El temor a una escalada sin fin
El apoyo de los gremios petroleros a los gobernadores en su enfrentamiento con Milei podría afectar a casi toda la producción hidrocarburífera y agudizar el conflicto
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La exageración lo es todo. La política argentina se ha vuelto hiperbólica. Una discusión por fondos entre la Nación y una provincia puede escalar hasta tener derivaciones similares a las de una guerra. Con afectación del suministro de energía incluido. Todos potencian las reacciones y nadie asoma con capacidad y vocación pacificadora. Una caricatura de conflictos bélicos en versión y escala criolla.
El enfrentamiento entre la provincia de Chubut y el gobierno nacional con el que cerró otra semana de conflictos políticos promete nuevos capítulos, que podrían extenderse a territorios más amplios que los de la provincia gobernada por el ahora rebelde Ignacio Torres (Pro). Si es que no llega a concretarse una instancia de negociación a último momento.
Antes que el temor a que se concrete el cierre de las válvulas para impedir la provisión al resto del país del gas y el petróleo que se extrae de Chubut, asoma otra preocupación por una derivación más inquietante.
Aquella amenaza que Torres esbozó es vista de concreción altamente improbable por la mayoría de los actores en pugna, ya que impedir ese transporte implicaría acciones que podrían encuadrarse como delitos. Además de la interrupción del flujo, para realizarlo se requeriría de la ocupación y afectación de propiedades privadas. No habría intenciones de exponerse a tanto. Al menos en primera instancia.
El temor que entonces asoma con más potencia es a que el conflicto se extienda y con el apoyo de los gremios petroleros afecte a casi toda la producción hidrocarburífera, especialmente en Neuquén. Un cierre de válvula en cuotas, por otras vías, con un impacto más costoso.
“La industria petrolera necesita de paz social y las empresas hace rato que venimos trabajando para que no se altere. Las inversiones hechas y por hacer son muy grandes y cualquier cosa que afecte el normal funcionamiento puede tener serias consecuencias inmediatas y a mediano plazo. Pero tememos que esta situación la altere”, explica una fuente del sector empresario, que mira con mucha inquietud la posibilidad de que el conflicto escale y desborde las fronteras de Chubut. Alerta máxima.
Ahora, la moneda está en el aire. Y el terreno hacia donde derivará la disputa es una incógnita. Ayer por la tarde Torres tenía preparada la mochila con la que suele viajar con dos destinos probables, de sentido antagónico. La primera opción era ir a Neuquén para cerrar filas con su par Rolando Figueroa y para sumar a los sindicalistas petroleros locales, si no se abría el camino hacia la negociación. Buscaría darle otra envergadura y soporte a la disputa La segunda, dirigirse a Buenos Aires si le habilitaban alguna vía de diálogo.
Todo indicaba anoche que lo más probable era que no saliera de la región patagónica, donde, desde ya hace un tiempo, germina un intento de regionalización para discutir con la Nación, que impulsan el ubicuo mandatario rionegrino Alberto Weretilneck y el propio Torres.
La nueva catarata de críticas y ninguneos que Milei le dedicó a Torres desde EE.UU. por la red social X y en una entrevista con LN+, hacía presumir a los funcionarios de Chubut que no habría negociaciones inmediatas. No estarían equivocados.
El 22 de febrero el ministro de Economía de Chubut me envió una nota solicitando una nueva operación de endeudamiento consistente en la emisión de un bono destinado íntegramente a la cancelación del saldo de la deuda que mantiene la provincia con el FFDP. (1/3)
— Guillermo Francos (@GAFrancosOk) February 25, 2024
Altas fuentes del gobierno nacional advertían anoche que no cabría esperar algún diálogo en las próximas horas, después del arribo del Presidente, y extendían el plazo hasta después de la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el próximo viernes. La presentación ante la asamblea legislativa, además, tiene en vilo hasta a algunos de los más estrechos colaboradores presidenciales. Hasta ellos esperan sorpresas y sobresaltos. Panic show, como el himno de La Renga del que se apropió el libertario.
La esperanza de un principio de negociación que habían abierto los posteos en la red de Elon Musk hechos por el ministro del Interior, Guillermo Francos, se desvaneció demasiado pronto. El titular de la cartera política había reafirmado la posición de Milei y de su ministro de Economía, Luis Caputo, al exponer que el Gobierno había dado respuesta a Chubut y destacaba que no había cerrado la discusión.
Francos sostuvo en sus mensajes que al día siguiente del último reclamo de Torres para refinanciar la deuda había pedido documentación adicional para evaluarlo y publicó copia del mail enviado al gobierno chubutense. En el entorno de Torres quisieron ver en esa argumentación una señal (oblicua, es cierto) para retomar el diálogo, después de las durísimas descalificaciones de Milei.
Sin embargo, desde la Casa Rosada explicaron que solo se trató de una aclaración frente a la acusación de Chubut de que no habían tenido respuesta a sus planteos y que le cortaron el envío de los fondos sin tener en cuenta su pedido. Torres y los suyos concluyeron entonces que se trataba de una justificación ex post del ministro para quitarse responsabilidades y derivar culpas en ellos.
Esa conclusión se sustenta en que, si bien el viernes la cartera política pidió la ampliación de la documentación como respuesta a la propuesta de refinanciación de Chubut hay antecedentes que hacían prever dificultades, aunque sin imaginar al recorte de los fondos coparticipables.
