Elecciones 2021: Cristina Kirchner, sin quórum propio en el Senado estará obligada a negociar
Ya no contará con la mayoría como en los últimos dos años y tendrá que hacer algo a la que no es muy afecta: dialogar con la oposición
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A los problemas de tener que remendar una coalición política cruzada de internas y un gobierno tambaleante que no deja de cometer errores, Cristina Kirchner deberá enfrentar un Senado que ya no estará rendido a sus pies, con un peronismo en franco retroceso y números que la obligarán a sentarse a negociar con la oposición, algo que no está acostumbrada a hacer.
El impacto en la vicepresidenta del resultado electoral de este domingo se conocerá en los próximos días, cuando sus gestos y decisiones empiecen a salir a la superficie. Por lo pronto, el Frente de Todos perdió la mayoría, lo que implica que Cristina Kirchner tendrá que sentarse a negociar los votos de fuerzas provinciales para hacer funcionar el Senado tras confirmarse las derrotas en La Pampa y de Chubut.
“Si alguien piensa que va a cambiar y a claudicar, están equivocados”, advierten en los círculos más ultras del kirchnerismo de la Cámara alta. Saben con los bueyes que aran y que ante cada crisis política Cristina Kirchner siempre optó por acelerar a fondo y salir hacia adelante.
El peronismo retendrá la condición de primera minoría, ya que seguirá teniendo más senadores que Juntos por el Cambio, el principal bloque opositor. Esta situación le dará a la vicepresidenta el pie para dar la primera batalla en el reparto de las comisiones. La de Acuerdos, por donde pasan la designación de los jueces, es la que más importa para el oficialismo, sobre todo cuando es inminente la vacante en la Corte que dejará Elena HIghton.
Con ese argumento, el Frente de Todos se prepara para la pelea por retener la mayor cantidad de presidencias y la mayor cantidad de miembros en cada uno de los cuerpos de trabajo legislativo. Si bien perdería la mitad más uno que tiene ahora, no faltarán senadores de fuerzas provinciales afines o filoperonistas ubicados en las comisiones estratégicas que estén dispuestos a poner su firma para que el kirchnerismo pueda alcanzar la mayoría y emitir dictamen. Al fin y al cabo, la temporada de “borocotización” está siempre abierta en el Congreso.
La única forma en la que el peronismo podría perder la primera minoría es que toda la oposición se una en un gran interbloque. Esto ya ocurrió en 2009, cuando en el Senado se replicó el denominado “Grupo A” de la Cámara de Diputados y, con peronistas disidentes a bordo, se quedaron con el control de las comisiones.
Aquella unión transitoria legislativa, en la que participó Carlos Verna -lo cual explica en cierto modo los problemas del oficialismo en La Pampa en este turno electoral-, fue efímera. En abril de 2010, aquel rejunte de radicales, peronistas disidentes y provinciales saltó por los aires cuando Carlos Menem, hábilmente negociado por Miguel Pichetto, hizo fracasar el intento de la oposición de rechazarle el acuerdo a Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central.
Ayuda para aprobar leyes no le va a faltar al gobierno de Alberto Fernández. El rionegrino Alberto Weretilneck dijo que analizará “ley por ley”, pero lo cierto es que, salvo excepciones, votó casi todos los proyectos impulsados por el oficialismo, incluso los surgidos de las usinas del Instituto Patria.
Otro caso de buena predisposición es el de Magdalena Solari Quintana (Misiones). Si no se pasó con armas y banderas al kirchnerismo en noviembre de 2019, como lo hizo Maurice Closs, su entonces compañero de bancada, fue porque el líder del Frente Renovador de la Concordia, Carlos Rovira, pudo contenerla con lo justo y retener una cuota de poder en el Senado. El tiempo terminará dándole la razón al experonista misionero, que ahora tendrá en su legisladora una poderosa arma de negociación cuando su provincia requiera ayuda del gobierno nacional.
Por último, Cristina Kirchner podría tener que enfrentar algún conato de rebelión interna. Cantos de sirena no faltarán, con la llegada de Alejandra Vigo, esposa del gobernador Juan Schiaretti, como senadora por Córdoba, y la decisión del veterano peronista de levantar el perfil a nivel nacional.
Parece que esa tarea de seducción ya empezó y no precisamente por el lado del oficialismo. En el kirchnerismo ya están alertados de que el peronismo cordobés ha mantenido contactos con misioneros y rionegrinos con el objetivo de tentarlos para crear un polo de poder que se ubique en el medio de la grieta. Si logran unirse, podrían tener las llaves del Senado por los próximos dos años.
Por ahora, los senadores oficialistas “resisten” atados al palo mayor de la nave K. Si bien algunos deslizaron en medios de comunicación la posibilidad de armar rancho aparte, lo cierto, es que en la reunión de bloque posterior a la dura derrota de las primarias, de la que participó Cristina Kirchner, nadie se animó a abrir la boca.
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