“El Senado soy yo”: la oposición acusa a Cristina Kirchner de manejos arbitrarios
"El Senado soy yo". El jefe del bloque de Juntos por el Cambio,Luis Naidenoff (UCR-Formosa), apunta sin medias tintas a Cristina Kirchner como responsable directa de las arbitrariedades que, según la oposición, la vicepresidenta viene cometiendo al amparo del funcionamiento virtual del Congreso.
La tensión llegó al extremo de que la principal bancada opositora se prepara para impugnar ante la Justicia el último protocolo de sesiones remotas (decreto de presidencia 14/20) que, sin consultar a ningún bloque, dictó Cristina Kirchner y que fue ratificado por el Frente de Todos y dos monobloques provinciales en la última sesión.
"Acá hay una lógica de que ‘el Senado soy yo’. Y, como ‘el Senado soy yo’, nadie se atreve a aportar una cuota de sentido común. Cristina no puede interpretar el reglamento como lo está haciendo", se quejó Naidenoff en diálogo con LA NACION.
Para la oposición, el decreto 14/20 no tiene validez porque modifica el reglamento de la Cámara alta, como los anteriores decretos 8 y 12, que establecieron y prorrogaron protocolos. Pero, a diferencia de aquellos, este decreto no fue aprobado por una mayoría de dos tercios, como indica el reglamento.
Según la oposición, el protocolo modifica el reglamento desde el momento en que, por ejemplo, cambió de manera radical el uso del tiempo. En las sesiones presenciales no hay límite de oradores y cada senador tiene un mínimo de 20 minutos para hablar.
En la modalidad virtual, en tanto, las sesiones están limitadas a ocho horas de duración, de las que debe descontarse media hora por cada votación; y el tiempo de los discursos se repartió según las bancas que tiene cada bloque. Así, mientras el oficialismo tiene 200 minutos para distribuir entre sus senadores, a Juntos por el Cambio le tocaron un total de 130.
Otra cuestión compleja es el quorum. En una sesión tradicional, cada senador demuestra su voluntad de participar sentándose en su banca. "Acá, hay que dar quorum primero para poder entrar al sistema, con lo que se da la ironía de que si no queremos dar quorum, primero tenemos que dar quorum. Todo el sistema virtual está atado con alambre", se quejó Naidenoff.
Particularidades como estas han provocado no pocos inconvenientes, como el incidente que protagonizó Pamela Verasay (UCR-Mendoza) cuando tuvo problemas para ingresar a una videoconferencia.
"Con el abuso de la virtualidad están haciendo lo que se les canta", sumó su queja Martín Lousteau (UCR-Capital), quien sostiene que Cristina Kirchner aprovecha la situación para saldar cuestiones personales. "No se discute la agenda que es importante, sino la agenda de la presidenta del cuerpo", denunció.
El funcionamiento de la Cámara ha ido derribando algunos "mitos" del sistema virtual, como el de que las sesiones, por cuestiones técnicas, no pueden durar más de cierto tiempo. En un principio fueron seis horas y desde julio se amplió a ocho.
Sin embargo, ese límite fue ampliamente superado cuando el oficialismo necesitó más de diez horas de debate para aprobar la reforma judicial.
Manejo discrecional
Una de las arbitrariedades denunciadas por la oposición ha sido el silenciamiento de la palabra en las sesiones. Los casos más graves tuvieron como protagonistas a Naidenoff y al macrista Esteban Bullrich (Pro-Buenos Aires), víctimas de la decisión de la expresidenta de cortarles el micrófono.
Pero no todos los inconvenientes se registraron en el recinto. La virtualidad también habilita abusos en otros ámbitos.
"No es lo mismo el trabajo en una comisión de manera presencial, donde nos levantamos y le podemos decir a un senador: ‘Esto está mal, hay que corregirlo’, que hacerlo en una discusión pública delante de 50 personas sin poder mirarnos a la cara", sostuvo Lousteau.
Una variante de esta situación se registró en el debate de la reforma judicial, cuando el oficialismo tardó más de 24 horas en presentar el dictamen después de anunciar que lo pasaba para la firma. Eso hubiese sido imposible en una reunión presencial: el oficialismo hubiese tenido que admitir que no tenía redactado el texto donde los senadores tendrían que estampar sus firmas.
A estas cuestiones se suman otras más sutiles, como el trato desigual que reciben las comisiones presididas por la oposición a la hora de tener que "esperar turno" para celebrar una reunión por videoconferencia. Por el contrario, el Frente de Todos siempre consigue que la Dirección Comisiones atienda sus pedidos para tratar los temas que pide Cristina Kirchner.
Un caso emblemático de esta práctica tuvo como protagonista a la Comisión de Salud. Su presidente, Mario Fiad (UCR-Jujuy), llevaba semanas "haciendo cola", sin recibir respuesta a sus pedidos para que le dieran turno para reunir a su comisión de manera virtual. La espera recién terminó cuando al oficialismo le interesó apurar la sanción del proyecto de receta digital. Recién entonces la larga espera del jujeño pudo llegar a su fin.
En la misma línea se inscribe el permanente incumplimiento de los plazos de 48 horas previas que el reglamento establece para convocar a una comisión. Esta situación generó un conflicto con Juntos por el Cambio en la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, cuando se negó a convalidar la discusión del decreto de necesidad y urgencia que declaró servicio público a las telecomunicaciones.
La medida había sido anunciada por el Gobierno, de manera sorpresiva, en la noche del viernes 21 de agosto. El kirchnerista Marcos Cleri convocó a la comisión el sábado, día inusual de trabajo parlamentario, para el lunes al mediodía. Todo sea por cumplir las órdenes de Cristina.
Recinto cerrado
En una sesión, la radical Pamela Verasay (Mendoza) tuvo inconvenientes para ingresar al sistema en el momento de la votación. Molesta por la demora, Cristina Kirchner la responsabilizó por el incidente antes de advertir: "Cualquier senador que se olvide la clave no podrá conectarse, es como que se olvidó de tomar el auto y no pudo llegar". Le respondió Martín Lousteau (UCR-Capital): "No, presidenta, esto que está ocurriendo es como que la senadora quisiera entrar y encontrara la puerta del recinto cerrada con llave".
Doble vara
En la misma sesión en la que retó a Verasay porque había demorado una votación, la vicepresidenta aplicó una doble vara al pedirle al resto del cuerpo que esperara "dos minutos" para permitirle a la oficialista Claudia Ledesma (Santiago del Estero) regresar a su banca y votar. Una situación que difícilmente se hubiese dado en una sesión presencial, donde si un senador no está en ese momento, no puede participar de la votación.
Micrófonos apagados
En al menos dos oportunidades Cristina Kirchner silenció a referentes de la oposición en pleno debate. Al jefe de Juntos por el Cambio, Luis Naidenoff, lo dejó sin hablar al dar por terminada una sesión a pesar de que el senador estaba dando muestras evidentes de que estaba pidiendo la palabra. Por su parte, con el macrista Esteban Bullrich, la vicepresidenta no se anduvo con vueltas. "Cortale el micrófono", ordenó. ¿La causa? Para Cristina Kirchner el senador estaba haciendo un alegato político en vez de replicar una alusión.
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