Elaskar desligó a Báez y apuntó a sus socios por la compra de "La Rosadita"
Dijo que Chueco y Pérez Gadín llevaron a cabo la operación a espaldas del empresario
Una nueva teoría emergió ayer sobre la polémica venta de la financiera SGI, más conocida como "La Rosadita", para intentar desligar a Lázaro Báez de la operación. Federico Elaskar, ex dueño de la firma, aseguró que la sociedad fue adquirida por los socios del empresario con dinero que le habrían robado a su jefe, informaron fuentes judiciales.
Elaskar señaló directamente al contador Daniel Pérez Gadín y al abogado Jorge Chueco como los responsables de la maniobra, que culminó con distintos tipos de amenazas.
Elaskar negó haber participado de una asociación ilícita dedicada al lavado de dinero, intentó despegar a Báez al apuntar a los colaboradores y dio detalles sobre las violentas amenazas en las siete horas que declaró ante el juez Sebastián Casanello por la causa conocida como "la ruta del dinero K". Negó, además, tener cualquier tipo de vínculo con los Báez y los Kirchner, pero admitió una relación de "dos meses" con el valijero Leonardo Fariña, que luego trabajó para los Báez en "La Rosadita".
La financiera SGI fue adquirida por Helvetic Service Group, una enigmática sociedad suiza cuyo apoderado es Chueco, uno de los abogados de Báez. La financiera resultó clave para el esquema de lavado de dinero que habría implementado Báez para sacar plata a distintos paraísos fiscales, como Panamá, Belice y Suiza.
La Justicia sospecha que el dinero que salió del país a través de la financiera SGI tiene un origen ilícito vinculado a los millonarios contratos de obra pública que Austral Construcciones obtuvo durante la gestión de los Kirchner. El juez Casanello investiga ahora cuentas bancarias por unos 20 millones de dólares cuyos beneficiarios son Báez y sus hijos.
Elaskar sostiene que la operación por la venta de "La Rosadita" se pactó en US$ 9 millones, pero que tanto Pérez Gadín como Chueco le pagaron menos del 50% de esa cifra. "Es evidente que Báez se negó a pagar cuando se dio cuenta de que habían comprado la sociedad con dinero que le habían mejicaneado", explicaron desde la defensa de Elaskar. Cuando se cortaron los pagos -agregaron- llegaron las amenazas. "Le mandaban mails con la foto de su novia", dijeron en su entorno.
Un negocio familiar
"La Rosadita" es clave para la causa, además, por el video que captó a Martín Báez, el primogénito del empresario, mientras contaba cinco millones de dólares en una de las oficinas de la firma que funcionaba en el edificio Madero Center, en Puerto Madero.
Después de la difusión de esas imágenes, el juez Casanello procesó al hijo de Báez. Su padre, Lázaro, y sus colaboradores Pérez Gadín y Chueco permanecen detenidos acusados de participar de una asociación ilícita. Casanello deberá determinar ahora la situación procesal de Elaskar, que está imputado por lavado de dinero.
Martín Báez volvió a declarar la semana pasada en la causa. Reconoció en un escrito que entregó ante el juez que puede aparecer como beneficiario de las cuentas suizas, pero que su padre nunca le informó sobre esa potestad que -sostuvo- el empresario les había dado a sus hijos por la relación de confianza que mantenía con ellos.
Como ocurrió con Elaskar, el mayor de los Báez apuntó sobre los colaboradores, en especial sobre el contador Pérez Gadín, "que asesoró a Lázaro Báez en diversos operaciones locales e internacionales" y aparece como apoderado de las cuentas.
Entre las indagatorias previstas por Casanello en "la ruta del dinero K" también aparece el propio Lázaro Báez, que deberá presentarse ante el magistrado el próximo 6 de junio. Antes había declarado Leandro, el hijo menor de los Báez. Su testimonio, en cambio, comprometió más a su padre, al señalarlo como el responsable de haber tomado todas las decisiones "de forma inconsulta y sin mediar diálogo" en Austral Construcciones.
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