El voto de María Eugenia Vidal, sin su camperón negro de cábala: "Siempre tengo esperanza"
Tal vez fueron gritos de desahogo. O, quizás, de esperanza. Incluso, hasta pudieron ser de despedida. Pero cuando la gobernadora María Eugenia Vidal entró en la escuela Don Bosco, en Castelar, para emitir su voto para las elecciones generales se vivió mucha más intensidad que en las PASO. Más allá de las ya habituales selfies, que Vidal atendió con una sonrisa, se escuchó un grito que retumbó en las paredes. ¡Vamos, vamos gobernadora!, exclamó un hombre y lo siguieron los aplausos y arengas de las personas que esperaban a la funcionaria y que la acompañaron casi hasta su mesa, la 658.
Según confiaron sus asesores, Vidal está "tranquila". "Estuvo muy golpeada después de las PASO, pero al final se dedicó a disfrutar de la campaña. Quedó muy contenta con el acto de cierre en Vicente López", contó una fuente minutos antes de que la gobernadora llegara al colegio.
Vidal arribó pasadas las 10.15 en la misma camioneta plateada que utilizó en las PASO. Sin embargo, la gobernadora bajó media cuadra antes de la escuela y caminó los últimos metros hasta la puerta. Como la otra vez, solo la acompañaban un par de asesores y la consigna era no dar declaraciones hasta después de votar. Sin reparos, unos cuantos jubilados la interceptaron, la besaron y le pidieron fotos.
"Estuvo muy golpeada después de las PASO pero al final se dedicó a disfrutar de la campaña. Quedó muy contenta con el acto de cierre en Vicente López"
Con una sonrisa, aunque sin decir más que un "gracias", Vidal se abrió paso entre la multitud, caminó unos metros, dejó una bolsa de facturas en su mesa y, sin hacer colar, votó. Cuando salió del cuarto oscuro hubo otro estallido de aplausos y después las fotos de rigor con las autoridades de mesa y a las cámaras de la prensa. "Mirá para acá, mirá para acá", le gritaba un grupo de señoras, que se mezclaron entre los cronistas con tal de tener una buena foto.
Al ojo atento, sorprendió que la gobernadora no llevara puesto su camperón negro, el mismo que la acompañó durante toda la campaña de 2015 y con el que llegó a votar en las PASO. Si bien la prenda funcionó como una cábala, por algún motivo, hoy quedó fuera de la foto. Tal vez porque en ese momento el cielo se había despejado y empezaba a subir la temperatura o tal vez para no repetir el resultado de las primarias.
"Ahora vuelvo a mi casa a ordenar todo un poco, acompaño a mis hijas a votar y después voy a almorzar con mis padres", sintetizó la gobernadora en una improvisada conferencia con los periodistas del lugar. Más temprano, Vidal estuvo en su casa y, a diferencia de las PASO, no recibió a dirigentes. La noche anterior había cenado con amigos. "Me voy con mucha tranquilidad. Siempre tengo esperanza", cerró la funcionaria, quien irá al búnker de Juntos por el Cambio alrededor de las 20.
Antes de subirse a la camioneta hubo una nueva ronda de aplausos y un cántico en conjunto que no se había escuchado el 11 de agosto: "Sí, se puede"
Después de ese breve intercambio, Vidal emprendió la retirada, no sin antes atender a unas cuantas selfies, besos y abrazos de quienes la esperaban en la puerta. Entre los gritos de "te amo" se mezclaban las indicaciones severas de sus asesores y asistentes que pedía que dejaran caminar a la gobernadora.
Antes de subirse a la camioneta hubo una nueva ronda de aplausos y un cántico en conjunto que no se había escuchado el 11 de agosto: "Sí, se puede".
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