El tribunal volverá a estar conformada por cinco jueces
Tendrá la composición que indica la ley 26.183, de 2006, impulsada por Néstor Kirchner
La presidenta Cristina Kirchner no podrá proponer el nombre de ningún candidato para reemplazar a Enrique Petracchi porque el sitial que ocupaba el juez de la Corte sencillamente desapareció. Lo mismo había ocurrido este año con el escaño que ocupaba la jueza Carmen Argibay, que murió hace cinco meses.
Eso es lo que expresamente establece la ley 26.183, que fue sancionada por el Congreso nacional en noviembre de 2006. En otras palabras, la Corte ya no tendrá siete jueces, como ocurría hasta que, en mayo último, murió Argibay, ni tampoco seis ministros, como ocurría a partir de ese día hasta ayer mismo. Ahora, la Corte queda consolidada en cinco sitiales.
Así las cosas, la muerte de Enrique Petracchi no sólo produjo un profundo dolor, sino que tuvo, además, un impacto directo en la conformación de la Corte Suprema, que preside Ricardo Lorenzetti (58), a quien acompañarán ahora Carlos Fayt (96), Raúl Zaffaroni (74), Elena Highton de Nolasco (71) y Juan Carlos Maqueda (64).
A comienzos de los años noventa, el entonces presidente Carlos Menem había logrado que el Congreso ampliara la composición del tribunal de cinco a nueve jueces.
Pero el ex presidente Néstor Kirchner, luego de haber impulsado en 2003 los juicios políticos contra varios de sus integrantes y de haber obtenido varias renuncias, instó en el Congreso la sanción de la citada ley, que estableció que, a medida que se produjeran nuevas dimisiones o fallecimientos, la composición del tribunal se iría reduciendo paulatinamente hasta quedar fijada en cinco jueces.
De todas maneras, todo indica que antes de finalizar su mandato, la presidenta Cristina Kirchner sí tendría al menos una vacante para cubrir.
A principios de este año, Zaffaroni anunció que presentará su renuncia cuando cumpla 75 años, el 7 de enero próximo. Si finalmente eso ocurre, en ese momento la Corte pasará a tener cuatro magistrados, pero en ese caso sí habrá un sitial vacío, que en algún momento deberá ser cubierto.
Allí, entonces, se abrirá una instancia política, que podrá dar paso, desde un punto de vista técnico, a varios escenarios distintos:
-En 1994, la reforma constitucional estableció que el Poder Ejecutivo, para poder nombrar a un ministro de la Corte, necesita contar con el voto favorable de los dos tercios de los senadores. Esa modificación fue una respuesta al malestar que había producido la decisión de Menem de nombrar a varios jueces menemistas, con la mayoría que le daban entonces los votos del justicialismo. Por eso, se puso una mayoría calificada.
Pero el Gobierno, por sí mismo, no alcanza a contar con los 48 votos necesarios. Allí surge un interrogante: ¿la UCR aportará los votos que le faltan al gobierno nacional o preferirá esperar a 2016 para no darle a la primera mandataria esa posibilidad?
-Si finalmente Zaffaroni renuncia y la Corte queda con cuatro jueces y una silla vacía, mientras no se cubra esta última con un juez definitivo, se podrá nombrar un conjuez para desempatar en aquellos expedientes en los que Lorenzetti no consiga una mayoría.
En mayo pasado, a instancias de la Presidenta, el Senado nacional aprobó un listado de conjueces que está encabezado por el jurista Carlos Arslanian.
Pero hay que tener en cuenta que, según el reglamento que regula el funcionamiento de la justicia nacional, el conjuez que eventualmente se designe, en rigor, será nombrado para intervenir en un caso concreto. Es decir, no integrará el tribunal en forma permanente.
Y, además, el cargo de conjuez será ocupado por el presidente de alguna de las cámaras federales del país, que será elegido por sorteo.
En otras palabras, a la hora de cubrir esa vacante, esos conjueces camaristas tendrán prioridad frente al listado de conjueces que aprobó el Senado en abril de este año.
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