Fernández ganó en primera vuelta y ya negocia con Macri la transición
Alberto Fernández emergió de una noche electoral electrizante como el próximo presidente de la Argentina, sin necesidad de ballottage, a pesar del repunte sorprendente de Mauricio Macri respecto de las primarias.
El escrutinio cerraba esta madrugada con el Frente de Todos arriba, por 48,04% a 40,44%. El regreso del peronismo al poder se explica sobre todo por un resultado arrasador en la provincia de Buenos Aires, donde la fórmula Fernández-Cristina Kirchner le sacó 16 puntos a Macri-Miguel Pichetto. Esa brecha impidió que el crecimiento del oficialismo en la Capital, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y otras provincias forzara una segunda vuelta.
Axel Kicillof será el próximo gobernador bonaerense (le ganó a María Eugenia Vidal 52,18% a 38,49%) y Horacio Rodríguez Larreta fue reelegido en primera vuelta en la Capital.
La transición empezará hoy mismo, cuando Macri y Fernández se reúnan a desayunar en la Casa Rosada.
"Una noche volvimos y vamos a ser mejores", dijo Fernández, pasadas las 23.10, en su primer discurso como presidente electo. Cristina Kirchner lo miraba de cerca: ella habló antes y declaró su "inmenso orgullo" por el triunfo de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Lo vivió como "un reconocimiento político". El presidente electo le agradeció haberlo elegido y dedicó la victoria a la memoria de Néstor Kirchner: "Gracias Néstor, donde estés, porque vos sembraste todo esto".
Sonaba a todo volúmen "Rezo por vos", de Charly García y Luis Alberto Spinetta, mientras una multitud con banderas argentinas celebraba en las afueras del centro cultural de Chacarita donde se reunió el Frente de Todos.
Macri había concedido la derrota minutos antes. Lo llamó a Fernández, lo felicitó y lo invitó a desayunar hoy con él en la Casa Rosada. "Tiene que empezar un período de transición ordenada que lleve tranquilidad a todos los argentinos", dijo el presidente saliente en Costa Salguero, donde Juntos por el Cambio se reunió a esperar los resultados. Se lo veía exultante en la derrota, transformado respecto de aquella noche oscura de las PASO, en la que obtuvo menos del 33% y quedó a 16 puntos de su rival.
"Nos comprometemos a ejercer una oposición, sana, constructiva, responsable, que pueda reafirmar las conquistas logradas que tanto nos han costado en estos años", anunció Macri.
Junto a él festejó Rodríguez Larreta, que con el 55,8% marcó el récord histórico de votos en 25 años de autonomía en la ciudad. También estaba Vidal, a la que fuera de micrófonos muchos macristas le reprochaban no haber empujado todo lo posible para mejorar la situación de Macri en la provincia. Ella se limitó a decir: "Yo voy a seguir comprometida con los bonaerenses. Hoy Dios me dio un descanso para que recupere fuerzas".
Lo que se acentuó el domingo electoral fue la hiperpolarización que hundió a las terceras fuerzas. Roberto Lavagna (Consenso Federal) quedó tercero, con 6,1%. Nicolás del Caño (Frente de Izquierda) llegó cuarto, con 2,1%, delante de Juan José Gómez Centurión (NOS), con 1,7%, y José Luis Espert (Despertar), 1,4%.
La transición empieza en cuestión de horas. Fernández y Macri se verán a solas, a las 8.30, en la Casa Rosada, según acordaron en una llamada de teléfono que rompió con la hostilidad que se dedicaron en las últimas semanas. "En política se gana y se pierde", le dijo el Presidente a su sucesor, según testigos de la conversación. Le prometió un proceso ordenado y colaborativo. Se propone entregarle la banda el 10 de diciembre y marcar una diferencia con el conflicto que él y Cristina Kirchner protagonizaron en 2015.
