Elecciones 2023 | Javier Milei votó y se quejó del doble sistema porteño: “Esto pasa por andar improvisando”
Fue a votar en la UTN pasado el mediodía, entre una nube de simpatizantes; llegó acompañado por su hermana y principal asesora, Karina
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Gritos aislados se escuchaban media hora antes del horario esperado de su llegada. “Aguante Milei”, gritó un automovilista que pasaba por la puerta de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), entre bocinazos. “Avisame si lo ves venir, eh”, decía una joven a su amiga, en el gélido mediodía de Almagro. Las mesas en la universidad ya presentaban demoras y, entre las filas y el frío, algunos se mostraban molestos. “¿Cuando se vaya Milei va a haber menos gente?”, preguntaba una señora disgustada a la policía.
Los alaridos desaforados de sus simpatizantes anunciaron la esperada y demorada llegada de Javier Milei, a las 12:59, por la esquina de Medrano y Córdoba. Vestido con su característica campera de cuero y un buzo azul eléctrico, el candidato de La Libertad Avanza bajó del auto a unas cuadras y decidió caminar hasta la UTN acompañado por su hermana y principal asesora, Karina. “Lo que pasa por andar improvisando”, reflexionó, mientras intentaba avanzar entre el tumulto de gente que le pedía fotos y autógrafos. Aludía a las colas e inconvenientes que se suscitaron en toda la Ciudad a raíz del sistema de elección concurrente (dos urnas, una con boletas de papel y otra electrónica).
“Firmame el libro”, “hacelo por mis hijos, Javier”, “sacalos a todos de una patada en el culo”, le gritaban en la vereda. Mientras cantaban “la casta tiene miedo” y “que se vayan todos”, los hermanos Milei se posicionaron en la fila para ingresar a la mesa 2228. Cuando el precandidato ocupó su lugar, le faltaba más de una cuadra para entrar al edificio universitario.
Facundo, 21 años, se acercó a la Medrano 951 media hora antes de que llegara su candidato favorito, acompañado por su mamá. Con celular en mano para fotografiarlo ni bien llegara, expectante, dijo a LA NACION que lo sigue “desde hace tiempo, desde 2018 o 2019″, cuando lo vio en persona en la Feria del Libro. Prefiere no arriesgarse a decir un resultado en concreto, ya que advierte de que se han registrado ciertas “irregularidades” en lo que va de la jornada electoral. Si tiene la oportunidad de volver a encontrarse cara a cara con él este domingo, explica: “Le diría que le deseo suerte, y que voy a seguir siguiéndolo”. Minutos después Facundo cumpliría su deseo al lograr conseguir una foto con el candidato, a pesar del tumulto de gente. “Pude. Quedará para el recuerdo”, celebró.
Lucas Ponce, de 32 años, votaba cerca y vino a apoyar al candidato libertario. “Lo sigo desde hace poco. Me gusta lo que propone. Esperemos que cumpla”.
“Va a venir con su pelo así, como Belgrano, y su campera de cuero. Soy su vecina hace más de 20 años, lo conozco”, aseguró una señora de 81 años, que prefiero no identificarse, mientras esperaba fuera de la Universidad a que su hija y su marido emitieran su voto. “Se que tiene un buen corazón. Sacaba a su perro con varias correas y balde para ayudarlo a hacer pis cuando ya estaba muy viejo. Eso es de alguien que es buena persona. No es así como se muestra, es tímido”.
Caos
Lo que empezó como un clima festivo, entre simpatizantes que coreaban “¡Viva la libertad, viva!”, desembocó en un caos de personas, empujones desmedidos e insultos de los votantes que esperaban su turno para votar en la larga fila y se llevaron la peor parte de la jornada.
“Que lo dejen pasar y que vote así se van todos a la mierda”, protestaba una señora esperando para entrar a la UTN en la hilera, harta de los empujones de la multitud que avanzaba lentamente a la par de Milei.
“El sistema está muy mal y se traduce en pérdida de tiempo de la gente”, opinó mentiras el libertario, a pesar de quienes insistían en que se salteara la fila, afirmó a los medios que esperaría junto a su “gente”.
Entre foto y foto, Milei indicó a LA NACION: “No tengo cábalas. Solo trabajar hasta el último momento y dejar todo”. Detrás de él, su hermana Karina evidenciaba disgusto en su rostro por la situación descontrolada.
Finalmente, Milei ingresó al edificio a las 13.38, ayudado por su equipo para caminar entre la marea de gente. Se dirigió a la mesa 2228, que lo esperaba dentro de un aula que en una placa de metal con letras doradas indicaba su nombre, como si fuese pensada para él: “Aula Libertad.” “Mirá el nombre del aula”, dijo Milei y la señaló, con una sonrisa en su rostro.
Justo cuando estaba por llegar a su puesto, un votante encolerizado lo cruzó por haberse salteado la fila dentro de la Universidad y por haber hecho de la jornada un caos con su presencia. “Hacé la fila viejo, estamos todos haciendo la fila”, le gritó el hombre. “Fijate bien lo que decís, yo sí hice la fila”, le respondió Milei.
Rodeado de gente, entre simpatizantes y periodistas, Milei efectuó primero su voto en papel y luego pasó al voto electrónico, sin mayores complicaciones y en cuestión de minutos, aunque desde su equipo confirmaron a LA NACION más tarde que se olvidó el DNI por unos minutos en el puesto de votación, por lo que regresó a buscarlo antes de salir de la escuela.
Salió de la escuela caminando con dificultad entre la gente, visiblemente abrumado. Inclusive, al hablar a los periodistas en las escalinatas de la UTN, tuvo un breve episodio en el que cerró los ojos, como si estuviera a punto de desmayarse. “Uh, ¿qué pasó?”, le preguntó Karina, preocupada.
“Estamos tranquilos, nosotros ya hicimos todo el trabajo que teníamos que hacer. Y ahora a esperar los resultados”, dijo finalmente Milei, quien esperará los resultados en el búnker del Hotel Libertador, ubicado en Avenida Córdoba 690, donde también planea almorzar junto a su hermana. “Milei, andate a la esquina que la gente quiere votar. Dejá votar Milei, dejá votar”, se quejaban mientras quienes esperaban para sufragar. “Ahí va la casta”, vociferaban en su contra otros.
“Vamos Milei, ¡bravo!”, lo despedían sus fanáticos al subirse a su auto, entre bocinazos de automovilistas que no podían circular por la cantidad de gente. Se fue por Medrano entre aplausos y gritos de sus simpatizantes. Minutos después, la zona quedó en completo silencio.
“Fue espantoso. Por suerte no me empujaron, pero fue una locura. Realmente espantoso”, definió a la jornada una señora, fastidiada, que formbana en la fila con su familia.
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