan reinterpretar, ahora, el efecto de los números desfavorables. Un cambio de táctica: antes de la elección, lo mejor era quedar primero; ahora parece que lo mejor era quedar en un segundo lugar expectante.
“Si salíamos primero nosotros todos iban a apuntar contra el Gobierno”, deslizó un ladero de Massa que se especializa en el análisis del escenario electoral. Como si hasta ahora, precisamente, no hubiese ocurrido que Milei, Juntos por el Cambio y hasta la izquierda usaran la gestión oficialista como un blanco para sus críticas más feroces.
Ese mismo dirigente dijo que la mejor situación para el oficialismo era quedar “empatado” con Juntos, lo que dejaría al ministro de Economía en condiciones de competir, mientras Milei y Bullrich se diputan los votos opositores. Curiosa lectura: todos esos votos sumaron, esta noche, el 70 por ciento de los sufragios.
22.50 | Massa, el candidato golpeado que ya no podrá postergar más su rol de ministro
Por Diego Cabot
Hubo un dato nada menor en las últimas horas antes de que empiece la veda: todos los candidatos guardaron silencio y las campañas terminaron en silencio. Habrá sido por respeto o por una profunda impotencia por no saber qué decir, pero lo real es que no hubo cierre después de las trágicas muertes que se sucedieron. El punto es que ahora, todos deberán retomar las palabras.
En ese nuevo camino que se empezará a escribir y a escuchar mañana, el más complicado será el ministro y candidato oficialista, Sergio Massa. El motivo es simple: hizo lo imposible por quedarse con las palancas del poder y ahora, sucedidas las PASO, cada vez serán más los que le pidan que las accione. Demasiado tiempo para no hacer nada, pero muy poco como para que algún movimiento logre refractar en una sociedad cansada, agobiada por la inflación y arrinconada por la pobreza.
El funcionario tiene dos sacos: el de ministro y el de candidato. La cosecha de votos del kirchnerismo y de toda la estructura tradicional del Partido Justicialista que representa es como si se le hubiesen achicado las dos prendas: ya no se siente cómodo en ninguna.
La irrupción de Javier Milei como un poderoso poseedor de casi un tercio de los votos obligará a todos a recalibrar sus dichos, sus conductas y, sobre todo, sus propuestas.
Le guste o no, el candidato Massa deberá retomar con fuerza el rol de ministro. Claro que es el más ingrato para él, pero el ciudadano ya no soporta la economía maltrecha ni la postergación de los temas. Por caso, en estos días, Massa reunió a los suyos y armó una hoja de ruta, ciertamente, presuntuosa. Por ejemplo, piensa en imponer un cepo al gasto público para el año que viene mediante una ley de déficit cero. Sin embargo, ese horizonte necesario ya debería ser un objetivo del próximo gobierno, sea quien fuere, o estar incluido en un presupuesto de consenso que pase por el Congreso en los meses que vienen.
Esa batería de medidas que Massa colocó en agenda de apuro en estos días, entre las que se cuentan la licitación de obras en los gasoductos del Norte, la extensión de “Precios Justos” y el anuncio de pequeños créditos de los organismos multilaterales, se parecen más a una aspirina para el mercado atento que a verdaderas políticas públicas para combatir los males más grandes de la economía.
La irrupción del factor Milei era el único escenario que no contempló el mercado. Descontó que el ballotage se iba a dar entre Juntos por el Cambio y el oficialismo. Desde que el oficialismo bajó el martillo y decretó la candidatura de Massa, los decisores económicos despejaron el extremo de que representa el kirchnerismo radicalizado. Quedó relativamente conforme con esas opciones. Desde entonces, se movió con ese escenario que es el que reflejó el dólar en la frontera de los 600 pesos con el que se comercializó la moneda la semana pasada. Nada indica que la confirmación de La Libertad Avanza como una fuerza competitiva aporte certezas. Más bien lo contrario: todas las irrupciones políticas causan efectos económicos.
22.00 | El karma de intentar responder la pregunta imposible: “¿A cuánto se va el dólar?”
Por Luis Cortina
En años electorales, los periodistas de Política ya saben que, aunque la mayoría de las veces no lo tengan claro, deberán responder a consultas de todo origen (dirigentes, amigos e incluso familia) sobre quién o quiénes resultarán victoriosos, y si es posible, por cuánto margen y quiénes seguirán en la lista. En esta Argentina habitualmente convulsionada, los colegas que cubrimos el área de política económica, finanzas y negocios tenemos nuestro propio karma, habitual, pero agudizado en estos tiempos: la pregunta lleva como anticipo el clásico: “ustedes que saben todo…”, y sigue: “¿A cuánto se va el dólar? ¿Y la inflación?”.
Como una profecía que pretende autocumplirse, por supuesto, de nada vale la moderación en estos casos. Si la respuesta no cumple con aquellas expectativas, la repregunta será: “¡Andáaaaa!!!! ¡Pero te estás quedando recorto!!! Es que, justamente, cada día está más claro cuánto depende la economía de las expectativas, más en tiempos de disparadas del tipo de cambio y de los precios como los que venimos viendo (y sufriendo) las últimas semanas.
Estas consultas crecieron vertiginosamente tanto en volumen como en urgencia ante la fecha electoral ineludible. Sin querer esquivar el desafío, vale la pena tener en cuenta algunas cuestiones y variables. ¿El dólar está caro o barato? Ergo, ¿va a bajar o va a subir? Recuerden lo de las expectativas… Primera cuestión: el dólar “barato”, el oficial ($300 el viernes), es de acceso prácticamente imposible para el ahorrista común y, en todo caso, no “tan” barato como muestra la cotización oficial, dado que hay que sumarle una fuerte carga impositiva (que lo llevaba el viernes a $525), lo que lo empareja con los dólares financieros ($540 en el caso del dólar MEP) y lo deja más cerca del blue ($605 el viernes). Con cepo, ya se sabe, la “materia prima” (el dólar) solo se consigue más caro, aunque sea ilegal.
El récord, como lo venimos contando en LA NACION, es nominal y no real (ajustado por inflación): el analista Salvador Vitelli calcula que, al aplicar esa variable, el precio del blue de abril pasado, de $495, equivale a unos $620 de hoy; los $338 de julio del año pasado (tras la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía) serían $699 actuales, y los $195 de octubre de 2020 hoy equivaldrían a $879.
