El voto de los jóvenes, una clave de las PASO que se proyecta sobre las elecciones presidenciales
Milei logró capturar una parte importante de un segmento que hoy le da la espalda al oficialismo y a JxC; “absorben la frustración de los padres y los abuelos”, señala el psiquiatra José Abadi
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El “voto joven” siempre ha sido un componente electoral ineludible para analistas y candidatos con aspiraciones. Sin embargo, el segmento parece haber cobrado un especial protagonismo en las últimas PASO. Los análisis indican que, quizás por primera vez, el voto joven representó un factor vital en la composición del voto ganador: el -casi- 30% que Javier Milei, el líder libertario, recogió en las urnas fue un voto transversal, largo y profundo, tal como indicó el mapa que se tiño de violeta, pero su piedra angular, por fuera de la variable emocional, fue el voto joven.
Esa porción del padrón, que según la medición que se tome encuentra distintos largos -las más extensas lo llevan hasta los 30 años- por su presencia, como en el caso de La Libertad Avanza, o por su ausencia, como en el caso de Juntos por el Cambio, tiene mayor peso en la composición del voto opositor. Los candidatos tomaron nota.
Para ensanchar su base electoral, en uno y en otro espacio -aunque de distintos modos- ponen el ojo sobre los jóvenes. En el cierre de campaña y pese a cierta resignación que reina en las filas de Juntos sobre el tema, Patricia Bullrich, la candidata de JxC, llamó a convencer a “nietos” e “hijos”, mientras que Milei, vía Twitter, a las “tías” a los “madres” y a las “abuelas”.
A LOS JÓVENES
— Javier Milei (@JMilei) October 17, 2023
Este movimiento nació con ustedes. Cansados de los mismos politicos de siempre, de las mismas ideas de siempre y de los mismos fracasos de siempre. Sin ustedes no hubiéramos llegado hasta acá.
Pero necesitamos un esfuerzo más. Necesitamos que este domingo lleven…
Aunque el segmento siempre fue más esquivo para JxC, el espacio supo representar lo “nuevo” hace no tanto y encontrar algún eco en la juventud. Con el cartel más deslucido, la idea del cambio, siempre atractiva para los jóvenes, permanece, pero el voto ya no.
“De pronto, de ser un nuevo espacio para la política se transformó en un espacio representativo de los adultos mayores”, apunta Daniela Barbieri, socióloga e integrante del Observatorio Pulsar de la UBA. “Solo es competitivo en segmentos mayores de 60 años. De mínima, es significativo”, apunta Barbieri, para quien el “voto joven” constituye una de las claves electorales. “No solamente por el caudal electoral que representa en el padrón este año, los votantes entre 16 y 35 rondan el 40%, es una de las claves para entender el fin de época al que nos avecinábamos en este 2023″, describe.
Una encuesta de Federico González, realizada hace pocos días, acompaña los dichos de Barbieri sobre JxC. Bullrich, señala el trabajo, de los votantes de entre 17 y 25 años, extrae menos del 3% de su potencia electoral.
Tampoco allí abreva el oficialismo. Aunque menos afectado por esta variable, ese porcentaje no llega al 10%. En otros tiempos, el Frente de Todos, hoy Unión por la Patria, enseñó sintonía fina con ese caudal de votantes. Ha ensayado intentos dispares para recapturar la vitalidad que en su momento supo darle La Campora, muy asociada a la juventud en su surgimiento, pero que fue perdiendo el brillo juvenil al calor de un sostenido retroceso económico. La tercera edición del programa de viajes gratuitos para egresados, o los controversiales dichos de la ministra de Desarrolla Social, Victoria Tolosa Paz -hoy rezagada con la caída en desgracia del albertismo- en una entrevista con influencers militantes, son algunas muestras de los intentos del kirchnerismo de recortar la distancia con los jóvenes. El kirchnerismo le dio un impulso a la importancia del segmento cuando su caudal se vio ampliado por la ley 26.774, que no sin controversia, extendió el sufragio haciéndolo optativo entre los 16 y los 17 años.
“El kirchnerismo aglutinó a ese voto joven y le dio identidad”, explica Barbieri. “Hoy tiene una dificultad seria para ofrecer un modelo de desarrollo económico a los jóvenes que se incorporan a la vida económica y política”, sostiene y extiende el análisis: “Se rompió el bipartidismo histórico de los últimos 10 años de la política electora. Vamos a una elección atípica, el peronismo ha hecho la peor elección de la historia electoral de su tradición, más alla de que entre o no, sus votos se han reducido sustancialmente”.
Nuestro último estudio: Caracterización psicográfica de los tres candidatos con mayores chances electoral.
