Elecciones 2023 | Tensión en el Senado por el futuro del bloque peronista sin Cristina Kirchner
Aunque desde diciembre serán 15 de 33, los seguidores de la vicepresidenta temen perder poder en la interna si gana Sergio Massa; otro sector se ilusiona por la llegada de Juan Manzur
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Al contrario de lo que se podría suponer, el triunfo de Sergio Massa encendió luces de alarma en varios despachos kirchneristas del Senado, en los que el ministro de Economía y candidato presidencial es visto con cierto desprecio pero, sobre todo, con temor ante la incertidumbre de lo que podría llegar a pasar con el futuro del peronismo si se convierte en presidente.
Aunque parezca extraño, teniendo en cuenta el clima triunfalista que impera en el peronismo, entre algunos senadores oficialistas comenzó a circular en la última semana un nuevo verbo: “deskirchnerizar”. Hace referencia a lo que podría pasar en el peronismo si Massa gana el balotaje.
La acción describe el lógico proceso de retirada de Cristina Kirchner de la Cámara alta, ya que su mandato vence el próximo 10 de diciembre, y con su partida vencerán los de todos los funcionarios, en su mayoría de La Cámpora, que la acompañaron en los últimos cuatro años.
Sin embargo, en algunas usinas kirchneristas de paladar negro no ven la “deskirchnerización del Senado” como un proceso obvio y lógico por el vencimiento de mandatos constitucionales, sino que lo ven como una purga de los acólitos y seguidores de Cristina Kirchner largamente esperada por algunos sectores del peronismo y que, aseguran, será un proceso de largo aliento.
Por lo pronto, y aún cuando Massa no tiene asegurada la presidencia, ya empezó una sorda guerra de versiones que circulan por los pasillos del Senado en torno a quiénes ocuparán dos sitiales clave en la Cámara alta: las secretarías Administrativa y Parlamentaria.
La secretaria Administrativa del Senado es, por ahora, la pampeana María Luz Alonso. Una verdadera mano derecha de la vicepresidenta, quien no sólo le delegó a la dirigente de La Cámpora el manejo del día a día de la Cámara alta sino que la trata casi como a una hija. El área parlamentaria, en tanto, está en manos de Marcelo Fuentes, un veterano dirigente peronista de Neuquén que fue senador y apostó por el proyecto kirchnerista desde el minuto cero.
Sin embargo, y a pesar de que el ministro de Economía todavía debe competir con Javier Milei en el balotaje del 19 de noviembre, ya circulan nombres de eventuales reemplazantes para estos funcionarios, en particular para la estratégica Secretaría Administrativa.
No es extraño que así sea; por esa oficina pasa el manejo de la caja del Senado: obras, concesiones, licitaciones, paritarias salariales, pases de empleados a planta permanente y hasta el más prosaico, pero no menos importante, reparto de despachos a los nuevos senadores que llegarán el 10 de diciembre.
La interna en el bloque
A la salida del kirchnerismo de la punta de la pirámide de conducción de la Cámara alta se suman las tensiones que, en sordina, atraviesan al bloque oficialista que conduce José Mayans (Formosa).
Por lo pronto, parece haberse despertado la célula dormida de senadores provinciales que, hartos de los modos ultraverticalistas de sus compañeros kirchneristas y el manejo radial del poder que hace Cristina Kirchner, volvieron a reunirse con la idea de armar un polo de poder interno en el bloque que se respalde en sus gobernadores y, sobre todo, en un Massa presidente.
Los más criticados son los “preferidos” de la vicepresidenta: la camporista y vicepresidenta del bloque, Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), Oscar Parrilli (Neuquén) y Juliana Di Tullio (Buenos Aires), que son los que suelen defender las órdenes de Cristina Kirchner ante sus compañeros de bloque sin permitir mayor disidencia.
El mal clima con los kirchneristas del bloque viene de larga data. Enojó a muchos que se dieran el lujo de votar en contra del acuerdo con el FMI cuando ellos tuvieron que levantar sus manos para apoyar al Gobierno. Más cerca en el tiempo, toda la bancada fue testigo cuando el jujeño Guillermo Snopek se fue del bloque del Frente de Todos, en febrero último, peleándose en malos modos con Parrilli y Di Tullio.
Por eso, y más allá de las cuestiones personales, la idea de los denominados “provinciales” es sumar voluntades para tratar de ser mayoría en el bloque en un eventual gobierno de Massa. La tarea parece compleja. A partir de diciembre, el bloque peronista tendrá, sobre un total de 33 miembros, al menos unos 15 senadores kirchneristas de paladar negro. El margen de maniobra para convertirse en mayoría, es escaso.
A los provinciales los ilusiona el hecho de que en diciembre desembarcará en el Senado el tucumano Juan Manzur. “Es ‘pajarito llamador’, tiene el nombre y las espaldas para reunir masa crítica, algo que hasta ahora no hay en la bancada”, dijo un veterano dirigente peronista de mil batallas en el Senado.
El kirchnerismo está al tanto de todos estos movimientos y ya envió señales de que resistirá cualquier intento de desplazarlos del centro de la toma de decisiones. Eterno subsidiario de la vicepresidenta, Parrilli adjudicó el triunfo de la elección general a la visión estratégica de Cristina Kirchner. “Fue correcta su apreciación política porque hoy nos permite estar en las puertas de seguir gobernando en Argentina”, dijo el neuquino, relativizando el papel de Massa en la campaña.
Más directa fue Di Tullio que, tras comparar al peronismo con “una familia ensamblada que tira para el mismo lado”, reivindicó su lealtad hacia la vicepresidenta. “El peronismo es un espacio enorme, [pero] a mí me conduce y me va a seguir conduciendo Cristina”, sentenció la bonaerense, dejando en claro dónde está depositada su lealtad. Son tambores de guerra que suenan de fondo.
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