Un elemento más: en los últimos días, el Banco Central aceleró la tasa de devaluación diaria del tipo de cambio oficial hasta niveles superiores al 10% mensual. ¿Es un indicador de lo que va a pasar después de las PASO, atendiendo a las “sugerencias” del Fondo Monetario Internacional? Los resultados de hoy tendrán decisiva incidencia en esta cuestión. Si Sergio Massa termina siendo el candidato más votado y se ve con chances de aguantar una devaluación más amplia de cara a la elección de octubre, tratará de evitarla y “llegar” con maniobras como el renovado impuesto a las importaciones. Si Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta suman un volumen de votos muy superior al del oficialismo, es probable que al ministro se le haga más difícil aguantar la presión. Entre otras cosas, no habría que descartar que crezca la exigencia del FMI por acelerar la devaluación antes del próximo gobierno.
19.55 | La muy buena elección de Milei posterga las definiciones
Por Damián Nabot
Las primeras impresiones de quienes trasmiten cómputos en el interior de los partidos indican que Javier Milei hizo una muy buena elección. Si eso se confirma, ese factor extendería la incertidumbre sobre el futuro. Un tercer jugador en carrera, más allá de Juntos por el Cambio y el oficialismo, mantiene el escenario abierto. El resultado posterga una definición. Y, por lo tanto, profundiza la inestabilidad.
Ese panorama muestra, en principio, una diferencia profunda con las primarias de 2019, cuando Alberto Fernández sacó una ventaja definitoria hacia la presidencia al lograr una diferencia arrasadora de 15 puntos sobre Mauricio Macri. El escenario del escrutinio provisional –47,3% contra 32,2%– cristalizó en aquel entonces la suerte. La ventaja era irremontable. La sociedad se mantenía ordenada en dos polos.
Cuatro años después, el escenario aparece diferente. Si se confirma una buena elección de Milei, su carácter de tercero en la puja entre coaliciones prolonga la indefinición. Los ganadores de uno y otro espacio saben que hay una porción enorme de la torta para seducir en la elección general. ¿Se mantendrán los votantes de Milei fieles a su carácter antisistema o dejarán su opción por el enojo cuando realmente llegue el momento de elegir al futuro presidente? Son las preguntas donde querrán incidir los ganadores de las PASO en el oficialismo y en Juntos por el Cambio.
Esa pelea no ocurrirá en un contexto neutro. La imagen matinal del presidente Alberto Fernández abrazado por la soledad en Puerto Madero, luego de votar en la UCA, se convirtió en el epílogo brutal y elocuente del gobierno. La gestión de Fernández fue derivada al ministro de Economía. Y en esa entrega del poder se concentran, ahora, las dudas y los temores más profundos del camino hacia la transición. El experimento inédito del peronismo de cederle la candidatura a un ministro de Economía se enfrenta ahora a su prueba más difícil. Si se confirman las primeras impresiones, a la fragilidad económica se agregaría la incertidumbre electoral. Habrá que esperar los votos para ver si se confirma.
19.18 | Cómo saldría el experimento era una incógnita, podía fallar, y falló
Por Paz Rodríguez Niell
Las elecciones “concurrentes” en la Ciudad fueron un caos. A las filas de horas y el malhumor de la gente –a esta hora, muchos todavía siguen esperando–, se sumó la pelea pública de la jueza federal María Romilda Servini, la responsable de la organización de los comicios, con el gobierno porteño, al que culpó de haber actuado con “improvisación” e “impericia” y haber complicado las elecciones que son 100% de su incumbencia: las presidenciales.
Servini pareció amenazar, incluso, con escindir las dos elecciones cuando escribió que el mal funcionamiento de las máquinas de voto electrónico (las usadas para elegir solo a los candidatos porteños) no podía impedir el avance de la elección nacional. Además, dejó firmado que iba a hacer la correspondiente “denuncia”.
Servini, que como jueza vio pasar a diez presidentes y hace gala de llevar más de 30 elecciones en su haber, tuvo hoy el respaldo explícito de sus superiores de la Cámara Nacional Electoral, los tres jueces que son la máxima autoridad en el control de los comicios.
En el tribunal, que se reunió al mediodía –fuera de agenda– para discutir el tema, se quejaban de la improvisación. Un experimentado funcionario judicial decía ayer que es increíble que nadie del gobierno porteño los haya llamado para hablar de cómo implementar el nuevo sistema.
Para colmo, el responsable del Instituto de Gestión Electoral, que organizó el voto con boleta electrónica en la ciudad, renunció en plena campaña aduciendo “problemas de salud”, cuando acababa de firmar la licitación con la empresa que proveyó las máquinas.
En la Ciudad también tenían sus quejas. Discrepan con los números de Servini y dicen que no son 240 sino menos de la mitad las máquinas que tuvieron problemas –”menos del 1%” del total, arriesgaban– y sostienen que eso se “normalizó” temprano; también dijeron que las demoras obedecieron a que había autoridades de mesa (las autoridades dependen de Servini) que no permitían que los votantes entraran a las aulas de a dos, de modo que mientras uno votaba a los candidatos porteños el otro otro lo hiciera por los nacionales.
Mientras, en las calles de la Ciudad las colas se extendían cada vez más y no pocos porteños daban la vuelta cuando veían la espera que tendrían por delante. Justo en unas elecciones en las que la política y la Justicia electoral habían insistido con la necesidad de que la gente fuera a votar.
18.20 | El Waterloo de las maquinitas y los dramas recurrentes que fogonean la bronca
Por Jorge Fernández Díaz
Voto en un viejo colegio de Palermo Pobre pero Digno, cuyo alumnado en la década del 70 tenía muy buenos jugadores y muy duros. Jugábamos al fútbol contra ellos en el viejo descampado de la ex Penitenciaría de Las Heras casi todos los sábados por la mañana. Aquel “país bueno” tenía la misma desigualdad que Dinamarca, pleno empleo, una pobreza del 3% y una indigencia sin drogas. Todavía no nos había caído en la cabeza el Rodrigazo ni se había abierto el largo y doloroso tobogán hacia estas arenas movedizas.
