El Reino Unido violó un acuerdo de armas nucleares
Londres cometió una infracción al Tratado de Tlatelolco por no hacer consultas
LONDRES.- La presencia de armas nucleares en por lo menos dos de las naves que integraban la Task Force (Fuerzas de Operaciones) británica, HMS Brilliant y HMS Broadsword, es uno de los temas que más controversia ha generado en torno a la gestión británica de la Guerra de Malvinas, en 1982. Documentos que acaban de ser desclasificados en Londres echan algo de combustible sobre este tópico.
Bajo la sombra de la Guerra Fría, el discurso oficial británico durante el conflicto bélico se ajustó a "no confirmar ni negar" la existencia de esas armas, mientras off the record se hacía saber que estaban inertes, que no había intenciones de utilizarlas e incluso que habían sido removidas de las naves antes de llegar al Atlántico Sur.
Aún así, lo que representaba potencialmente cargas de destrucción masiva motivó duras censuras y cuestionamientos en el parlamento británico.
Las críticas se multiplicaron al día siguiente del hundimiento de HMS Sheffield, el 4 de mayo de 1982, cuando rumores comenzaron a rodar sobre la presencia de armas nucleares en esa nave.
En el Foreign Office se dio por descontado que detrás de este trascendido se encontraba la Unión Soviética. En ese caso, el gobierno británico se apresuró a negarlo categóricamente. La desmentida fue incluso avalada meses más tarde, en la Argentina, por quien entonces era director de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Carlos Castro Madero.
Pero el fantasma nuclear siguió rondando por Westminster. El dedo en la llaga lo puso finalmente un parlamentario laborista, lord Hugh Gater Jenkins of Putney.
El 8 de diciembre de 1982, este veterano paladín del desarme nuclear preguntó por escrito "si en algún momento el gobierno de Su Majestad estuvo en violación de sus obligaciones bajo el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares en América latina".
Ese acuerdo, conocido como el Tratado de Tlatelolco, establecía desde 1967 que toda América latina, incluidas las islas Malvinas y territorios adyacentes, debía considerarse como una zona libre de armas nucleares.
El texto también comprometía a los signatarios a no amenazar a las partes contratantes con el empleo de este tipo de armamento. La Argentina había firmado el acuerdo en 1967, pero no lo había ratificado. El Reino Unido, en cambio, había cumplido con la ratificación tanto del acuerdo como de sus protocolos adicionales en 1969.
Alarma
La pregunta de lord Jenkins of Putney generó alarma y preocupación en el Foreign Office cuando un oficial del Departamento de Energía, I.R. Kenyon, advirtió que no podía respondérsele con la frase "el Reino Unido ha siempre respetado y continuará respetando las obligaciones con respecto al tratado y sus protocolos".
"Esto es cierto en lo que respecta a armas nucleares. Pero la vergonzosa realidad es que ¡hemos estado en violación del artículo 13 del acuerdo por los últimos doce años y medio! -señaló-. El artículo nos obliga a negociar con la IAEA (la Agencia Internacional de Energía Atómica) excepciones que cubran instalaciones nucleares en nuestras dependencias dentro de la zona del tratado. El hecho de que no hubiera tales instalaciones no nos exime de esa obligación."
Tan sólo con haber contemplado la posibilidad de transportar material nuclear de carácter bélico al Atlántico Sur, sin haber pedido autorización a la Agencia Internacional de Energía Atómica, el Reino Unido había cometido una infracción diplomática.
En lo que parece ser una ironía del destino, Kenyon atribuyó el yerro a que hasta aquel año "habíamos sido renuentes a negociar una excepción con la IAEA para no herir la sensibilidad de los argentinos. Estamos ahora reexaminando la situación".
Mientras tanto, el funcionario del Departamento de Energía sugirió a sus colegas que evitaran dar demasiadas precisiones sobre el tema.
La respuesta oficial, publicada en el Boletín de la Casa de los Lores el 15 de diciembre, se limitó a señalar escuetamente: "Ha sido la política sucesiva de los gobiernos el no confirmar ni negar la presencia o ausencia de armas nucleares en ningún lugar ni momento en particular. Pero le podemos asegurar al noble lord que el gobierno ha siempre respetado sus obligaciones bajo el Protocolo Adicional 2, el cual prohíbe la introducción de armas nucleares en la zona cubierta por el acuerdo".
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