Elecciones 2019: Fernández al gobierno; Fernández al poder
Como Fidel Castro con Dorticós, Putin con Medvedev o el propio Perón con Cámpora, para los líderes absolutistas los cargos formales son relativos. Ellos son el poder, estén en el medio del escenario o al costado. A veces hasta prefieren un presidente o primer ministro marioneta para liberarse del agobio gubernamental diario y tener las manos libres para tejer las grandes estrategias desde las sombras. Suerte de delegados, más que mandatarios, que responden con mansedumbre al jefe verdadero. Aunque en 1973 falló la alquimia "Cámpora al gobierno; Perón al poder", Cristina Kirchner intentará demostrar que puede más que el mismísimo creador del justicialismo.
El peronismo, experto en emociones de alto impacto durante toda su historia, una vez más vuelve a sorprender desde su ala más radicalizada con una jugada cuyo sentido último todavía es difícil de desentrañar. Con matices diametralmente distintos, sin embargo, el tono sosegado del audio de la viuda de Kirchner anunciando que será candidata a vicepresidenta evoca aquella otra pieza oratoria en la que Eva Perón , al revés, renunciaba a esa candidatura por la presión militar y por su propia grave enfermedad que la llevó a la tumba meses después.
Como en un culebrón lleno de paradojas, la acción va y viene estableciendo caprichosas reediciones. Si en 1952 no pudo ser la fórmula Perón-Perón (por defección de Eva), pero sí lo fue con Isabel, en 1973, ahora se viene la formula Fernández-Fernández. El humor pendenciero del peronismo nunca declina aun cuando pueda tener funestas consecuencias.
La multiprocesada senadora inicia sus grandes maniobras para recuperar el poder no solo despistando al gobierno de Cambiemos sino descolocando a sus propios compañeros partidarios no kirchneristas que planean una fórmula que la aísle.
Como en un culebrón lleno de paradojas, la acción va y viene estableciendo caprichosas reediciones. Si en 1952 no pudo ser la fórmula Perón-Perón (por defección de Eva), pero sí lo fue con Isabel, en 1973, ahora se viene la formula Fernández-Fernández. El humor pendenciero del peronismo nunca declina aun cuando pueda tener funestas consecuencias
Ahora, Cristina Kirchner canta "quiero retruco" y los otros jugadores, al borde del soponcio, orejean con qué cartas contestarle.
Ya lo dijo Hugo Moyano : "Los peronistas somos así, un día decimos una cosa y después otra". Tal vez haya más sorpresas no aptas para enfermos cardíacos de aquí al cierre de listas, dentro de poco más de un mes.
Dos asignaturas colosales tiene aún pendiente por cumplir la democracia recuperada en 1983. La primera, y más importante -a pesar de los demoledores esfuerzos efectuados por el kirchnerismo para impedirlo y a los propios graves errores de gestión en los que incurrió el gobierno de Cambiemos-, está a punto de saldarse: es un hecho que el próximo 10 de diciembre un presidente no peronista elegido en elecciones libres y sin fraude de por medio por fin pueda culminar normalmente su mandato, algo que no sucede aquí desde hace nada menos que 91 años (Marcelo T. de Alvear fue el último, en 1928). No es un dato menor. Alcanzar ese logro será un gran hito en sí mismo que tendrá enormes consecuencias benéficas sobre el sistema democrático. Por eso se hace tan necesario en esta hora abroquelarse para impedir que quieran destruirlo desde adentro.
La otra asignatura pendiente, vital para normalizar de una vez y para siempre la democracia argentina es explorar en serio si hay una posibilidad concreta de "peronismo republicano", si eso no fuera un mero oxímoron.
La mala noticia es que cada vez que el peronismo buscó institucionalizarse (con Domingo Mercante, en 1951; Ítalo Luder, en 1975; Antonio Cafiero , en 1988; Bordón-Chacho Alvarez, en 1995 y, tal vez, Reutemann o De la Sota , en 2002), siempre el PJ disparó para el lado hegemónico. No es una casualidad: es el que le ha dado mayores éxitos electorales en toda su historia (tres presidencias de Juan Domingo Perón; dos mandatos de Carlos Menem y otros tantos de Cristina Kirchner). Ahora nuevamente la expresidenta intenta con su sorpresivo movimiento descolocar el intento de los peronistas que exploran carriles más democráticos y menos autocráticos.
