El regreso de D´Elía, reconvertido en albertista y en la vereda de enfrente del kirchnerismo
El expiquetero pasó a ser un acérrimo defensor de la gestión del Presidente; sigue enojado con Cristina Kirchner porque se olvidó de él cuando fue a la cárcel
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La reaparición de Luis D´Elía, convertido en un escudero de Alberto Fernández y en un enemigo acérrimo del kirchnerismo, al que había adherido hasta extremos lindantes con la ilegalidad, es una de las peculiaridades que presenta la coalición gobernante en su peor momento interno. A tal punto, que los propios albertistas y otros sectores del Frente de Todos se preguntan de qué le sirve al Presidente darle cabida a un dirigente de esas características.
El propio líder del FTV-Miles se mofa de las críticas. “¡Menos mal que el presidente es Alberto Fernández y no Luis D´Elía!”, afirma entre risas y asegura estar convencido de que la actual etapa que atraviesa el país es propicia para liderazgos moderados y no para alguno de los partidarios de la grieta. Igualmente, ensaya una explicación: “Así actué cuando (Eduardo) Duhalde le hacía a Néstor (Kirchner) lo mismo que Cristina le hace ahora a Alberto”, dice.
Esto es, tomar partido a favor del presidente peronista de turno y en contra de su rival interno. D´Elía piensa que Fernández está siendo sometido a intentos de “desestabilización”, tanto desde el kirchnerismo duro como de grupos de izquierda como los que copan la 9 de Julio en reiteradas movilizaciones. El expiquetero es uno de los pocos que cruzó al camporista Andrés Larroque cuando salió a cuestionar al Presidente y al ministro de Economía, Martín Guzmán.
Alberto Fernández recibió a Luis Delía en la Quinta de Olivos https://t.co/wz4gPehu1n
— Luis D'Elia (@Luis_Delia) December 30, 2021
D´Elía tiene sus razones para estar enojado con el kirchnerismo y especialmente con Cristina. En las dos temporadas que pasó en la cárcel de Ezeiza, en el mismo pabellón que Amado Boudou, nadie de esa agrupación lo visitó. Ni siquiera lo llamaron por teléfono. Y en lo que fue peor para él, la vicepresidenta dijo en un reportaje que no ponía “las manos en el fuego por nadie”. Por el contrario, D´Elía se jacta de que Fernández lo consideró un “preso político”.
En un departamento que oficia como sede porteña del FTV-Miles, cercano al Congreso, donde los diarios que están sobre la mesa son LA NACION y Clarín, D´Elía no se priva de expresar su desencanto con Máximo Kirchner. Y cuenta: “Giselle (la hermana de la vicepresidenta) está enojada con Cristina y dice que el problema es Máximo”. Una forma de decir que hasta en la familia Kirchner cuestionan la forma en que se comportan respecto de Alberto Fernández.
“El problema de este país son los acuarianos”, dice, mitad en broma mitad en serio, este dirigente que nació un 27 de enero hace 65 años y que señala que comparten el día del cumpleaños con “El Cuervo” Larroque y que dirigentes como Cristina y Máximo Kirchner, y Mauricio Macri, también son acuarianos. Más allá de la humorada, D´Elía está convencido de que tanto kirchneristas como macristas se convirtieron en “predicadores de la desesperanza”.
En un acto que compartió la semana pasada con Alberto Fernández y que Presidencia no transmitió, D´Elía dejó un mensaje claro: “A quienes boicotean de adentro y de afuera les digo: ¿Quién dijo que todo está perdido?”. El expiquetero, cuya organización maneja unos 25.000 planes sociales en todo el país, se convirtió en los hechos en un vocero extraoficial del Presidente, tal como lo hacía con Néstor Kirchner junto a Carlos Kunkel y Aníbal Fernández.
Ese peculiar esquema de comunicación, que ahora Alberto Fernández intenta replicar pese a que tiene una portavoz oficial, que es Gabriela Cerruti, se completa con dirigentes como el rosarino Agustín Rossi y el porteño Leandro Santoro. En el caso de D´Elía, le habla tanto a sectores informales como los que representa su propia agrupación, como a dirigentes de países con los que tiene nexos históricos, en el caso de Venezuela, Cuba y de Rusia.
D´Elía, que se ufana de la relación que mantuvo con Mijail Gorbachov –muestra fotos en un encuentro en Europa- le dijo al Presidente: “Tenemos que hacer nuestra propia perestroika, nuestra glasnot”. Fue durante una reunión a solas en la quinta de Olivos, donde Fernández y el expiquetero sellaron un entendimiento político. “Si le encontramos la vuelta a la inflación, nos ponemos en piloto automático”, afirma ahora con impronta de predicador albertista.
Tras su paso por la cárcel –estuvo un año y medio en Ezeiza y otros seis meses con prisión domiciliaria-, resalta que las causas que lo encerraron “no fueron por corrupción” y se embarca en los cuestionamientos a la Corte Suprema, ante la cual volverá a marchar el 24 de mayo junto a su socio el juez Juan Ramos Padilla, junto a quien recorre el país y conoció en los años ´80, cuando el magistrado intervenía en casos como las tomas de tierra de La Matanza.
Admirador del brasileño Lula da Silva, a tal punto que su hijo menor, de 30 años, se llama Luis Ignacio, D´Elía advierte que el líder del PT “acaba de hacer un acuerdo con la centroderecha” para regresar a la presidencia de su país, lo que utiliza como una justificación del momento histórico que lo lleva a enrolarse en las filas del Presidente, en lugar de las del kirchnerismo. “El del FMI fue un buen acuerdo; no nos piden más que un ajuste tarifario”, sostiene.
En la misma línea, se pone en la vereda de enfrente de los piqueteros de izquierda. Tuvo un picante cruce televisivo con Eduardo Belliboni, a quien le espetó: “Si el Partido Obrero quiere hacer política, que la haga pero con la plata del Partido Obrero, no con la que le saca a los pobres”. Y le advirtió: “No se vengan a hacer los revolucionarios, si son desestabilizadores”. D´Elía, que se enorgullece de que lo califiquen como “el peor de todos”, está de regreso.
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