El Banco Central no perdió el tiempo. A la medianoche, poco después de cerrado el escrutinio, anunció un endurecimiento drástico del cepo cambiario: solo se podrán comprar 200 dólares por persona por mes en el mercado oficial. Fernández lo supo un rato antes.
Los festejos kirchneristas se solapaban con la urgencia por gestionar la crisis económica. Todo en medio de una sensación de sorpresa generalizada por cómo se dio la competencia final.
Los pronósticos se estrellaron otra vez. Cuando todos los encuestadores vaticinaban que se mantendría o se ampliaría la diferencia nacional de las PASO, el primer corte de resultados, a las 21, sorprendió con una brecha menor a siete puntos en favor de Fernández. La participación subió al 81% (5 puntos más que en agosto). De todos modos, nunca pareció en riesgo el triunfo en primera vuelta de la fórmula kirchnerista.
Los ánimos mutaron en los dos comandos de campaña. En Cambiemos se instaló una sensación de alivio. "Se viene una etapa distinta, con una oposición presente, sin margen para un regreso autoritario del kirchnerismo", señaló un ministro de Macri, al cierre del escrutinio provisional. En el Frente de Todos, después de unos momentos de zozobra, se impuso el ánimo festivo: "¡Vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver!", tronaba desde las 21.30 una multitud sobre la avenida Corrientes, en las calles que rodeaban el búnker kirchnerista.
Diferencia con las PASO
Los números fríos mostraban un mapa político que reproducía el efecto "camiseta de Boca" de las elecciones de 2015: el amarillo Cambiemos se impuso en el centro del país –Capital, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, San Luis y Mendoza– y el Frente de Todos consolidó su hegemonía en la provincia de Buenos Aires, en todo el norte y en la Patagonia. En las PASO, Macri solo había ganado en la ciudad de Buenos Aires y en Córdoba. En esta provincia logró una diferencia impactante: 61% a 29%.
A pesar de la profundidad de la crisis económica, Macri sumó 2,1 millones de votos respecto de las primarias. Fernández sumó 100.000. Un dato clave, que deja al actual Presidente en una posición expectante para liderar la futura oposición.
El futuro Congreso tampoco será, a priori, una escribanía del presidente Fernández. El Frente de Todos tendrá mayoría en el Senado, pero no en la Cámara de Diputados.
El recuento de votos se tornó dramático en media docena de municipios bonaerenses donde gobierna Cambiemos y cuyos intendentes lograban revertir la derrota de las PASO, gracias a un corte de boleta de proporciones bíblicas.
Los macristas Néstor Grindetti (Lanús), Julio Garro (La Plata), Guillermo Montenegro (Mar del Plata), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Héctor Gay (Bahía Blanca) revalidaron el poder territorial, contra todo pronóstico. Nicolás Ducoté peleaba voto por voto con el peronista Federico de Achával. En cambio, perdieron Ramiro Tagliaferro, en Morón, y Martiniano Molina, en Quilmes, a manos de la camporista Mayra Mendoza.
El conurbano seguirá el gran bastión kirchnerista. El resultado nacional se explica allí: de los 2 millones totales de diferencia entre los dos candidatos, 1,6 millones se dieron en la primera y tercera sección electoral de la provincia de Buenos Aires. Eso justifica el protagonismo que Kicillof y Cristina ejercieron en la ceremonia de los ganadores.
La expresidenta, exhultante en su resurrección política, pidió al peronismo "nunca más romper la unidad" y le exigió a Macri que tomara medidas "para cuidar el patrimonio del pueblo". Después le dejó el centro del escenario a Fernández, que a sus 60 años deja de ser un constructor de proyectos ajenos para sentarse en el sillón de Rivadavia. "Vamos a reconstruir el país de las cenizas que han dejado –anunció Fernández–. Vamos a invitar a todos los argentinos para construir un nuevo país. Somos el Frente de Todos y debemos incluir a todos."
Chacarita seguía de festejo en la madrugada. Los peronistas están de vuelta, al cabo del paréntesis que significa Macri en la prolongada era histórica del kirchnerismo.
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