En esta misma escuela llena de fantasmas amigables formo una larguísima fila, y lo primero que escucho es a una madre diciéndole a su hijito: “Ya te dije que todavía no sé a quién voy a votar, si es que voto”. Pienso cuánto voto de última hora puede haber en esta elección caracterizada por la tristeza, la duda y la indiferencia, y, sobre todo, el silencio frente a los sondeos. No sé, no contesto. O no contesto, precisamente porque no sé. Un voto de última hora se alimenta de noticias y de un sentimiento cívico bajo emoción violenta.
A Larreta le habían intentado crear una Maldonado el jueves, pero la mega operación no habría dado mucho resultado: algunos trucos mentirosos pierden efectividad por desgaste y repetición. Por hartazgo. Pero, claro está, algún problema podría haberle ocasionado al alcalde con fama de eficiente el Waterloo de las maquinitas: tal vez algunos entraron a la escuela siendo palomas y salieron siendo halcones. El plantón y la impaciencia remueven la pajarera. Pero quién sabe. A Massa y a Kicillof –además de los dos nuevos millones de pobres, la superinflación destructiva y los tarifazos de las últimas semanas– los acosaron los siniestros e imperdonables homicidios en ocasión de robo ocurridos en el conurbano bonaerense.
Las únicas indagaciones que giraban el sábado por la mañana señalaban a Milei como único beneficiario de esa bronca popular. Pero nadie acertaba a decir si le robaba a la oposición o a la base misma del kirchnerismo. Todos estos apuntes y devaneos que garabateo mientras espero haciendo cola tienen hora de vencimiento.
Entre las diez y las doce de la noche se hará por fin la luz y veremos quién es quién, y cómo les afectó el último momento. Un viejo alumno del colegio me reconoce y me saluda. Ya votó. Me pregunta por la infancia: “¿Te acordás lo bien que estábamos cuando creíamos que estábamos mal?”. Era wing izquierdo.
17.50 | Un llamativo mensaje subliminal de Sergio Massa
Por Pablo Fernández Blanco
Sergio Massa sorprendió el sábado por la tarde con un mensaje subliminal destinado a tener consecuencias sobre la vida de los argentinos a partir de mañana. Su equipo difundió una nota que le envió el secretario de Hacienda, Raúl Rigo, a propósito de la confección del presupuesto nacional para 2024.
El texto, de 13 páginas y, a todas luces, difundido para la ocasión, habla de la necesidad de proponerle al Congreso la aprobación de un resultado entre ingresos y gastos que dé como resultado un déficit cero. Estas últimas dos palabras, que usa el propio Rigo y se difundieron por pedido del ministro-candidato, son de una extracción política distinta al kirchnerismo. Las escuchó –en otros términos– en boca de Patricia Bullrich y de Mauricio Macri, por ejemplo, aunque quien las hizo más populares que cualquier otro dirigente político fue Domingo Cavallo, en 2001.
La Ley 25.453, o Ley de Déficit Cero, se aprobó el 30 de julio de 2001, durante el gobierno de Fernando De La Rúa. A Massa no se le escapó la terminología en el mensaje al Congreso. Todo lo contrario: la expuso.
El viraje casi antikirchnerista de Massa ocurrió un día antes de las elecciones y a dos días de la reapertura del mercado, mañana a las 11. Su mensaje fue destinado a este último grupo: el ministro trató de mostrarles a los dueños del dinero que, más allá de lo que ocurra hoy, hará lo mismo que intentó llevar a cabo en la primera parte de su gestión en Economía, pero más rápido. Casi una reedición de otra frase de Mauricio Macri.
¿Qué lleva a Massa a mostrarse más ortodoxo en la víspera de un comicio en el que representa ideas contrarias?: el temor a una presión mayor sobre el tipo de cambio y a un estallido de la inflación tras las elecciones. Aunque algunos referentes de Unión por la Patria esquivan la afirmación, es una ley aceptada el hecho de que el déficit presupuestario es el padre de la inflación. Las palabras del candidato lo convalidan.
Dicho de otra manera: Massa le garantizó al mercado, un día antes de las PASO, que no habrá “plan platita”. Cada uno es libre de creer lo que quiera.
17.00 | Peligros, tensiones y dudas: la sensación térmica del círculo rojo
Por Francisco Jueguen
El banquero resopló por el teléfono. “Mi hija es médica, gana dos mangos y se la pasa laburando en malas condiciones”, dijo el viernes por la mañana. No fue un comentario azaroso, ni vinculado a la precariedad laboral, generalizada, de los trabajadores de la salud. Fue la reflexión de un padre que miraba con terror –casi proyectando- el asesinato de un médico en Morón.
El banquero cree, con angustia, que la seguidilla de casos de inseguridad en los últimos días puede impactar en los votantes. Lo que no puede explicarse es cómo. La calle, la tensión provocada por la resignación social tras años de empobrecimiento, es un peligro que se instaló en el radar del círculo rojo. “Más allá de la macro inestable, los políticos, todos ellos, no se dan cuenta el grado de crispación qué hay en la sociedad. No paran con las agresiones y eso es grave”, acotó el presidente de una cámara que agrupa a miles de empresas en la Argentina.
Otro hombre de negocios se confesó. “Nunca viví un clima tan raro”, describió. Habló de incertidumbre, de desgano y de la imposibilidad de ver en la oferta electoral una clara solución. “Eso es bastante peligroso”, afirmó, y aunque no lo explicó, sabe que los cambios que se requieren son profundos y será difícil sin políticos que enamoren. “Y después hay una enorme tensión social, producto siempre de minorías intensas que nos tienen recontra repodridos”, dijo.
Uno de los hombres cercanos a los dueños de las empresas más grandes del país completó el análisis anticipando la posibilidad de una abstención de gran envergadura. De vuelta, sin apoyo mayoritario, los empresarios ven dificultades en la implementación de cambios prometidos. Por suerte en el círculo rojo siempre hay industriales, o sea, optimistas. Saben, dijeron ellos, que las elecciones serán complejas y difíciles de descrifrar, “acorde con las frustraciones de parte de la población”, pero que siempre, queda la “expectativa y la necesidad de búsqueda de un cambio profundo para un futuro diferente y más esperanzador que lleva a otra importante parte de la sociedad argentina a pensar que la profundidad de la crisis puede ser un punto de inflexión”.
