Elecciones 2023: nadie tendrá mayoría propia en el Senado a partir de diciembre
El futuro gobierno, cualquiera sea su color político, deberá negociar cada ley con un puñado de senadores de fuerzas provinciales y peronistas díscolos
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El gobierno que asuma el 10 de diciembre, cualquiera sea su color, no tendrá mayoría propia en el Senado y deberá poner a prueba su poder de negociación con un puñado de legisladores que quedarán boyando en medio de la grieta entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, los dos conglomerados que continuarán polarizando la Cámara alta hasta la siguiente renovación, en 2025.
En el escenario más favorable posible para cualquiera de los dos bandos, tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio alcanzarían un máximo de 35 bancas. En otras palabras, quedarían dos escaños por debajo del quorum reglamentario para habilitar una sesión y tener garantizada la aprobación de una iniciativa. La cifra está a kilómetros de la mayoría propia de 41 bancas, sin contar aliados provinciales, con la que inició Alberto Fernández su gobierno y que le permitió a Cristina Kirchner hacer de la Cámara alta su coto de caza privado hasta el año pasado.
Así, el centro de atención y de poder en la Cámara alta pasaría a centrarse en seis senadores -tres de fuerzas provinciales y otros tantos peronistas díscolos-, que tendrían en sus manos la llave de la gobernabilidad de la propia administración.
En cierta manera, el futuro podría replicar el presente que se vive en el Senado desde que Cristina Kirchner perdió el control de la cámara con la partida, en febrero último, de cuatro senadores del bloque del Frente de Todos. Una prueba de esto se vivió la semana pasada, cuando el kirchnerismo fracasó en su intento por darle acuerdo a la camarista Ana María Figueroa por la ausencia de dos peronistas díscolos de la bancada de Unidad Federal y de un aliado de un partido provincial.
Aliados del oficialismo
La tradición parlamentaria establece que las fuerzas provinciales que son gobierno en sus distritos y, por lo tanto, necesitan mantener una buena relación con la fuerza política de turno en la Casa Rosada, son las que siempre están más dispuestas a prestar sus manos.
En esta categoría entrarían a tallar los nombres de Mónica Silva, que reemplazará a Alberto Weretilneck, quien asumirá en diciembre como gobernador de Río Negro; y de los hasta ahora candidatos del Frente Renovador de la Concordia de Misiones (Carlos Arce y Sonia Rojas Decut lideran la lista), fuerza que hegemoniza la provincia y que apuesta a ganar la elección legislativa y llevarse los dos senadores por la mayoría, en alianza con la boleta presidencial de Unión por la Patria.
Tanto Juntos Somos Río Negro, que lidera Weretilneck, como los misioneros han sido firmes aliados del kirchnerismo en los últimos cuatro años, por lo que nada cambiaría en el caso de que el oficialismo lograra retener el poder. Pero tampoco sería extraño que, si llegase a cambiar de color el Gobierno, den un giro de 180 grados y respalden al nuevo oficialismo. De hecho, ambas fuerzas ya apoyaron en el Senado la gestión de Mauricio Macri, al menos hasta que a fines de 2018 empezó a resquebrajarse la administración de Cambiemos.
De todas maneras, estos senadores no serán los únicos disponibles para alcanzar mayoría en la Cámara alta a partir de diciembre, ya que seguirán en sus bancas tres de los peronistas rebeldes que en febrero fundaron el bloque Unidad Federal. Ellos son la cordobesa Alejandra Vigo, esposa del gobernador Juan Schiaretti, y los exoficialistas Carlos Espínola (Corrientes) y Edgardo Kueider (Entre Ríos).
Es difícil prever en estos momentos cómo decantará la bancada después de las elecciones, sobre todo si gana el kirchnerismo, pero en el caso de un eventual triunfo de Juntos por el Cambio podrían tallar con fuerza a la hora de inclinar la balanza de la puja política que tendrá al Senado como escenario a partir de fin de año.
En diciembre, el Senado renovará 24 legisladores, un tercio de su dotación, correspondientes a ocho provincias: Buenos Aires, Santa Cruz, Misiones, Jujuy, San Juan, San Luis, Formosa y La Rioja.
Este turno será exigente para Juntos por el Cambio, ya que deberá renovar 11 escaños, un tercio de los 33 que tiene actualmente. La parada no es fácil si se tiene en cuenta que deberá repetir los triunfos que obtuvo hace seis años en Buenos Aires y Santa Cruz, dos bastiones kirchneristas.
El peronismo, por su parte, renueva 9 de sus 31 senadores. Sin embargo, en estas elecciones se vencen los mandatos de dos legisladores de fuerzas aliadas por lo que, en realidad, también serían 11 las bancas que debería retener el oficialismo.
Como se dijo, en el mejor escenario posible, cada fuerza ganaría un máximo de 13 bancas y su rival un piso de 9. Así, en el mejor de los casos posibles, la fuerza mayoritaria tendría 35 senadores, mientras que su rival quedaría en 31 bancas.
En otro posible futuro, tal vez el más plausible, ambas coaliciones ganarían 11 escaños cada una y, entonces, el Senado quedaría empatado en 33 senadores por lado. En este supuesto, el Frente de Todos se impondría en Buenos Aires, Santa Cruz, Formosa y La Rioja; mientras que Juntos por el Cambio lo haría en San Luis, San Juan y Jujuy; en tanto que el Frente Renovador de la Concordia se quedaría con los dos senadores por la mayoría en Misiones.
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