— Federico F. González (@fedeideas) October 14, 2023
¿Cuál es la caracteriazación socio-demográfica de los votantes de Milei, Bullrich y Massa?#Elecciones2023 #Elecciones pic.twitter.com/8Q3NanbccX
Por el lado de la Libertad Avanza, el porcentaje de votantes entre 17 y 25 años, según la encuesta de González, trepa al 25%. Mariel Fornoni, directora de Management and Fit, ratifica el espíritu de esos números, pero atempera. “Es cierto que el voto de Milei tiene una representatividad mucho más alta en los jóvenes, también es cierto que ganó en provincias en las cuales ese segmento no era tan representativo”, matiza, y agrega: “Evidentemente Juntos por el Cambio tiene un segmento etario de votos más alto, mayores del 50, pero no es que a Milei lo votaron solamente los jóvenes”
Un alza en la participación electoral, que en las PASO fue del 69% -un número cercano al piso histórico de las PASO del 2021 signadas por la pandemia- podría ser una de los elementos que modifiquen el escenario preliminar del pasado 13 de agosto. “Nunca sabés si van a ir a votar o no. Los jóvenes en general son los que tienen menos compromiso a la hora de ir a votar” explica Fornoni. “El voto más duro es el de las 8 o 9 de la mañana, que es el segmento etario más alto. Entonces, cuando hay mucha cola o no emociona mucho el candidato al que se apoya, esa persona no va”, ejemplifica. “El 90% de los consultados dice que va a ir a votar, pero una cosa es lo que la gente dice y otra lo que la gente hace”, sostiene, sin dejar de mencionar el sesgo del universo consultado: quienes responden las encuestas no están tan desafectados de la vida política. “Los sub 25 no contestan encuestas”, agrega, en off, otra consultora, prolongando los puntos suspensivos de lo que puede ser una de las claves de este domingo.
La especial injerencia que el segmento tuvo en el sorpresivo alzamiento libertario del pasado 13 de agosto parece -aunque sea parcialmente- encerrar una paradoja. Muchos de los jóvenes que respaldaron en las urnas la propuesta de un cambio radicalizado, no han sido las víctimas directas de la debacle económica que se prolongó durante por lo menos la última década y, en ese sentido, parecen encarnan un hartazgo que, por edad, les es ajeno.
“Los jóvenes absorben la frustración de los padres o los abuelos. No han vivido la debacle, pero sí sus padres”; explica el psiquiatra y psicoanalista José Abadi. “Hay una psicología anclada en un ayer dramático, de fracaso, que, aunque no se haya vivido, se vive a través de los padres. En el relato o en el carácter. Eso se impregna en los jóvenes, es como si se hicieran cargo: aquello del ‘ayer’ no [lo queremos], lo que queremos es una historia y un argumento diferente al de hoy”, precisa.
Sin embargo, no se trata solamente de un traspaso emocional entre generaciones. Un trabajo de la consultora Zubán Córdoba publicado en enero de este año pone la lupa sobre el segmento y muestra el impacto de la “debacle” en las perspectivas de futuro de los jóvenes. Algunas preocupaciones, como la falta de crédito o de acceso a la vivienda, son preocupaciones compartidas entre jóvenes y adultos. Pero otras, enseña el trabajo, como la “oportunidad de crecer”; la “independencia económica”; y el apoyo estatal al emprendedurismo son inquietudes que perturban especialmente a los jóvenes.
“Los jóvenes también tienen un bloqueo a sus posibilidad de crecer y desarrollarse”, analiza Abadi. “El no tener un apoyo sano, no el paternalismo arcaico, es como un desamparo. Hay una sensación de desprotección y desamparo. También la sensación de no tener la posibilidad de ejercer su argumento vital en este tiempo”, señala.
En esa línea, ante la imposibilidad de alcanzar la independencia económica, también se cuela una “pulsión” emancipadora. ”Todo acto eleccionario que vaya a ser testimonio de mi propio deseo, voluntad y pensamiento, en la medida en que no me digan qué tengo que votar, es vivido como un acto de autonomía, como un acto de libertad y como una expresión de mi propia singularidad”; apunta Abadi, en alusión a la importancia de la distinción con los padres en la construcción de la identidad.
Otra preocupación exclusiva de los jóvenes, según el trabajo de Zuban, es la representación política, algo que, en clave etaria, no debiera sorprender: el promedio de edad en los presidentes en ejercicio del ejecutivo durante este siglo roza los 60 años.
El psiquiatra se extiende hacia la figura de Milei, que con 52 años, bajaría ese promedio. “Representa, más allá de lo que sea, el hartazgo frente a un sistema que se muestra caduco o inepto. En la medida en que sea algo que no parezca conocido, lo cual se emparenta con el fracaso, representa también una esperanza”, sostiene. En relación al argumento del “salto al vacío” que se agita contra La Libertad Avanza, Abadi se pone en la piel de un joven: “Si lo seguro es esto que tenemos, cómo no voy a arriesgar”.
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