Mientras, están las trincheras, las quejas, la realidad de corto plazo. Los proveedores mayoristas, por ejemplo, hoy no tienen precios, y si aparecen, no hay certezas de que se entreguen productos.
¿Qué mirará el círculo rojo esta noche para saber si esa realidad se torcerá más? Los votos que saque Javier Milei, por un lado. Por el otro, qué va a pasar con el FMI tras el resultado de las elecciones. ¿Se girarán los millones de dólares para que funcione la economía?
16.15 | El secreto que las urnas no van a revelar y el festejo menos deseado
Por Luciano Román
Hay un dato que las urnas no van a revelar y que, sin embargo, será fundamental que los nuevos actores del poder intenten descifrar. Es el del estado de ánimo con el que la sociedad deposita hoy su voto. ¿Lo hace con entusiasmo y convicción? ¿O con escepticismo y resignación? ¿Lo hace con certezas y garantías, o con dudas y vacilaciones? ¿Hará una genuina elección o una buena parte del electorado se limitará a optar por alguno de los candidatos con cierto desapego emocional? Todo indica que el pesimismo y la desconfianza atraviesan a una ciudadanía que ha tropezado una y otra vez con la decepción. Los que obtengan mejores resultados serán, entonces, depositarios de un mandato, pero no portadores de un cheque en blanco ni receptores, necesariamente, de una gran esperanza ciudadana.
La elección deberá leerse, entonces, con algo más que una lógica aritmética. Los números determinarán, por supuesto, un nuevo mapa de poder, y sobre todo de responsabilidades. Pero exigirán, de los que cosechen más sufragios, una interpretación que intente bucear en las profundidades anímicas de la sociedad y que esté a la altura de la complejidad de los problemas argentinos.
Cuando el ciudadano ejerce una opción, pero cargado de dudas y de incertidumbre, lo que ofrece es un respaldo frágil, acaso provisorio, que implica, para los representantes, el desafío de conquistar un apoyo más sólido a través de la acción de gobierno y del ejercicio de un efectivo liderazgo. La sociedad da un crédito tentativo, que acaso sirva para encender tenues expectativas, pero no se enamora ni se casa con nadie. ¿Serán capaces de interpretar esos matices los dirigentes a los que les toque hoy procesar los mejores resultados?
Habrá que mirar, además de los números, los gestos, el semblante y las palabras de los más votados. Sería auspicioso que se entienda que, en esta Argentina atormentada y empobrecida, no hay motivos para triunfalismos ni alardes celebratorios. El que reciba más votos, tanto hoy como en octubre, no habrá ganado: habrá recibido un mandato y un apoyo condicional. Ningún capitán festeja, antes de llegar a puerto, si es convocado a timonear un barco al que le entra agua por todos lados. La dirigencia argentina recién podrá festejar el día que la propia sociedad tenga motivos para hacerlo. Será cuando el país haya recuperado la senda del progreso, de la tranquilidad y de la estabilidad. Todavía estamos muy lejos, y quizá cada día más.
El escenario al que se suban hoy los “ganadores” nos dirá mucho del futuro: ojalá veamos una gestualidad austera, con señales de humildad, de sobriedad y de responsabilidad. Ojalá se mire por encima de la algarabía militante y se comprenda el mandato profundo de una sociedad que espera motivos para volver a creer.
15.30 | El último cheque que firmó Massa
Por Nicolás Balinotti
Sergio Massa ensayó un delicado equilibrio entre su rol de ministro de Economía y precandidato presidencial. Al filo de la veda y rayando un gris de la ley electoral sobre las diferencias entre la gestión de gobierno y un acto de campaña, anunció con cálculo mejoras en el impuesto a las ganancias, que se oficializaron recién el viernes en el Boletín Oficial; un aumento en los haberes jubilatorios, y una posible suma fija para asalariados registrados que no alcancen a cubrir la canasta básica de alimentos. Medidas urgentes contra una inflación de tres dígitos. Su último cheque pasó casi desapercibido en medio de una agenda nublada por la tragedia de Morena y la violencia en el conurbano: les giró $20.000 millones del Tesoro a las obras sociales sindicales.
La entrega de fondos para las prestadoras médicas gremiales se conoció al día siguiente del acto en el que la CGT le levantó el brazo a Massa como su candidato ideal. Se trató de un desembolso “extraordinario” para cubrir el déficit del sistema de salud, la caja por la que los sindicalistas son capaces de todo. El ministro-candidato les prometió a los jefes sindicales un nuevo desembolso, incluso por una cifra muchísimo mayor, antes de las elecciones generales del 22 de octubre. “Nos habían prometido 80.000 millones para antes de las PASO”, reveló a LA NACION un influyente dirigente de la central obrera que participó de la negociación con Massa por el dinero.
Como parte de la misma factura de pago, los sindicatos peronistas lograron que sin mucho convencimiento algunos de sus afiliados se vuelquen a las tareas militantes: reparto de boletas en las fábricas, movilización de votantes en el conurbano y hasta fiscalización en las mesas. A partir de mañana, cuando el país estará pendiente de los coletazos postelectorales en la economía doméstica, hasta se podría reforzar el control de los precios en los supermercados con activistas sindicales, una receta que no dio resultados pese al despliegue de la patota de los Moyano.
14.45 | Un preocupante mensaje desde Ecuador para el próximo gobierno
Por Inés Capdevila
Dólares, dólares, dólares. Así plantean los candidatos a suceder a Alberto Fernández su relación con el mundo. Más allá de los desafíos que rondan a todas las naciones en sus vínculos globales –desde el cambio climático y el avance tecnológico hasta una geopolítica definida por la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China-, la Argentina de los próximos cuatro años tiene su propia urgencia: duplicar exportaciones, atraer más inversiones para reforzar las reservas, inaugurar un ciclo de crecimiento y despertar la creación de empleo privado. La política exterior que imaginan es, esencialmente, una política económica.
Pero a él o la ganadora, no le será muy fácil aplicarla. China suma problemas económicos, el Mercosur sigue sin dar señales de vitalidad, el acuerdo con la Unión Europea está paralizado en la sala de espera, el Brasil de Lula no parece muy flexible con la Argentina, y los nuevos mercados a los que apuntan aún tienen que construir una relación comercial con el país.
