Elección clave. Alberto Fernández pone en juego la administración de su gobierno y su futuro político
El Presidente espera que un triunfo le permita morigerar el peso del kirchnerismo, que reclama cambios en su administración; prepara proyectos para dinamizar la economía
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Llegó la primera escala de una aventura con final abierto para Alberto Fernández. “Estoy tranquilo, estamos bien”, dijo el Presidente en la antesala de una elección determinante para su futuro político. “Todo lo que podía hacer se hizo y lo que había que hacer y no se hizo ya no hay tiempo”, explicó a LA NACION el jefe del Estado.
Fernández, que votará hoy por la mañana en la Universidad Católica Argentina, en Puerto Madero, decidió poner el cuerpo en una carrera que culminará el 14 de noviembre y para la que solo hay dos finales posibles.
Un triunfo tendrá el peso de una sentencia dentro de la interna del Frente de Todos y morigerará el peso de aquellos, como Cristina Kirchner, Sergio Massa y La Cámpora, que pretenden un cambio de timón de la gestión, pero especialmente de algunas figuras claves cercanas al Presidente. Al menos eso es lo que avisaron desde la Casa Rosada.
Una derrota, en tanto, le atará las manos para contener el avance de sus socios sobre su administración. Sin capital político propio, marcará el comienzo del fin de una gestión atravesada por las dificultades externas e internas y abrirá el debate sobre sus posibles sucesores.
Pese a los errores que marcaron la campaña, como el Olivosgate, Fernández está confiado en que obtendrá el respaldo social para avanzar con la agenda que prepara desde hace semanas y que comenzará a implementar desde mañana.
“La profundidad de la crisis es enorme. Lo que se está viendo no es un rebote lo que se está viendo es la reconstrucción de la economía real. Con mucha inversión real. Eso se ve”, destacó el Presidente. En su equipo algunos consideran que la previsión de crecimiento para este año del 7 por ciento es conservadora.
En la Casa Rosada reconocieron que la situación social es “difícil” y que uno de los desafíos más grandes que deberán enfrentar a partir de la semana que viene es el “malestar general”, algo transversal en toda la sociedad.
En las encuestas que el Presidente y sus principales funcionarios consumen a diario se repite un registro: ante la pregunta sobre cómo está el país, el 60% responde que está mal. Cuándo le preguntan a la gente por el futuro, el mismo porcentaje da un pronóstico malo. Pero hay un número al que en el Gobierno le dan una significancia superior: ante el interrogante de cómo está su economía, el número se invierte, el 60% dijo en los últimos registros que “está bien”.
En ese escenario, el clima de apatía y desencanto, dijeron cerca del mandatario, está “fomentado” por los medios de comunicación y las redes sociales. “Hoy la sociedad está alterada”, graficó un hombre con acceso diario al despacho presidencial.
Gabinete y medidas
El Presidente preparó en los últimos días con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; su vocero, Juan Pablo Biondi, y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello –sus incondicionales– todos los detalles de lo que ocurrirá en el búnker del Frente de Todos, en Chacarita. Una de las cuestiones que el jefe del Estado buscó imponer es no caer en triunfalismos. “No hay clima para eso”, dijo uno de sus funcionarios de confianza.
Algunos, incluso, le sugirieron que aproveche el escenario, siempre en el caso de un triunfo, para mandar un mensaje de concordia y convocar a todas las fuerzas políticas a trabajar en las principales urgencias que atraviesa la Argentina.
El Gobierno ya tiene listos una serie de proyectos de ley para enviar al Congreso, con beneficios para los sectores automotriz, electromovilidad, energía y agroindustria. “Todas iniciativas que son promotoras de la economía”, prometieron cerca del mandatario. Y agregaron: “Poner la rueda en funcionamiento, eso es lo que viene”.
El Presidente confía en que el resultado también le permitirá dosificar los cambios de su equipo a su tiempo y forma. El llamado a “poner orden” que exigió la vicepresidenta aún no se cumplió y Alberto Fernández tiene decidido resistir. “El gabinete que tenemos es de súper acción”, describieron allegados al mandatario.
Fernández valora los esfuerzos que hicieron todos sus ministros para “inventar algo para resolver los problemas que nos planteó la pandemia”. En esa lista incluye el programa ATP, el IFE, que alcanzó a 9 millones de beneficiarios; los microcréditos, la baja de tasas y el cambio en el impuesto a las Ganancias.
Es por eso que no está dispuesto a entregar a sus ministros, al menos a los que tienen su cabeza en juego por la presión interna, entre ellos el ministro coordinador, Martín Guzmán (Economía), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Claudio Moroni (Trabajo). El cambio, en caso de un triunfo del Frente de Todos, será gradual y llegará recién para fin de año; eso sí, ninguno de los nombres apuntados por el kirchnerismo duro dejará su cargo.
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