La semana que acaba de pasar fue pródiga en noticias relacionadas con el justicialismo. Hasta el bombazo anunciado por la viuda de Kirchner esta mañana, la más importante, por sus implicancias electorales, había sido el triunfo arrasador del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti , quien podría encarnar ese giro copernicano si quiere influir más allá de su terruño, jugar en las ligas mayores y ordenar a la desvaída Alternativa Federal ( Lavagna incluido). "No soy el macho alfa", le aclaró a ese sector (aunque convocó a sus presidenciables) y también dijo algo más que auspicioso: "No habrá futuro para el peronismo si no es republicano". En la semana que comienza, Schiaretti se verá dos veces con el presidente Mauricio Macri .
Pero los demás acontecimientos que sucedieron en estos días estuvieron muy lejos de anunciar la posibilidad cercana de un utópico "peronismo republicano". El conmocionante anuncio en la mañana de hoy claramente tampoco parece ir por ese lado.
Pero hay más. Veamos: la CGT no solo llamó a un paro general para el 29 de mayo, sino que se descolgó con un extemporáneo pedido al Vaticano de llevar a los altares a Eva Perón. ¿Religión o partido político?
El Chino Navarro, en su visita al programa Terapia de Noticias , de LN+, nos recordó algo que Perón no se cansaba de repetir: el PJ no es un partido, es un "movimiento", una expresión inquietante para una democracia formal que implica que el arco de esa agrupación no está fijo siempre en el mismo lugar sino que se mueve sin demasiados pruritos ni principios con tal de volver al poder de la forma que sea. La expresidenta es una experta en ilusionismos de alto calibre y acaba de dar otra muestra de ello.
Navarro mismo es un caso típico: había tomado distancia del kirchnerismo y ahora volvió a acercarse, igual que Alberto Fernández -el flamante candidato presidencial-, que despotricó años contra Cristina Kirchner y ahora no solo es su vocero, sino que es su principal lobista en la Corte y hasta se da el lujo de amedrentar públicamente a los jueces que tienen en sus manos los once procesamientos de la viuda de Kirchner.
Y no solo Navarro y Fernández, sino todos los referentes justicialistas que posaron hace unos días para la foto con ella en el centro y de blanco, casi en modo escolar, sin que mediara siquiera una mínima disculpa por haber ninguneado al partido durante quince años y, por sobre todo, por la grosera escucha que trascendió públicamente donde mandó a esos y otros dirigentes a que "se suturen el orto" (sic).
Posaron igual con ingenua mansedumbre en la ilusión de que Cristina Fernández comparta con ellos los frutos de un nuevo triunfo electoral de su facción. La senadora multiprocesada los invita nuevamente a cruzar el río hacia la otra orilla -"en el lugar que sea", dijo en su versión abuenada, aunque ella misma se acaba de autoencomendar la candidatura a vicepresidenta-, casi como el escorpión que lleva en su lomo la rana en el célebre cuento.
Y para completar ese inefable día "de unidad" -todo parece haber pasado hace mucho tiempo, tal es el vértigo que impone la sorpresa de hoy-, la Corte Suprema pedía en esas mismas horas el expediente del primer juicio oral contra la expresidenta a pocas horas de su comienzo. La contundente repulsa en las redes sociales y en los cacerolazos hizo recular al alto tribunal e impidió la impunidad...por ahora.
Los campeones de la "democratización de la Justicia" -el frustrado intento más grave de Cristina Kirchner para condicionarla cuando estaba en el poder y que la Corte debió declarar inconstitucional- ahora acusó al Gobierno de "apretar" a los "supremos".
Lo dijo muy claramente Cristina Kirchner en su presentación en La Rural de su exitoso libro dictado -"Aquí no hay neutrales"-: lo que se va a disputar en las próximas elecciones no es un modelo económico con tantas fallas como el actual sino si queremos continuar dentro del sistema o si votamos por salirnos del mismo. Esa es la crucial encrucijada que deberemos resolver en las urnas. Los demás -inclusive la impactante novedad conocida hoy- son fuegos de artificio para distraer a los incautos en la marcha hacia ese objetivo inquietante.
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