Navegar en aguas económicas turbulentas, sin embargo, no será el único desafío. Hay uno que llega como un mensaje potente de Ecuador: el crimen organizado avanza, se transnacionaliza y se convierte en un protagonista no solo de la violencia sino también de la política nacional cuando menos se lo espera.
El escenario de Ecuador es muy diferente del argentino. Limita con Colombia y Perú, dos de los mayores productores de cocaína del mundo. Sus puertos son el trampolín para el tráfico a Europa, Asia y Estados Unidos. La dolarización facilita el lavado de dinero. El desarme de las FARC corrió a grupos de exguerrilleros con afanes “narco” hacia Ecuador.
Sin embargo, hay ciertas coincidencias. Durante años, la narcoviolencia estuvo recluida en las cárceles y en un puñado de las 24 regiones de Ecuador. Pero los grupos criminales locales crecieron, se asociaron con carteles mexicanos y bandas europeas y, en apenas meses, irrumpieron con toda su fuerza letal en la campaña para las elecciones del domingo próximo. Hoy Ecuador está en shock, perdió a uno de sus candidatos presidenciales y al alcalde de una de las principales ciudades y le envía una señal de alerta al próximo gobierno.
La violencia narco nunca se limita a una región, sea Esmeraldas en Ecuador o Rosario en la Argentina; en todo caso está agazapada a la espera de cruzar fronteras y reclama, de los gobiernos latinoamericanos, una cooperación que a veces parece inexistente. La política exterior del próximo gobierno no podrá ser solo política económica, también tendrá que ser política de seguridad en igual medida.
14.05 | Demasiadas preguntas para unas simples PASO
Por Claudio Jacquelin
Nada parecía que podía sumarse a la inmensa incertidumbre con la que se llegó a estas elecciones. Hasta que en los cuatro días previos a las PASO irrumpió con literal violencia el fenómeno de la inseguridad, cuyas olas crecen o se atenúan, pero nunca dejan de afectar la vida cotidiana de los argentinos ya desde hace mucho tiempo. Se llega así con demasiadas preguntas abiertas como para que puedan ser respondidas por una simples (o no tanto) elecciones primarias.
Lo primero que conviene advertir, antes de que se cierren los comicios, es que las infinitas dudas que están en la cabeza (y en el alma) de los argentinos solo van a tener respuestas parciales, que algunas de las más relevantes solo llegarán después de que muchos se hayan ido a dormir y que cuando esos muchos se levanten se encontrarán con nuevos interrogantes y nuevos escenarios, que habrán abierto los resultados. Tanto en lo político como en lo económico.
Al igual que los ciudadanos comunes, los candidatos y los encuestadores llegaron a este domingo con más dudas que nunca sobre los resultados que arrojarían las PASO. No tanto sobre lo que ocurriría dentro de cada espacio (aunque quedaban suficientes interrogantes sobre la interna de Juntos por el Cambio), como respecto de la forma en la que la sociedad iba a metabolizar y traducir en las urnas las angustias, las frustraciones, la fatiga, el hartazgo y el enojo acumulado en una nueva una década perdida para el país.
No se trata simplemente de que las encuestas hayan perdido casi definitivamente la fiabilidad para prever resultados, sino que muchos de los demás predictores que suelen tomarse en cuenta para intentar avizorar el horizonte electoral han sido desafiados profundamente por el clima previo.
El humor social, la confianza en el Gobierno, la opinión sobre el presente, las expectativas sobre el futuro y los indicadores económicos se sitúan en valores que en cualquier otra circunstancia habrían dejado anticipadamente fuera de carrera a las listas del oficialismo, que para más peculiaridades llevan de principal precandidato a presidente al actual ministro de Economía, al que los indicadores de precios y tipo de cambio, que son los termómetros que más miran los argentinos, no le dan, precisamente, buenas noticias. Y el deterioro se profundizó en las semanas previas.
Sin embargo, no hay elementos concretos ni actitudes subjetivas que den motivos para descartar sus chances de antemano. Aunque las probabilidades de éxito final que se le asignen a quienes representan al Gobierno sean bajas. Tanto como aquellos indicadores objetivos permiten inferir. Así de raro está todo.
La participación se convirtió, por lo tanto, en la primera pregunta con la que se llegó a estas PASO. El aumento en los índices de abstención, iniciado tras la pandemia, en las elecciones legislativas de 2021, se acentuó, aunque no fuera drásticamente, en la mayoría de las elecciones provinciales anticipadas que se realizaron este año, como para darle mayor relevancia a esa variable.
El Gobierno se ocupó de transmitir temprano una aparente noticia positiva al respecto. El primer corte hecho al mediodía de hoy por la Cámara Nacional Electoral mostraba que la participación estaba tres puntos por encima de la registrada a la misma hora en las PASO de 2021. Eso significa, sin embargo, que la asistencia a esa hora no era mejor que la de las primarias presidenciales de 2019, con la que cabe comparar. Mi experiencia en la mesa en la que me tocó votar en una escuela de Palermo fue que a las 11.30 solo había concurrido un sexto de los empadronados. Apenas un caso.
En ese establecimiento, por otra parte, no se registraban problemas con las máquinas para emitir el voto electrónico para elegir a los candidatos porteños, como los que se denunciaron en varias otras escuelas de la ciudad y que llevaron a advertir que podría prolongarse el horarior de cierre del comicio. Más incógnitas.
Por otra parte, que entre quienes voten predomine el voto negativo, contra algo, contra alguien o contra todos, era la expectativa mayoritaria de quienes auscultaron la opinión pública en las horas previas.
Así las cosas, las sorpresas pueden ser muchas y el impacto inmediato que arrojen los resultados podría ser muy ruidoso. Aunque se trate de unas simples elecciones primarias. O no tan simples.
13.40 | El país se juega un cambio de ciclo
Por Héctor Guyot
Entre estas elecciones y las de 2019 hay semejanzas y diferencias. Los parecidos corren por cuenta del oficialismo. Su candidato vuelve a salir de la impensada tríada que logró poner en funciones al actual presidente. Otra semejanza: como el anterior, este pretende jugar en el centro, aunque representa a una fuerza que es cualquier cosa menos la racionalidad que supone el centro. En busca de un segundo tiempo, desde el banco la DT ordena: sale el lento, entra el rápido. Hay que decirle que el lento ya salió. Lo sacó ella. Tras un primer tiempo muy malo, la DT, que no gravita como antes, también opta por dejar el campo de juego y se va al vestuario. Por las dudas. No se sabe en qué medida la hinchada apoyará el cambio o quemará los trapos.
