Elecciones en Córdoba: el búnker de Luis Juez y Patricia Bullrich pasó de la euforia a la resistencia
El candidato a gobernador de Juntos por el Cambio y la postulante presidencial decidieron no reconocer la victoria de Martín Llaryora ante la falta de datos definitivos
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CÓRDOBA.- Luis Juez y Patricia Bullrich decidieron esperar hasta último momento. La diferencia que beneficia a Martín Llaryora, el postulante de Hacemos Unidos por Córdoba era de casi tres puntos cuando asomaba la medianoche y el escrutinio provisorio superaba el 85% de las mesas. Una brecha que crecía por décimas con los minutos y se celebraba desde temprano en el búnker del peronismo cordobés, pero que, por exigua, hizo que el candidato a gobernador de Juntos por el Cambio y la postulante presidencial de Pro decidieran no dar el brazo a torcer.
“Le estamos exigiendo al gobernador que los cordobeses nos queremos ir a dormir tranquilos. Faltan cargar 1700 mesas, que representan 18 puntos porcentuales en una elección separada por dos puntos. Muchas de ellas son del interior, donde nos va bien, y no podemos saber cuáles faltan en la capital”, advirtió Marcos Carasso, candidato a vicegobernador y titular de la UCR provincial, al filo de la medianoche. “No nos movemos de acá hasta que se cuente la última mesa”, arengó.
“Nosotros pedimos prudencia, porque queremos que los cordobeses se vayan a dormir esta noche con el 100% de las mesas escrutadas”, había sido el mensaje compartido una hora antes por los responsables de la campaña de Juez. El tiempo parecía haberse detenido cuando el reloj marcó las 22.
Pasada la una de la madrugada, el candidato de JxC se presentó en el escenario del bunker, acompañado de Rodrigo de Loredo y Patricia Bullrich. “El partido no terminó. Con toda esta tecnología que nos vendieron, están cargando las actas a mano”, dijo. Y agregó: “No sabemos en qué momento terminará la carga, pero tengo la obligación de esperar los resultados. Vamos a esperar a que se cuenten los últimos votos”.
Juez no se detuvo ahí. “La diferencia es de 40.000 votos [con Llaryora] y faltan contar 200.000. Por respeto a los cordobeses, tengo la obligación de esperar al escrutinio definitivo”, agregó, dando a entender que la contienda está lejos de encontrar una resolución.
Al final, dedicó un párrafo lapidario a Schiaretti, que basará su candidatura presidencial en la “gestión” como bandera. “Hace 16 años, Schiaretti entró por la claraboya del baño. Pudo irse por la puerta grande, pero se va por la claraboya”, dijo, en alusión a la elección de 2007, en la que Schiaretti venció a Juez por la mínima. El senador nunca dejó de plantear que le robaron esos comicios.
Bullrich tuvo una breve intervención, y la dedicó elípticamente a Schiaretti. “En la Argentina, la calidad institucional está ligada a la voluntad de hacer las cosas con transparencia y cuidando la democracia”, señaló.
De la euforia a la cautela
A las 19.20 se conoció el primer resultado parcial del escrutinio. Era solo el 3,7% de las mesas escrutadas, pero la imagen en las pantallas hizo estallar el búnker de Juntos por el Cambio. Los carteles mostraban un 45,5% de los votos para Juez, contra 37,9% de Llaryora. Casi ocho puntos de diferencia. “Olé olé olé, Luis Juez, Luis Juez!”, explotó el reducido grupo de militantes que había llegado temprano el bar del espacio Quality Arena, mientras los dirigentes de la UCR corrían hasta la prensa para desquitarse con el oficialismo, que a poco de cerrada la votación había anticipado una victoria por una diferencia de 10 puntos para Llaryora.
La excitación volvió a dar paso a la cautela. Para cuando se cargó el 10% de las mesas, Juez sostenía el liderazgo, pero por cuatro puntos. A las 20.20, con el 16% del escrutinio, la diferencia se había acortado a 2,3 puntos. Los radicales Brenda Austin y Marcelo Cossar raspaban las pantallas de su celular escrutando decimales. “Si acercamos el resultado en la capital, el interior nos va a dar la victoria”, razonaban.
Diez minutos después, la diferencia se achicaba a 1,5 puntos. La cautela daba paso a los primeros gestos sombríos de la noche. Pero la expectativa se mantenía.
La comitiva de Bullrich se movía en un microclima particular. Una cápsula a prueba de tensiones. “Vinimos a acompañar a los candidatos, sin hacer especulaciones. Si perdemos, estaremos acompañando a los millones de cordobeses que nos han votado. Si ganamos, celebraremos”, sostuvo en diálogo con LA NACION Damián Arabia, mano derecha de Bullrich y precandidato a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Hasta el búnker llegaron también Laura Alonso y Sabrina Ajmechet.
Para Bullrich, luego de que Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales impulsaran el ingreso de Juan Schiaretti a Juntos por el Cambio, generando confusión entre los votantes y dirigentes locales, Córdoba es todo ganancia. La candidata vino a levantar el brazo de Juez sobre el escenario, pero el gesto podría haber sido leído exactamente a la inversa. “Larreta y Morales no van a llegar al piso del 25% en las PASO de Córdoba”, arengaba una espada de la exministra. Eran las 20.40, el escrutinio había avanzado hasta el 25,5% y la diferencia entre Juez y Llaryora ya era 0,99%.
El diputado porteño Álvaro González, del riñón de Larreta, entraba al vip reservado para los candidatos, donde los bullrichistas eran mayoría. Quería hablar con Mario Negri, quien 24 horas antes se había quedado afuera de la nómina de candidatos a diputados nacionales de Bullrich luego de proponerle armar una lista de unidad con el sector de Larreta.
“Estamos presentes porque siempre estuvimos presentes”, resumía González a este diario. Traducción: la campaña de Juez en la provincia y de Rodrigo de Loredo en la ciudad, más allá del affaire Schiaretti, tuvo como principal sostén al alcalde porteño. El tsunami, recordó, terminó revitalizando la campaña de Juez, que hasta entonces no levantaba. “Esto empieza recién el lunes y es una maratón”, cerró González, en alusión a las chances de Larreta para seducir a los cordobeses.
Eran las 21 y, con el 35% del escrutinio, Juez aventajaba a Llaryora por 0,4 puntos.
Dentro del vip, Bullrich continuaba dialogando con Negri y Carasso. A esa mesa se acercaban por minutos, para volver a tomar distancia, dirigentes de otros rangos. Un besamanos. Juez y De Loredo seguían recluidos en otro sector, con la promesa de que solo se mostrarían en el bunker cuando la tendencia fuera definitiva.
Cuando pasaron siete minutos de las 21 y, con el 39% de las mesas escrutadas, Llaryora superaba a Juez por dos centésimas: 41,88 a 41,86. Diez minutos después, por 0,4 puntos. La diferencia se siguió estirando, pero no lo suficiente para convencer a Juez que, en su tercer y último intento, fue gobernador electo de Córdoba durante casi dos horas. Pero quizás no más que eso.
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