Elecciones 2023 | Segunda vuelta, sorpresas y un gobierno sin mayoría
Mientras se esperan los números oficiales, todos anticipan una sorpresa con respecto al orden de las primarias
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Los resultados extraoficiales de la elección anticipan una segunda vuelta, sorpresas y un escenario de tercios que dejará sin mayoría al próximo gobierno. Sin números formales, en el oficialismo existe entusiasmo. Si se confirma la mejora de Sergio Massa con respecto a las primarias, el resultado demostraría que logró gran parte del “voto útil”, es decir, la voluntad de quienes querían expresarse en contra de Javier Milei. Sería un círculo electoral: el peronismo trabajó por revitalizar a Milei en la primera vuelta y ahora Milei, sin buscarlo, podría haber revitalizado al peronismo. Los números oficiales demostrarán si el miedo a un cambio desconocido terminó por ayudar al candidato de la continuidad, más allá de la crisis, la inflación y los escándalos. En todo caso, las diferencias aparecen ajustadas también con Patricia Bullrich. Todos anticipan una sorpresa con respecto al orden de las primarias.
La paridad entre los tres principales candidatos también presagia un gobierno sin mayoría. Las matemáticas preanuncian una negociación inevitable entre las fuerzas políticas.
Pero estas elecciones llegan precedidas por una inestabilidad inédita. Las escenas del sábado con colas infinitas en los supermercados, en las casas de electrodomésticos y en las estaciones de servicio fueron la postal de ese clima social. Nunca antes una elección había llegado tan antecedida por un clima previo de detonación. Lo alimentó el esfuerzo que hizo el Gobierno por ocultar el desmadre financiero, al punto de lograr la semana pasada por primera vez un “dólar blue falso”, un precio de pantalla que nadie conseguía en la realidad. A lo garrotazos, Massa logró días de gracia cambiaria que resultaron vitales. El problema es que, cuando estalla como una burbuja, la realidad puede quedar luego fuera de control. Desde el lunes, el largo camino a la definición se moverá al ritmo de la economía.
El resultado está lejos de despejar la inestabilidad. Y, en el trasfondo, el malestar transita sobre una superficie castigada. La semana pasada, una encuesta de Poliarquía que se realiza desde 2004 mostró que por primera vez la mitad de los argentinos están dispuestos a sacrificar la democracia.
En 1987, la política argentina generó una expectativa inédita de convivencia cuando el peronista Antonio Cafiero acompañó al radical Raúl Alfonsín cuando se mostraron juntos ante una multitud en el balcón de la Casa Rosada para defender la democracia frente a la amenaza golpista. Las décadas siguientes solo mostraron retrocesos. Convertir al adversario en enemigo se volvió un negocio. Fue la forma de inventar una épica donde solo existía cálculo para preservarse en el poder. Los ganadores y perdedores de este domingo enfrentan el desafío de recuperar la democracia, mientras a un costado se asoma el precipicio.
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