Del otro lado hacen precalentamiento, cada uno por las suyas, dos jugadores que defienden los mismos colores pero son muy distintos. Uno es más conservador. Quiere jugar acompañado y con mucha gente atrás, para cuidar el arco. Ante quienes objetan que así el juego se trabará en el medio campo y el equipo perderá poder de fuego, él responde que lo suyo es avanzar en bloque para convertir con lo justo. La otra muestra vocación ofensiva y saldrá a conquistar posiciones en el campo rival. Ante quienes objetan que así podría descuidar la retaguardia, ella responde que los partidos se ganan con goles. Solo uno de ellos dos entrará a la cancha. Hoy su hinchada, en apariencia más nutrida, decidirá cuál.
En estas PASO, junto con la candidatura de la oposición, la ciudadanía define también la estrategia con la que eventualmente ese equipo entraría a la cancha en diciembre. Pero, lo más importante, está en juego un cambio de ciclo. Más allá del modo en que se concrete o no, la elección definirá la suerte de la Argentina, un país en estado crítico que acaso se haya cansado de ver tantas zancadillas y goles hechos con la mano.
13.05 | El enigma de una generación que solo sueña con un país viable
Por Gail Scriven
A algunos se los nota nerviosos, desconcertados, mirando de reojo a los mayores en la fila. Otros no ocultan su sonrisa de orgullo y anticipación. O incluso su aburrimiento. Vienen casi todos acompañados, con padres, amigos o hermanos mayores. ¿Cuántos más se quedaron en casa, y pasarán a engrosar las filas de los enojados o indiferentes que se abstienen?
Más de un millón de jóvenes de entre 16 y 17 años tienen hoy su primera experiencia en el cuarto oscuro. Se trata del 3,3% del padrón, el equivalente al de la provincia de Entre Ríos. Una porción del electorado que adquiere una diversidad y complejidad extraordinarias, y más que apetecible para los candidatos en un proceso electoral tan abierto y enigmático como el que se abre hoy.
Se trata de un segmento al que los candidatos y partidos políticos no parecen haber podido convencer en los últimos tiempos: según una encuesta de Cippec y Unicef, el 52% de los jóvenes cree que sus ideas no están representadas. Ni siquiera cuando los candidatos intentan hablar el idioma de ellos: el 34% dicen sentir vergüenza al verlos interactuar en TikTok, según la consultora Taquion.
Estos jóvenes, como todos, votan en escuelas cerca de sus casas. Algunos, incluso, en la que asisten a clases de lunes a viernes. Ese lugar en el que deberían sentirse protegidos, cuidados. Ese lugar al que nunca llegó Morena la trágica mañana del miércoles, cuando fue atacada salvajemente.
¿Cuántos de esos chicos tendrán en su cabeza las espeluznantes imágenes de ese momento, que repitieron los canales y los portales en loop durante días? ¿Los impulsará, más que nunca, a acudir a votar? ¿O, como advierten algunos analistas, los llevará a expresar su indignación y desazón quedándose en casa? Según los especialistas, se trata del segmento menos politizado del electorado, el que demora su decisión hasta último momento. De ser así: ¿Cómo impactará en ellos este cierre de campaña tan violento y abrupto?
Son algunos de los enigmas que podrían quedar resueltos cuando se abran las urnas esta noche.
Pero más allá del resultado, no hay que ser un iluminado para interpretar qué quieren estos jóvenes, muchos de los cuales pasaron casi dos años de sus vidas encerrados, sin poder ir a clases. Quieren un país en el que no se les cierre las puertas de las escuelas por cualquier excusa, desde la pandemia hasta los interminables paros. Quieren un país en el que puedan tener un plato de comida y un techo. O algo más: un país en el que puedan soñar con llegar a fin de mes, independizarse, alquilar un espacio propio, pagar sus gastos sin que la inflación devore todo de la noche a la mañana. Un país con libertad para comprar dólares si es que pueden. Y en el que la mayor aspiración no sea tomar un vuelo de ida desde Ezeiza.
No es tanto lo que piden, lo que sueñan: apenas un país viable, un futuro. Lo mismo a lo que aspira cada uno de los argentinos que hoy entran en el cuarto oscuro para emitir su voto. Un privilegio -o más bien un derecho- que Morena, con sus escasos 11 añitos, nunca tendrá.
12.30 | De no creer. ¡Perdón, voté dos veces!
Por Carlos M. Reymundo Roberts
“Yo voto” (#YoVoto), decía la campaña de la UBA en conmemoración de los 40 años de democracia. Bien por la UBA. La gente se ha vuelto esquiva a tres cosas: las encuestas, los políticos y las urnas. No me hice la selfie con el hashtag que pedía la campaña, pero vengo de cumplir con mi deber ciudadano –mejor dicho, de ejercer el derecho a elegir-. Lo feliz que me siento: hice mi contribución a la democracia y al aniversario; sería espantoso festejar los 40 años con una abstención del 40%. Cuatro décadas, bodas de rubí: a ver si le ponemos un poco de onda.
No voy a decir a quién le deposité mi confianza, pero no por la prohibición que rige hasta las 6 de la tarde: pasa que voté, votamos, a muchísimas personas. Sumados los siete tramos de las boletas son 141; ¡141! Sería larguísimo mencionarlas a todas, e injusto quedarme solo con algunas. Por qué darle más importancia al mequetrefe que quiere vivir como rey en la residencia de Olivos, que a un esforzado cortacalles con aspiraciones de concejal, o al chico de 21 años, hijo de un puntero, que muere por ser consejero escolar para independizarse de sus padres y cambiar la moto por un auto.
Esto de que sea una multitud de 141 postulantes está bien pensado: como todos ellos van a ir a votar, y se supone que también familiares y amigos, y hay miles de listas a lo largo y ancho del país, te garantizás un piso de participación muy razonable. En caso de que la abstención creciera a niveles alarmantes, la solución es que las listas tengan 400 o 500 candidatos. El sistema corrige a los antisistema.
