Elecciones 2023 | Cinco incógnitas que pueden ser claves para el balotaje entre Massa y Milei
El destino de los votos de la otras fuerzas, el nivel de participación y otros factores que podrían inclinar la balanza para uno u otro candidato presidencial
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El rumbo que tomen los más de 6 millones de votos que obtuvo la candidata de Juntos por el Cambio (JxC), Patricia Bullrich, será determinante en el balotaje presidencial que tiene como contendientes al ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, y Javier Milei, el postulante de La Libertad Avanza (LLA). Si en el electorado de JxC se impone el sentir opositor, y los votantes de Bullrich se vuelcan masivamente en favor del líder libertario, el último capítulo electoral se resolvería en favor de este. Sin embargo, no hay indicios de que Milei pueda capturar un porcentaje suficiente de esos votos para no depender de otros factores. Inclusive, una parte del voto que acompañó a Bullrich podría migrar hacia el ministro Massa.
De manera que detrás del comportamiento del electorado de Juntos por el Cambio, tan determinante como incierto, otros factores emergen con fuerza de cara a la definición. Con Bullrich en un virtual segundo plano, irrumpe la figura de Juan Schiaretti.
El gobernador cordobés, candidato por Hacemos por Nuestro País, logró duplicar la cantidad de apoyos obtenidos en el primer turno electoral, alcanzando más de 1.700.000 votos. Si no hay certezas sobre el traspaso del “voto Bullrich” hacia las filas libertarias, las dudas crecen con respecto al destino de los votos de Schiaretti que llevó adelante una campaña “antigrieta” y en cuyo perfil se combinan dosis similares de oposición con peronismo kirchnerista.
El grueso de sus apoyos se concentran en el distrito que gobierna (37%). Allí, el cordobés se impuso en los distritos del norte, pero por peso electoral, la vista estará puesta en la capital y sus alrededores, donde el peronismo no kirchnerista de Schiaretti, como en casi todo el resto de la provincia, se acomodó detrás de LLA. Córdoba capital, con más de un millón de electores, donde Schiaretti cosechó más de 230 mil adhesiones y Bullrich otras 200 mil, será el escenario principal de esa disputa.
El nivel de concurrencia a las urnas será otro elemento central en los comicios del 19 de noviembre. La baja participación marcó el compás del calendario electoral que se despliega desde febrero, cuando las PASO celebradas en La Pampa abrieron tempranamente el camino electoral. A partir de allí, la baja participación fue la pauta de conducta de un electorado que guardó distancia de las urnas en todas las provincias. Con todo, el domingo 22 hubo una fuerte alza: la participación pasó del 70 al 77%, la diferencia más amplia entre las PASO y las generales. No alcanzó, sin embargo, para rescatar a las elecciones del piso histórico de participación.
En este sentido, el feriado del lunes 20 -posterior al domingo de votación- se convirtió en un protagonista inesperado de una puja entre el oficialismo y la oposición por la presunta merma que podría generar en la participación del balotaje. La especulación que se teje en la oposición es que detrás de la reticencia del Gobierno a mover el feriado, se esconde una intencionalidad electoral que busca apartar de las urnas a los sectores con el poder adquisitivo suficiente para viajar durante el fin de semana largo; un electorado presuntamente identificado con la oposición. La especulación gana fuerza con otro dato: el reintegro del impuesto a las ganancias, a partir de la modificación en el gravamen, coincidió con el mes del balotaje.
Por primera vez desde que se instauraron las PASO en 2011, el Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad (FIT-U) logró retener en las elecciones generales lo conseguido en las primarias. Se trata de un total de más de 700 mil adhesiones que, en los términos del propio espacio, están sometidas a rever su voto y optar entre la “derecha que encarna Milei” y la política de “sometimiento al FMI” del ministro Sergio Massa. El PTS, la pata más preponderante de la coalición de izquierda -a la que pertenecen tanto Myriam Bregman como Nicolás del Caño, los integrantes de la fórmula- enunció recientemente su “neutralidad” frente al balotaje: “Desde ya que llamamos a no votar a Milei, sin embargo desde la izquierda no podemos darle ningún tipo de apoyo político ni electoral a Massa”, decía el comunicado que compartió Bregman, que expresa la tensión que supone el balotaje para el frente de Izquierda. El Partido Obrero (PO), otra de organizaciones, hará publica su postura el domingo próximo y se presume que irá en la misma dirección que la del PTS: la neutralidad crítica.
Con otra escala electoral, la situación que se da entre el FIT-U y el ministro Massa es similar a la que se da entre Bullrich y Milei. La duda aquí pasa por la totalidad de apoyos que el ministro Massa pueda extraer de allí dado que según las encuestas, es improbable que Javier Milei se vea fortalecido electoralmente por el frente de izquierda. Casi el 90% de los votos 700 mil votos del FIT-U se reparten entre la provincia de Buenos Aires y CABA.
Al igual que en las elecciones de 2015, el voto en blanco se redujo sustancialmente entre las PASO y las generales. De los más de 1 millón 300 mil personas que optaron por pronunciarse en la urnas sin respaldar a ningún candidato, quedaron un poco más de 500 mil (2%). El atractivo de la definición puede ser un aliciente para el pronunciamiento en favor de uno u otra candidato, pero el rechazo que generen un fuerte contrapeso dentro de este universo de votantes. En el único antecedente de balotaje, disputado entre el expresidente Mauricio Macri y Daniel Scioli, el voto en blanco paso del 2,5 en la primera vuelta al 1,18%.
Al igual que en las generales, el voto en blanco es un voto válido pero no “afirmativo”, lo que significa que se excluye de la base sobre la cual se calculan los porcentajes de los candidatos. Es decir que a mayor cantidad de voto en blanco, la base electoral se recorta y los porcentajes de los candidatos crecen. Por el contrario, en las PASO el voto en blanco se contabilizó como un “candidato” más y no afectó la base de cálculo.
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