Elecciones 2019: los votos le dieron a Macri la fortaleza para reclamar el liderazgo opositor
El escaso margen de la derrota de Mauricio Macri en las elecciones cambió el escenario dentro del macrismo. Aquellos que trabajaban para reconstruir un espacio opositor bajo nuevos liderazgos tendrán una tarea difícil por delante. Mauricio Macri ya había avisado que no se iba a ningún lado y su intención era mantener la centralidad. Y la remontada de ayer actuó como una prueba de mando.
Así, la primera etapa de Macri fuera del poder podría hacer emerger la tensión hasta ahora subterránea entre algunos de los principales protagonistas de Juntos por el Cambio. El Presidente, que ayer superó la marca del 41 por ciento –cifra con la que ganó Cambiemos hace dos años en todo el país–, cree que las multitudinarias marchas del "Sí se puede" le dieron el mandato de seguir como jefe del espacio, y a partir del 10 de diciembre, como líder de la oposición.
"Esto recién comienza. Vamos a estar acompañándolos, ejerciendo una oposición sana", anticipó ayer Macri, desde el escenario. "¿Qué otro dirigente puede llenar una plaza?", se envalentonó ante unos pocos dirigentes el Presidente en los últimos días. Nadie respondió, pero entre ellos estaba la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, una de las abanderadas de la construcción del posmacrismo sin Macri. Vidal no es la única; no son pocos los dirigentes que pretenden jubilarlo, algo que generó malestar en Macri. La actitud del Presidente choca de frente con la expectativa que tienen algunos, como Vidal; Horacio Rodríguez Larreta; el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo –otro de los que hicieron una gran elección–; el flamante senador electo Martín Lousteau –siempre bajo la atenta supervisión de Coti Nosiglia–; el saliente presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el flamante diputado Cristian Ritondo, y el vicejefe de gobierno, Diego Santilli, entre otros. "Si la diferencia es igual a las PASO, me quedo conforme; si es un poco menos, feliz", lanzó, irónico, un hombre que trabaja en la reconstrucción sin Macri ni Peña. Finalmente, eso no ocurrió, más bien todo lo contrario. Macri consiguió retener el mismo caudal de votos que en las legislativas de 2017, cuando consiguió un triunfo en todo el país. La diferencia, en aquella oportunidad, fue que el peronismo no fue unido.
Entre los que promueven cambios internos, todos miran a Rodríguez Larreta, que al lograr retener el poder en la comarca macrista en primera vuelta –por primera vez en la historia no habrá segunda vuelta–, la ciudad de Buenos Aires, quedó como sucesor natural. Pero el jefe de gobierno porteño ya avisó que no reclamará ese espacio ni cree que sea el momento para dar ese debate. "Horacio no construye así", aseguró un hombre de su máxima confianza. Mientras se resuelven las cuestiones de fondo, lo que cambiará es la forma en la que se toman las decisiones. Hasta el 10 de diciembre, todos proponen, pero Macri es quien define. El poder es verticalista. Eso ya no será así, todo se debatirá en una mesa. Es lo que aseguran quienes alientan una nueva jefatura colegiada.
La diferencia de puntos dejó a Macri y a su mano derecha, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en una posición expectante y dispuestos a resistir. El mayor interrogante pasa por lo que pueda ocurrir con el ministro coordinador, a quien varios dirigentes de peso del macrismo le cargan la mochila de los errores en la estrategia electoral que desembocó en la paliza electoral. Pero la última remontada también cambió este panorama. El interrogante quedó instalado.
Mientras todos mantienen bajo radar las diferencias, la máxima premisa hoy está puesta en lograr mantener la unidad. Una certeza anida en las tres fuerzas de Cambiemos: juntos podrán plantarse ante el peronismo y condicionar a Alberto Fernández. Separados no tendrán ninguna oportunidad frente a un peronismo decidido a recuperar la centralidad del poder. La derrota por escaso margen dejó a la alianza con una fortaleza suficiente para plantarse, por ejemplo, en el Congreso. Otro tema fundamental involucra a la Justicia. Es que las mayorías parlamentarias se ven reflejadas en los Consejos de la Magistratura. Y, a su vez, este organismo necesita de una mayoría agravada para remover jueces o fiscales. Por ejemplo, con un tercio de escaños en la Cámara alta, Cambiemos podría bloquear juicios políticos y poner bolilla negra a las designaciones del procurador y los miembros de la Corte.
Mientras tanto, en la UCR se frotan las manos y se preparan para lo que viene, ya que a partir del 10 de diciembre será la fuerza con mayor representación –contará con tres gobernadores, 45 diputados y cerca de 15 senadores–. Con ese escenario, la cúpula radical exigirá un cambio de las reglas de convivencia: esa es la aspiración del tándem que componen Cornejo y Lousteau. Pero antes, al igual que en el macrismo, tendrán que resolver la interna con el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien también aspira a convertirse en un primus inter pares.
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