Elecciones: el FDT modera sus expectativas frente a sondeos inciertos y define el cierre de campaña
Ganar por un punto pasó a ser sinónimo de triunfo; hay muchas dudas por las encuestas; deben definir dónde retomar la foto de la unidad
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“Si ganamos por un punto en la provincia en una elección de medio término y en pandemia, yo festejo”. El comentario de un importantísimo funcionario nacional cuando promediaba la semana ilustra el aire que se respira en los comandos de campaña del oficialismo.
Los referentes del Frente de Todos (FdT), lejos del triunfalismo, moderan sus expectativas conforme avanza la campaña electoral. Los números que consumen a diario se distancian del objetivo de máxima que se fijaron en la largada. Y los consultores a los que escuchan transmiten una fuerte incertidumbre sobre sus propias cifras.
“Nos entregan los sondeos sin mirarnos a la cara”, dijo a LA NACION un importante colaborador de la Casa Rosada al tanto de las preocupaciones que hay puertas adentro. El optimismo es variable, según con quien se hable. “Vamos a estar unos siete u ocho puntos arriba”, confió un ministro que viene recorriendo el conurbano profundo. Otros hablan de una diferencia de “cuatro o cinco puntos” en la provincia de Buenos Aires, la contienda que le inclina la balanza nacional al PJ.
Más o menos esperanzadoras, todas las cifras implican una caída importante respecto a 2019, cuando Axel Kicillof le ganó a María Eugenia Vidal por más de 14 puntos y Alberto Fernández derrotó a Mauricio Macri por ocho. Así, si el manual del Frente de Todos que se repartió hace cuatro semanas fijó como objetivos “superar el 40% a nivel nacional y alcanzar el 42% en la provincia”, la nueva definición de triunfo es “ganar por un gol” ante una elección que aparenta cerrada.
“Los 40 puntos son el objetivo de máxima para tener las bancas que necesitamos en el Congreso, no necesariamente lo que vamos a sacar. Las metas las vamos variando y no hay que pensar que es una elección ganada”, advirtió un importante asesor de campaña.
Los números que se obtengan el 12 de septiembre, además, tienen una especial sensibilidad. El propio manual de campaña recuerda que “salvo en 2011, el PJ obtuvo siempre mejores resultados en las PASO que en las generales, cuando hay mayor participación”.
Cerca de Kicillof coincidieron con la lectura de la Casa Rosada: “Si se gana por un voto es un gran triunfo. Los oficialismos no tuvieron buena performance electoral en el mundo por la pandemia y el kirchnerismo no gana una elección de medio término desde hace 15 años”.
“Hay que revalorizar las credenciales por las que nos votaron en 2019. Reforzar que vamos en el camino correcto aunque retrasado por la pandemia”, agregaron.
La semana de Fernández
Tras el shock que recibió su imagen por el affaire de Olivos, Fernández encontró cobijo en uno de los gurúes políticos que más lo sedujo en el último tiempo, el español Alfredo Serrano Mancilla. Director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), en agosto ofrendó una encuesta que mejoró la autoestima presidencial. El sondeo habla de una “estimación de voto” de 43,3% para el FdT a nivel nacional (un 38,1% para Juntos por el Cambio) y le dan al Gobierno una evaluación positiva del 56,2% y negativa del 43,8%. La imagen del Presidente -con números más auspiciosos que otras encuestadoras- refiere un 46% de positiva y un 53,2% de negativa.
En los grupos de WhatsApp oficialistas leen a Hugo Haime, Tito Bacman, Federico Aurelio, Analogías y Ágora (la preferida de La Cámpora). La mayoría no quiere difundir públicamente sus números. “Estamos más cerca de la diferencia ajustada que del batacazo”, reconoció la mano derecha de un cacique de FdT.
Aún así, todos toman los números con pinzas. “En las encuestas telefónicas tenemos que llamar a cien personas para obtener una respuesta. El que responde es el más politizado y no estamos midiendo bien al apático”, advirtió un importante consultor a LA NACION.
Tras el revés por el escándalo de Olivos (“Herminio no perdió por el cajón”, se consuelan en el comando de campaña), y frente a un proselitismo frío, en la Casa Rosada desplegaron distintas tácticas esta semana. Ante el reclamo interno para que los ministros defiendan más a la gestión y al Presidente (“los funcionarios no pueden ser comentaristas del Gobierno”, advirtió Fernández frente a las críticas internas) surgió el clamor “Alberto 2023”.
La estrategia volvió a chocar con un error no forzado del Presidente el viernes, cuando Fernández decidió sumar a su agenda una entrevista con Radio 10 y defendió a la docente kirchnerista que increpó a un alumno. En pocos segundos, desautorizó a su ministro de Educación, Nicolás Trotta, y sumó otra polémica de campaña.
Dudas por el cierre
En paralelo, la Casa Rosada buscó darle mayor centralidad a la principal candidata oficialista, Victoria Tolosa Paz. El sello del Frente de Todos mide más que los postulantes. Pero Tolosa Paz tiene más ejercitado el slogan de campaña, que propone hablar de futuro (“la vida que queremos”), frente a un kirchnerismo que insiste con reivindicar su pasado y cruzar a Macri.
Mientras Máximo Kirchner y Sergio Massa se concentraron en la provincia -el viernes se quedaron hasta tarde con intendentes de la primera sección electoral- Fernández y Eduardo “Wado” De Pedro viajaron al interior. Cristina no hizo proselitismo esta semana. Reaparecerá hoy en Santa Fe para apoyar a su candidata, María de los Ángeles Sacnun, bajo el lema que más le gusta: “volver a ser felices”.
La semana próxima probablemente encuentre a todos por separado. Todavía falta ajustar agendas, pero en los distintos campamentos oficialistas refieren que la “foto de la unidad” recién se repetiría hacia el final. A dos semanas de los comicios, en el FdT aún no definieron dónde será el acto de cierre con los máximos referentes. Podría haber dos, uno provincial y otro nacional.
Para resolverlo, habrá reuniones operativas la semana próxima. El oficialismo se dirime entre la necesidad de generar clima y los protocolos pandémicos. “La campaña no toma forma, hay muchas preocupaciones como para globos y papel picado. Para el cierre hay que buscar una imagen linda que respete los aforos”, advirtió uno de los organizadores de la campaña.
El DNU hoy solo permite mil personas al aire libre. Y Cristina ya pidió una sobriedad que sintonice con el humor social. Pero los números alicaídos tientan a más de uno a volver a buscar en la mística proselitista una demostración de fuerza.
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