El testimonio de dos narcos, base del caso contra De Narváez
El juez Faggionato Márquez fundamentó en esos relatos la citación al candidato de Unión Pro
Los elementos que reunió el juez federal de Zárate-Campana para citar a Francisco de Narváez como sospechoso de integrar una banda dedicada al tráfico de efedrina se basan en el relato de un narcotraficante arrepentido, un jefe aduanero procesado por traficar drogas y en el testimonio indirecto de un colaborador de Mario Segovia, considerado el rey de la efedrina.
A esos elementos el juez sumó las comunicaciones telefónicas realizadas en 2006 desde un celular a nombre de Segovia con otro teléfono de la flota de De Narváez y correos electrónicos en los que el diputado le adelanta a un periodista que su estrategia era recusar a Federico Faggionato Márquez. Lo curioso es que los e-mails , intercambiados después de que el juez sostuviera en público que al legislador le iba a ser "difícil zafar" en la causa, llegaron al expediente en un sobre anónimo. Ayer, abogados de De Narváez denunciaron ante el juez federal Conrado Bergesio la pinchadura de los correos electrónicos del legislador, protegidos especialmente por la ley.
De Narváez no se presentó ayer a la indagatoria y en cambio recusó al magistrado, en un escrito presentado por su abogado, Alejandro Carrió.
Entre las evidencias que reunió el juez para indagar a De Narváez figuran la declaración de un procesado y de un condenado por narcotráfico. Los dos son defendidos por el abogado Carlos Broitman.
Manuel Kleiman es uno de los que acusan al legislador. Se trata de un experto en la "logística del narcotráfico", condenado a 10 años de cárcel por el envío de 840 kilos de cocaína a España, ocultos en un cargamento de merluza. Kleiman busca reducir o ver esfumada su condena mencionando a otros implicados en el narcotráfico. Ya sus datos permitieron descubrir, en otra causa, un envío de 900 kilos de cocaína a España, escondidos en un cargamento de madera.
Ahora, Kleiman, enfermo de cáncer, dijo ante Faggionato que fue consultado por una organización dedicada al tráfico de efedrina para sacar del país un cargamento del precursor químico, por las mismas rutas que utilizaba para exportar cocaína, su experiencia en la logística de drogas prohibidas.
Declaró que los implicados en la maniobra le habían dicho que el financista era De Narváez, a quien conocían como el Colorado o Tatú, dijeron a LA NACION fuentes judiciales. Pero dos de las personas que supuestamente le mencionaron al diputado están prófugas.
También declaró un funcionario de la Aduana que trabajaba en un depósito fiscal desde donde partió a México un cargamento de 249 kilos de efedrina escondido en un contenedor con 12.050 kilos de azúcar. Otra carga de efedrina de 525 kilos nunca llegó a exportarse desde allí. El funcionario, que jura y perjura que nunca supo de la droga, señaló que el azúcar había sido comprada en el supermercado Makro y que la droga sólo pudo mezclarse con el azúcar en su origen, es decir, en el depósito del hipermercado, o en el camino hasta el depósito fiscal.
De Narváez afirma que hace 15 años que no tiene ninguna vinculación comercial con ese supermercado.
Un tercer testimonio es de un colaborador de Segovia que utilizaba el teléfono celular desde donde se hicieron las llamadas al celular de De Narváez que usaba su empleado, Danilo Coronel. El hombre dijo que nunca habló con Coronel. No le preguntaron si había hablado con De Narváez alguna vez.
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