En realidad, no pensé en nada de eso hace una hora, cuando me hicieron pasar al cuarto oscuro en una escuela de Boulogne -había colas interminables-. Estaba con cierta excitación. Busqué las boletas de agrupaciones y dirigentes que me hacen subir la bilirrubina y me paré frente a ellas tres o cuatro segundos; les dediqué una sonrisa enigmática, amagué con agarrarlas, dije “ooole” y seguí de largo. Fue mi primer voto.
El segundo lo puse en el sobre y lo llevé a la urna
12 | Milei vs. Grabois: ¿la canibalización electoral menos pensada?
Por Luciana Vázquez
En este domingo electoral, hay una incógnita nueva. La pregunta gira en torno a la canibalización de votos y no sólo en las internas que enfrentan a Massa con Grabois. En las PASO, hay también una competencia entre Milei y Grabois por una porción del voto más pobre, del voto más joven y del voto más rabioso, que en parte se superponen. Cómo se inclina esta última balanza puede tener impacto en la elección general con su efecto arrastre. Por eso, el resultado de Milei y Grabois y la composición etaria y socioeconómica de ese voto es un dato al que vale la pena prestarle particular atención este domingo. Voto pobre, voto joven y voto rabioso, un voto cada vez más significativo, y cada vez más difícil de predecir. En 2021, Milei se volvió competitivo con buena parte de ese voto. ¿Cambiará eso con una oferta Grabois?
A nivel nacional, los adolescentes que hoy votarán por primera vez, chicos y chicas de entre 15 años, habilitados para votar en la medida que cumplan 16 antes de la elección general, y 16 y 17 años, representa el 3,3 por ciento del padrón nacional. Hoy, los votantes pimerizos pesan más que en el padrón de 2019, cuando ese porcentaje fue del 2,7 por ciento. En la franja de los 16 a 25 años, el peso del voto joven habilitado ronda el 20 por ciento.
La mayoría de esos votantes vive en la pobreza, impactada por una inseguridad creciente, además de la inflación, y con más rabia que ideología.
En las elecciones de 2021, Milei mostró su capacidad de atraer, por derecha, parte de ese voto pobre y más joven, con aspiraciones cuentrapropistas, marcado por la informalidad y la marginalidad, crítico de la política o del Estado. En la Ciudad, Milei sacó más votos en la Comuna 9, que incluye a Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda, además de la Comuna 8 y la 10, todas en el sur pobre de la ciudad.
Ahora que hay una alternativa Grabois, ¿esa opción por izquierda le quitará votantes a Milei y no solo a Massa? Cristina Kirchner, que habilitó la candidatura de Grabois, ve algo de eso. La segunda, ¿cómo impactará la conducta de ese sector de los votantes en la primera vuelta cuando el voto Grabois ya no esté en el menún electoral? Si Milei retiene o aumenta su influencia en ese sector, ¿serán votos que se trasladen al candidato de centroderecha de Juntos por el Cambio en una segunda vuelta? Preguntas que empezarán a responderse hoy.
11.15 | Siete claves para la economía que viene
Por Francisco Jueguen
-Espejo retrovisor: el Gobierno llega a la elección con 115,6% de inflación anual, 50,7% en el acumulado, con ingresos y jubilaciones en rojo, consumo masivo a la baja, pobreza en alza (más en el conurbano y entre los más chicos) y con pronósticos de recesión de 2,5% del PBI. El empleo privado registrado está al mismo nivel de 2017.
-Massa sigue: una vez que ganó la candidatura, el ministro de Economía había dicho que seguiría en su cargo, por los menos, hasta las PASO. En las últimas horas, en el Palacio de Hacienda confirmaron que el tigrense seguirá al mando de la cartera más importante del Gobierno.
-¿A quién llama el FMI? Los resultados de las elecciones generaban temor esta semana en el oficialismo. Allí, analizaban que un Massa debilitado por un escaso caudal de votos y una victoria de Patricia Bullrich podría acelerar el pedido de devaluación que ya empujaba el organismo. Los contactos entre la oposición y el Fondo se acelerarán a partir de mañana.
-Trade electoral: una victoria abultada de la oposición podría mejorar rápidamente los precios de las acciones y los bonos argentinos. Sin embargo, sembraría dudas en el mercado cambiario. ¿Depositaría el Fondo los US$7500 millones el 22 de agosto, como espera Economía y si la oposición no quiere? Una mayor expectativa de devaluación frenaría liquidaciones del campo.
-Aceleración de los precios: el martes, el Indec difundirá el IPC de julio, que se estima en 7,5%. El mismo día el Banco Central publicará su estimación de inflación para el año, postergada en medio de una polémica. Esta entidad podría volver a subir las tasas, que ya quedaron negativas (detrás del dólar), sobre todo mientras se espera una aceleración de los precios para agosto, cuando pegará la devaluación fiscal. Economía prorrogará esta semana los acuerdos de Precios Justos.
-Ajuste en campaña: en junio, el rojo primario era de cerca de 2,7% del PBI y el Fondo pide llevarlo a 1,9%. Bajar un 0,8 punto ese rojo sumará más recortes, que pueden venir con nuevas subas de tarifas, congelamiento de salarios públicos o un alza del impuesto PAIS a las importaciones.
-El dólar: en la semana previa a las elecciones, la devaluación del oficial fue la más alta desde agosto de 2019. El precio mayorista se deslizó a un ritmo de 13% mensualizado. Este crawling peg pactado con el FMI se da cuando las reservas netas están en más de US$10.000 negativas. El mercado se pregunta si, tras las elecciones, el Ministerio de Economía no deberá dar un salto mayor en el tipo de cambio. O si esta aceleración, sumada a nuevos desembolsos de organismo internacionales y más yuanes, sostendrán el “Plan Llegar” hasta octubre. Difícil.
10.30 | El rol futuro de Macri y la propuesta que puede cambiarlo todo
Por Carlos Pagni
El lunes pasado, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta se fotografiaron con Jorge Macri, para manifestar su respaldo al candidato de Pro a la jefatura de Gobierno porteña. En el último plano del retrato está también Mauricio Macri. Para él era crucial un impulso unánime a su primo en contra de Martín Lousteau. Además, le interesaba un gesto de armonía entre Bullrich y Larreta. En sus últimas declaraciones públicas, dejó entrever su preferencia por Bullrich, con la salvedad de que “estoy enfocado en la unidad”.
