El único gremio en el que manda la izquierda cerró una paritaria casi récord
El sindicato del neumático selló una suba de 27% y es el segundo que mejor acuerdo logró en el sector privado; Aceiteros, con 31,6%, firmó el trato más alto
Alejandro Crespo tiene 42 años y es desde el año pasado el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores del Neumático (Sutna). Desbancó del poder a Pedro Wasiejko, quien tuvo al gremio en un puño casi 17 años y que fue el número dos de la CTA que comanda Hugo Yasky. El desembarco de Crespo en el Sutna fue algo novedoso en el rompecabezas sindical: es militante del Partido Obrero (PO) y forma parte de lo que se denomina el gremialismo clasista y combativo o la izquierda sindical.
El Sutna es hoy noticia por cerrar otra vez su negociación salarial por encima de la media: acordó una suba anual de 27%, cuatro puntos más que el promedio de las paritarias. El pago se hará en dos cuotas y es el segundo más alto en sector privado, después del gremio aceitero, que logró un 31,6%.
En 2016, el Sutna también había dado el golpe, con un trato de 37%. La paritaria, además, tiene un ribete que casi único en la vida interna de los sindicatos: todo se debatió en una asamblea general. Se espera que el viernes el aumento sea aprobado por 2000 delegados en un plenario en Vicente López. Se plantearán allí otras cosas: el rechazo a una eventual reforma laboral; el inicio de una campaña para reducir a 60 años la jubilación para los empleados del neumático, y el pedido por Santiago Maldonado.
Tanto en la charla con el hombre cualquiera como en los ámbitos políticos y gremiales, Crespo habla con naturalidad de “la patronal”, para referirse a los empresarios, y de “la burocracia”, para referirse a los gremios peronistas que se anidan bajos las siglas de la CGT. Surgido de la fábrica de Fate, adonde ingresó a trabajar en 2004, Crespo se convirtió hoy en un referente del sindicalismo clasista. Comulga con los dirigentes Néstor Pitrola y Juan Ferro, ambos del PO. Mantiene, además, lazos estrechos con otros gremialistas díscolos, como el Suteba combativo de La Matanza, que se opone al liderazgo de Roberto Baradel, o los delegados de la Línea 60 o del ramal Sarmiento que se oponen a las conducciones nacionales de la UTA y la Unión Ferroviaria, respectivamente.
“Somos un gremio nacional en el que hayun amplio espectro político: hay militantes de izquierda, peronistas, radicales, de todo...Lo que sí, somos clasistas: cuando decimos que vamos a un conflicto, lo hacemos”, se diferencia Crespo durante una charla con LA NACION.
Con la izquierda sindical al mando, surge una incógnita: ¿cómo negociar con los empresarios sin perder su esencia? “Nosotros no queremos cooperativas. Entendemos el rol capital-trabajo. Las cooperativas son únicamente válidas ante el cierre de una fábrica, pero no es lo ideal”, dicen cerca de Crespo. La misma fuente agrega: “El camino político es la alternativa para que los trabajadores lleguemos al poder. Otro, no”.
Con esta sentencia, Crespo derriba un mito. Desminete que haya alguna vez desafiado a Javier Madanes Quintanilla, dueño de Fate y Aluar, para hacer de la fábrica una cooperativa. “No es nuestra idea y tampoco la del resto de los compañeros que integran el consejo directivo del Sutna”, asegura .
Crespo tiene definiciones que sacuden al movimiento obrero. Critica la pasividad de los sindicatos peronistas, especialmente de la CGT. En el Sutna sospechan que hay un pacto entre un sector de la central obrera y el Gobierno para bajar la conflictividad. Tal vez por eso su próxima batallla será oponerse a la eventual reforma laboral que impulsa la Casa Rosada con el aval cegetista.
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