El valor nutricional de los alimentos de Precios Cuidados: cómo se seleccionan y qué dice el Gobierno
Cinco. Ese es el total de frutas y verduras (cebolla, lechuga, papa, zapallo, manzana), sobre un total de 125 alimentos entre los 310 productos que integran la lista de Precios Cuidados que lanzó el Gobierno. ¿Gaseosas? Hay ocho. ¿Bebidas alcohólicas? Hay 10. ¿Postres? Hay 13.
Las recomendaciones para una ingesta saludable por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Salud (FAO)-más de 400 gramos de frutas y verduras al día- no fueron contempladas en la lista de Precios Cuidados, según confirmaron desde la Secretaría de Comercio Interior, a cargo de Precios Cuidados. No hubo, para la confección de la lista, consultas a médicos nutricionistas, entidades nacionales o internacionales dedicadas a la alimentación. Tampoco diálogos con el Ministerio de Salud o de Desarrollo Social.
"El programa no tiene nada que ver con la salud", dijeron desde la Secretaría de Comercio Interior ante la consulta de LA NACION sobre la selección de los alimentos en la lista.
Fuentes del empresariado que participaron en las negociaciones confirmaron a este medio que el Gobierno planteó, desde los primeros encuentros, que su objetivo no tenía que ver con el valor nutricional de los productos sino, exclusivamente, con fijar los precios de los más consumidos.
La decisión sobre los alimentos incluidos en la lista se basó exclusivamente en criterios económicos, aplicados a las negociaciones de las últimas semanas entre el Gobierno con las empresas productoras, los supermercados y las cámaras empresarias.
Desde el Ministerio de Desarrollo Productivo que conduce Matías Kulfas apuntaron que la nutrición es tarea de otros ámbitos estatales, tales como Salud o el Consejo Federal de Políticas Sociales. "Esta es una canasta de lo que consume la gente, no de lo que debería consumir", dijeron a LA NACION sobre Precios Cuidados. Argumentaron que el Estado ya invierte en otros programas orientados a mejorar la alimentación, mientras que Precios Cuidados está pensado exclusivamente a crear precios de referencia en la economía.
"Este programa está para encontrar precios de referencia en la economía. Y para que sea efectivo, hay que operar sobre los productos que se consumen. Si se opera sobre productos que no compra nadie, no va a ser una referencia de precios. La característica principal de estos productos es que tienen que estar entre los más consumidos, para que funcionen como referencia con el resto", agregaron.
Según encuesta nacional de factores de riesgo que Indec difundió el año pasado, solo 6% de argentinos consume la porción diaria de frutas y verduras que recomienda la OMS.
En diciembre, la titular del Consejo Federal de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz reconoció que en el país hay marcados "problemas de malnutrición" como obesidad y sobrepeso: "Los argentinos no pueden elegir; se fueron perdiendo hábitos de consumo de lácteos, frutas, proteínas de la carne vacuna y cerdo", dijo.
Consultados sobre la escasa presencia de frutas, verduras y carnes, desde Desarrollo Productivo respondieron: "Hubo pocos días para cerrar el acuerdo, pero la aspiración es que en las próximas semanas se puedan incorporar más".
Bebidas azucaradas
Los diálogos acerca de valores, márgenes de ganancia y tipos de productos comenzaron hace dos semanas y fuentes del Gobierno aseguran que trabajaron contrarreloj con el único objetivo de frenar la inflación en medio de la crisis. Convocaron a las marcas que quisieran participar y propiciaron reuniones con los supermercados, con las cámaras sectoriales y finalmente con cada proveedor, por ejemplo, Coca Cola, de forma bilateral.
La inclusión de gaseosas azucaradas fue el punto más polémico de la renovada canasta de Precios Cuidados, con diferencias entre las empresas y el Gobierno por la presencia de la Coca Cola en su versión regular ("Coca-Cola Sabor Original" es como la llaman en la empresa para diferenciarlas de sus versiones "Coca-Cola Light" y "Coca-Cola Sin Azúcares", la ex Zero).
Desde la empresa indicaron que fueron los funcionarios los que exigieron la presencia de la gaseosa original, el producto de más ventas de la compañía, y abortaron la inclusión de otras presentaciones. Desde el Gobierno, en tanto, indicaron que fue el proveedor quien decidió sumar únicamente su bebida azucarada y no añadir otras presentaciones, aunque están abiertos a hacerlo.
El debate por las bebidas azucaradas y la alimentación saludable no es novedoso. En 2015, con un proyecto presentado por el entonces diputado Mauricio Gómez Bull, y a fines de 2017, con la reforma tributaria impulsada por Mauricio Macri y su ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, se intentó avanzar con un impuesto que gravara este rubro. En el último caso mencionado, la iniciativa se debatió en el Congreso pero, luego el Gobierno decidió dar marcha atrás y eliminarla por presión de empresas y gobernadores de provincias productoras de azúcar.
En otros países de la región, productos como las gaseosas azucaradas son el eje de iniciativa que buscan desincentivar su consumo mediante programas de etiquetado que apuntan a identificar a los alimentos y bebidas con alto contenido de grasas, sal o azúcares. Se trata de iniciativas propiciadas como la OMS y la FAO y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que apuntan a una mayor regulación e intervención oficial para concientizar sobre la alimentación y ayudar a identificar los alimentos de menor calidad nutricional.
Según la segunda Encuesta de Nutrición y Salud realizada el año pasado por el gobierno nacional, en el país la ingesta de alimentos no recomendados para una adecuada nutrición es extremadamente alta: el 37% toma bebidas azucaradas todos los días, el 17% come productos de pastelería y galletitas dulces. El 36% consume golosinas, al menos, dos veces por semana, y un 15%, productos de copetín o snacks.
En Uruguay, Chile o Perú, el modelo implementado fue el etiquetado frontal octogonal, que añade a los envases o envoltorios de alimentos procesados y bebidas no alcohólicas octógonos negros con mensajes que alertan sobre niveles no saludables de algunos componentes. En otros destinos se llevaron adelante otros sistemas (GDA, Nutriscore o semáforo) con diferente nivel de efectividad. En la Argentina, el tema, que encuentra resistencia en el sector alimenticio, aún es incipiente.
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