La composición de esa escena fue la excusa para que Mauricio Macri tuviera una charla con los candidatos presidenciales. Allí reapareció su desvelo porque se garantice la cohesión de Juntos por el Cambio cualquiera sea el resultado de esta noche. Es una inquietud razonable. La competencia entre Bullrich y Larreta amenaza a esa coalición con alguna fuga de votos, ocasionada por los desencantados con el candidato ganador. Es el riesgo de todas las primarias.
Llevado por este temor, Mauricio Macri había gestionado que los competidores reciban los resultados de las urnas en el mismo búnker. Ambos aceptaron. El lunes, dio otro paso. Le sugirió a Bullrich que, si esta noche se impone, deje pasar un par de días y anuncie que, si llega a la Casa Rosada, su jefe de Gabinete sería Larreta. Larreta escuchó una propuesta parecida: que, si hoy resulta ganador, comunique que Bullrich sería su ministra de Seguridad.
Los dos candidatos, en principio, aceptaron.
La receta de Macri, si se pone en práctica, presenta dos virtudes. Garantiza a los seguidores del perdedor que siguen siendo parte de la saga por la conquista del poder. Pero, además, mejora el marketing del que triunfe esta noche para el próximo tramo de la carrera. Cuando a Bullrich le señalen que carece de experiencia en el manejo de una gestión compleja, podrá mostrar a Larreta, que es identificado como un gran administrador. Y si a Larreta le enrostran cierta falta de carácter para mantener el orden público, tendría la carta de Bullrich para desmentir la acusación.
De esta negociación se desprende otra evidencia: el rol que pretende ejercer Mauricio Macri en adelante. Basta volver a mirar la foto, con él en el centro, apoyando sus manos en los hombros de Bullrich y Larreta.
9:45 | El misterio que puede condicionar al próximo gobierno
Por Hugo Alconada Mon
El voto es obligatorio en la Argentina. Pero como en otros ámbitos de nuestra vida cotidiana, la realidad es muy distinta. Abiertas las urnas desde unas pocas horas, es un misterio cuántos argentinos votarán, cuántos lo harán en blanco o lo impugnarán, y cuántos se quedarán en sus casas. Datos que pueden potenciar la crisis de liderazgo y de representatividad, y complicar la gestión de quienes deban gobernar desde el 10 de diciembre.
Los 18 comicios provinciales que se desarrollaron este año alimentan la posibilidad de que las PASO registren la concurrencia más baja desde 1983. Sería un récord inquietante que superaría al de 2021, también en las primarias, cuando votó el 67,78% del padrón, según datos del Ministerio del Interior. Con otro contexto: lidiábamos con el Covid-19. El otro año de referencia es 2001. En esos comicios votó el 75,47%, pero al 24,53% que faltó debemos sumarle entre 15 y 20 puntos porcentuales más de quienes sí fueron a las urnas, pero votaron en blanco o lo anularon con fetas de salame, dibujos de Clemente y otras variantes. Dos meses y medio después, cayó Fernando de la Rúa.
Tanto en 2021 como en 2001, sin embargo, las elecciones fueron de medio término, enfocadas en la renovación de legisladores. Esta será presidencial, que siempre registró índices más altos de participación. Como referencia, en 2019, la participación en las PASO fue del 76,4% y en las generales superó el 80%.
Durante el actual ciclo electoral, en tanto, la sumatoria de las 18 elecciones provinciales arroja que más de cinco millones de personas no votaron. Y en siete de esos comicios no se superó el 70% del padrón: en Santa Fe (60,6%), Chaco (62,9%), Mendoza (66,3%), Río Negro (68,2%), Córdoba (68,2%), San Juan (69,5%) y Salta (69,5%). ¿Qué nos dicen esos números sobre los que no votan? ¿Y sobre los que se candidatean? ¿Tan poco atractivos son para el electorado?
No sólo eso. Si se comparan los números registrados en esas mismas 18 elecciones provinciales con los de 2019, se reafirma la tendencia decreciente. Cuatro años atrás concurrió a las urnas el 76,4% del padrón frente al 70,96% que votó este año, cuando también aumentaron los votos en blanco e impugnados.
Pese a todo esto, sin embargo, las PASO de hoy pueden registrar un aumento de participación. Entre otros motivos, porque la interna de Juntos por el Cambio es competitiva, porque los comicios provinciales traccionan distinto que una elección presidencial y porque muchos desencantados que no votaron en las provinciales podrían acudir a las urnas por un candidato novedoso como Javier Milei.
Veremos en unas horas, en suma, cuánto de la bronca, de la apatía o de la resignación ciudadana que exponen las encuestas y los focus groups se plasma en las urnas… o en un peligroso récord de abstención.
9:00 | Desayuno de editores
Los argentinos ya están hablando en las urnas: el resultado de estas elecciones primarias marcará a fuego el futuro del país. En LA NACION seguimos desde el amanecer la información relevante de este día histórico y, a tono con lo excepcional del momento, abrimos a nuestra audiencia la primera reunión de la mesa de editores.
Al comando del secretario general, José Del Rio, los periodistas encargados de coordinar el operativo electoral analizan cuáles son las claves de la jornada, qué consecuencias pueden tener los resultados, dónde mirar cuando empiecen a conocerse los datos del escrutinio, qué pone en juego el Gobierno y la perspectiva económica del lunes.
8.00 | El punto de partida de un domingo histórico
Acaban de abrir los colegios de votación. Para empezar el día, tres columnas políticas de la edición de hoy de LA NACION retratan el estado en que se llega a estas primarias.
- Joaquín Morales Solá hace foco en su habitual espacio de los domingos en el clima de tensión social que puso el marco a la campaña, sobre todo a partir del fogonazo de inseguridad de la última semana.
- Con su estilo inimitable, Jorge Fernández Díaz plantea “cómo nos convirtieron en una peligrosa nación tumbera”.
- Martín Rodríguez Yebra propone mirar la disyuntiva de Massa, que sin buscarlo quedó ante una suerte de plebiscito a su gestión. La expectativa por la transición que empieza el lunes y los dilemas de una oposición enfrascada en una batalla incierta para renovar su liderazgo.
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