Las conversaciones al respecto que las autoridades chubutenses habían tenido la semana previa con ese ministerio y con Economía habían dado esa pauta. “En Interior escucharon a los chubutenses, pero en Economía les dijeron que si querían refinanciación tenían que salir a buscar fondos al mercado, pero no los habilitaron para que lo pudieran hacer”, coinciden distintas fuentes al tanto de lo que se habló allí.
El conflicto, de todas maneras, excede la cuestión financiera que lo precipitó. No se trataría solo de los 13 millones de dólares retenidos, “una suma que no cambia el estado de las cuentas nacionales, pero sí complica y mucho la situación el de una provincia como Chubut, que viene de un tremendo desmanejo”, admiten oficialistas y opositores.
Los tropiezos de la ley ómnibus en el Congreso y el fallo favorable contra la Nación que obtuvo Torres en un tribunal federal de su provincia por la suspensión de los subsidios al transporte de pasajeros, no serían ninguna casualidad precedente sino que asoman como una verdadera cadena causal. A ello se suman sospechas de conjuras políticas.
Pelea de fondo, no por fondos
“Las provincias no pueden pedir todo y no dar nada cuando pide la Nación. La falta de apoyo a la ley ómnibus y las trabas políticas y judiciales a la aplicación de recortes, son la demostración de esa conducta. Y Torres se volvió loco”, argumenta un funcionario de acceso diario al despacho presidencial, que debe lidiar con el maximalismo de su jefe.
“El objetivo es disciplinarnos y nosotros no podemos dejar solo a un gobernador al que lo extorsionan con cortarle los fondos y ‘matarlo’ en las redes sociales si no se alinea. Y, además, solo quieren tener razón antes que obtener resultados. Así es imposible. Pero hacen una mala lectura, mirando redes y encuestas. Las redes no representan a todo el país y las encuestas muestran niveles de aprobación por debajo de los que tuvieron otros presidentes en sus primeros 60 días”, afirma un mandatario provincial cambiemita que firmó la carta de apoyo a Torres.
A la falta de apoyo a sus medidas, en la Casa Rosada añaden motivos de sospechas políticas que alimentan con interpretaciones de algunos hechos que consideran sugestivos. “Parece que hay una intención cada vez más extendida de debilitar al Presidente. Si no resulta difícil entender cómo se han comportado algunos actores en el conflicto con Chubut”, dice un alto funcionario que se siente en la obligación de aclarar que no es adepto a las teorías conspirativas. Esas que, por el contrario, sí cultivarían otros colegas suyos.
Cuando se indaga a qué actores con ánimo de debilitar a Milei se refiere, apunta el dedo hacia Mauricio Macri y el Pro. “Que Torres haya ido a reunirse con Mauricio acompañado de Rogelio Frigerio y después saliera con la amenaza de cortar el suministro de gas y petróleo nos llama mucho la atención. Y ahora Macri se guardó”, añade la fuente mileísta. El estancamiento de las conversaciones hacia un acuerdo entre libertarios y macristas opera como telón de fondo.
“Ante tanto absurdo reinante, Mauricio decidió guardar silencio. A los argentinos no nos sobra nada como para sumar estos conflictos tan serios”, dice un estrecho allegado al expresidente. Las fuentes macristas agregan que su jefe “considera muy estúpido que la disputa entre en una dinámica de ‘matar o morir’, pero no la descarta y le preocupa mucho”.
Desde el espacio amarillo desacreditan las acusaciones. “Mauricio intercedió ante Toto Caputo por la situación de Chubut, antes de que todo se desmadrara, pero no le dieron bola”, afirma una fuente que dice haber sido testigo de esas gestiones.
Las sospechas libertarias, sin embargo, no se circunscriben a sus casi socios del macrismo. A la certeza de que el kirchnerismo fogonea y aprovecha los conflictos, ahora asoma la figura del reaparecido Sergio Massa, que para el universo libertario suele alternar roles de socio y aliado con el de adversario. En este conflicto, en la Casa Rosada temen que aproveche su llegada privilegiada a actores relevantes de la explotación petrolífera, y no para apaciguar la disputa.
Mientras, dirigentes dialoguistas del ex JxC y del peronismo federal temen y quieren evitar quedar atrapados en una disputa funcional al kirchnerismo. “Nosotros somos antikirchneristas y muchos de nuestros gobernadores llegaron con la demanda de cambio y de poner fin al kirchnerismo, por lo no entendemos que el Gobierno termine haciéndoles el juego a ellos”. Dilemas de un mundo cambiante para todos.
La posibilidad de que el conflicto con Chubut se solape con otras disputas, en un contexto de extrema fragilidad y tensión, tiene en vilo a muchos. Menos al Presidente, que parece disfrutar y espera en breve resultados positivos de su estilo incendiario. “Javier no frena en las curvas. Siempre acelera”, dice alguien que lo conoce desde la adolescencia.
“Los números de la economía ayudan y hay gobernadores desesperados por encontrar una salida, peroesto lo complicó todo”, admite un colaborador presidencial.
El riesgo de una escalada es motivo de desvelo. Sobre todo, para los encargados de portar los matafuegos, que ya dan señales de fatiga. Adentro y afuera del oficialismo. Continuará.
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