El último round del año de la pelea entre Macri y Moyano
En su disputa con Hugo Moyano, la Casa Rosada marcó en el calendario una fecha que considera clave: el 19 del actual. El miércoles próximo se renovarán las autoridades de la Federación de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac), que reúne a 51 cámaras del sector y es la que negocia paritarias con el sindicato de los camioneros.
El Gobierno se involucró de manera furtiva en la pulseada interna de los empresarios porque sospecha que la Fadeeac es una terminal más del poder de Moyano. Las gestiones oficiales complicaron los planes de Daniel Indart para buscar un nuevo mandato y al entrerriano no le quedó otra opción que sucumbir ante un armado opositor alentado desde Balcarce 50. Así, el chubutense Mario Eliceche, de la Cámara de Logística y Transporte de la Patagonia, asumirá el miércoles en una federación empresaria que el presidente Mauricio Macri cree estratégica para avanzar en la reducción de los costos de la logística.
La desconfianza oficial con la cúpula de la Fadeeac se acentuó a partir de los acuerdos salariales por encima de la media que Moyano logra habitualmente. Pero hubo otro episodio que disparó las sospechas: la Secretaría de Trabajo no encontró colaboración empresaria cuando multó al gremio de camioneros por no acatar dos conciliaciones obligatorias. Avivaron los cortocircuitos los reclamos de los transportistas por la incertidumbre económica y el aumento del gasoil y los peajes. La tensión con Guillermo Dietrich nunca se ocultó.
Moyano e Indart siempre se llevaron bien. El empresario accedió en junio a romper la pauta salarial del 15% que había fijado Jorge Triaca y otorgó un 24 por ciento. La volatilidad de los precios y la devaluación hicieron hoy que las paritarias sean permanentes y aquella anécdota ya quedó atrás, con una inflación anual que llegaría al 47 por ciento.
Quienes conocen la interna de la Fadeeac trazan un paralelismo con el ajedrez político en la Asociación del Fútbol Argentino, un terreno que Moyano conoce a la perfección. "Las empresas grandes, de mayor recaudación, están con Indart. Serían los clubes grandes. El resto, que son más y tienen más votos, está con la oposición. Ellos serían los clubes del ascenso", graficó un conocedor del sector.
De esta manera, Eliceche comenzará su gestión en la Fadeeac mirado de reojo por Moyano y por su supuesta cercanía a Cambiemos. Además, no tendrá el apoyo de las grandes cámaras, como las de Buenos Aires y Rosario, ni de las empresas de caudales y correo.
Vinculada a esta disputa, Moyano está hoy pendiente de un conflicto interno en Camioneros que lo enfrenta inesperadamente con su hijo Pablo, el número dos del sindicato y su heredero natural. La pelea por el bono de fin de año provocó una discusión en la cúpula del gremio. La Fadeeac acordó inicialmente con Hugo Moyano el pago de $5000 adicionales, que es el monto que habilitó el Gobierno por decreto para todos los trabajadores registrados.
Pero Pablo Moyano desconoció ese acuerdo y, de manera unilateral, presiona a empresas para que el monto del bono sea de $14.000. Pablo tiene hoy mayor ascendencia que su padre en tres ramas determinantes del gremio: combustibles, recolección de residuos y aguas y gaseosas. Hugo, en tanto, conserva intacto su liderazgo en caudales, carga postal y logística, entre otras.
Las diferencias gremiales de Hugo y Pablo Moyano quedan de lado cuando se sienten acorralados por la Justicia. Ambos están en la mira por una serie de operaciones sospechosas entre el sindicato y el holding de empresas que administran Liliana Zulet, esposa del jefe camionero, y sus dos hijastros.
También les preocupan el avance de la causa por sus presuntos nexos y negocios con la barra brava de Independiente, donde padre e hijo ejercen como presidente y vice, respectivamente.
El frente judicial abrió una inesperada grieta en el clan Moyano, integrado por un intrincado mapa familiar, producto de tres parejas distintas con las que el líder camionero tuvo hijos. La presión judicial trazó una frontera invisible entre los hijos más conocidos, como lo son Pablo, Facundo y Hugo Antonio, y la familia política.
Sin embargo, la fisura se extendió ahora al círculo íntimo. La semana pasada sorprendió Facundo en una entrevista con Gabriel Sued en LA NACION al tomar distancia de los casos judiciales que inquietan a su padre y su hermano. "No tengo relación con el gremio de camioneros, con ninguna de las empresas relacionadas con el sindicato, ni con Independiente", intentó despegarse el diputado nacional. No es la primera vez que Facundo ensaya un alejamiento estratégico.
El campanazo de largada del calendario electoral 2019 quizá sirva como el nuevo eje unificador. Hugo y Pablo Moyano volvieron a tallar en el PJ después de la reconciliación con Cristina Kirchner. Empujan una unidad imposible con el peronismo no K para vencer a Cambiemos. Facundo, en tanto, juega en tándem con Felipe Solá, que anhela ser ungido por la expresidenta en caso de que ella desista de competir. En paralelo, alientan una candidatura de Roberto Lavagna, quien el martes pasado deslizó en un almuerzo con tres sindicalistas del transporte que evalúa "seriamente" una postulación. Nada se definiría antes de marzo.
En lo que sería la antítesis de su vínculo con Moyano, Macri experimentó hace dos días un escenario ideal. Reunió en un salón de la Casa Rosada a todos los actores que tienen alguna injerencia en el yacimiento de Vaca Muerta. Empresarios, funcionarios públicos y sindicalistas cerraron filas para explotar al máximo el inmenso reservorio de gas y petróleo no convencional que se considera una mina de oro.
Asistió el petrolero Guillermo Pereyra, el sindicalista estrella del macrismo al suscribir un pacto para restringir el derecho de huelga con el fin de evitar una caída de la productividad en el yacimiento. Pero también estuvieron Gerardo Martínez (Uocra) y Antonio Caló (UOM), a quienes el Gobierno pretende sumar a esta suerte de tregua sindical para hacer de Vaca Muerta una de las banderas de la campaña electoral.
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