El regreso de Chacho Álvarez: chats con Alberto Fernández y gestiones de Felipe Solá
No hace mucho, Carlos "Chacho" Álvarez cambió su religiosa y conocida rutina matinal. El mítico Varela Varelita ya no es, como era antes, el único bar que elige el exvicepresidente para leer durante horas, tomar café y reunirse con amigos y familiares, a metros de su departamento. Ahora alterna su viejo refugio con el más moderno El Oporto, cruzando la calle Scalabrini Ortiz a la altura de Paraguay.
Álvarez está contento por su inminente nueva vida: luego de más de dos años sin ocupar cargos, y si el Senado aprueba su pliego, será el próximo embajador argentino en Perú.
"Es un buen destino para él y para Perú, un país que siempre nos apoyó", dicen en un despacho importante de la Casa Rosada, donde no faltan exmiembros del Frepaso, aquella fuerza que Álvarez fundó a principios de la década del noventa. "Siempre es importante alguien como él, que piensa la política más allá de la coyuntura. Aunque a él tal vez le falló la parte práctica", agrega, con alguna dosis de maldad, un funcionario que recuerda el fallido paso de Álvarez como vicepresidente de Fernando de la Rúa, con renuncia incluida, en octubre de 2000.
El canciller Felipe Solá, con quien Álvarez compartió redacción en la revista Unidos, allá por la década del ochenta, tuvo mucho que ver con su designación, a casi veinte años de aquella renuncia motivada en la denuncia de coimas en el Senado que dejara malherido al gobierno de la Alianza.
"Lo impulsó Solá, lo quiere y lo respeta como político", dicen cerca del canciller, y agregan que el expresidente del Mercosur y secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) "encaja con el rol que Felipe quiere para los embajadores, como facilitadores del intercambio comercial y la promoción de las exportaciones".
¿Por qué aceptó el cargo? "Cree que hay que colaborar con este gobierno desde donde se pueda, para el desarrollo de la Argentina, en momentos de inestabilidad regional y mundial", dice un amigo que lo conoce bien. El mismo allegado afirma que el fundador del Grupo de los 8 en los años noventa cree que Fernández "es el presidente más adecuado para sacar a la Argentina de algunos antagonismos inútiles". Toda una toma de posición "moderada", en línea con el discurso del Presidente y sus funcionarios más cercanos.
Cerca del Presidente aseguran que la relación entre ambos es "cordial" y que "intercambiaron chats y WhatsApp" durante la campaña electoral que llevó a Alberto Fernández al sillón de Rivadavia. "No lo vimos nunca", juran en el entorno presidencial en referencia a su participación en la previa a las elecciones de octubre.
Según pudo saber LA NACION, Álvarez mantiene buenos vínculos con otros ministros del Gobierno, como Matías Kulfas y Nicolás Trotta, además de otro ex-Frepaso, el senador Jorge Taiana. Ernesto Muro, su histórico colaborador, lo saludó por teléfono días atrás, cuando la designación como embajador en Perú era inminente.
Cultor del bajo perfil luego de abandonar la vicepresidencia, y durante sus largos años viviendo en Montevideo (cuatro por el Mercosur y seis por la Aladi), Álvarez cree que su tiempo de volver a enfrentar los flashes y las cámaras aún no llegó. "Todavía falta el acuerdo del Senado en [sesiones] extraordinarias, así que habrá un tiempo", contesta a los periodistas que le piden entrevistas.
"No va a volver nunca más a un cargo ejecutivo, eso ya está decidido. Pero en estos años se transformó en un experto en política regional y la cuestión latinoamericana", coinciden dos viejos conocidos, y agregan que Álvarez está escribiendo un libro sobre esa temática, sin fecha cierta de publicación.
Los expresidentes brasileños Luis Inacio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso; los frenteamplistas uruguayos, y los principales referentes de la Concertación chilena se cuentan entre sus relaciones más afianzadas. En la embajada de Perú, donde el peronista Jorge Yoma acaba de terminar su misión diplomática, estuvo durante ocho años Darío Alessandro, exdiputado frepasista y mano derecha de Álvarez durante muchos años. "El gobierno peruano le dio el placet a las pocas horas de haberlo pedido", se entusiasma un allegado, que comparte la satisfacción del virtual nuevo embajador. Después de más de dos años de ostracismo, volverá -Senado mediante- a hacer las valijas.
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