Alberto Fernández, ante el regalo de Cristina Kirchner: “No necesito leer lo que viví”
El Presidente deja trascender que su gestión ante el FMI y la que encabezó Alfonsín “no tienen nada que ver”; cree que La Coordinadora era “La Cámpora de Sourrouille”, para quien Fernández trabajó entre 1985 y 1989
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Éxito de ventas, Diario de una temporada en el quinto piso, escrito por el exfuncionario alfonsinista Juan Carlos Torre, fue el “regalo con mensaje desgastante” que Cristina Kirchner le hizo públicamente al presidente Alberto Fernández el pasado 2 de abril. A contramano de lo que creería su vice, el Presidente siente hoy que no necesitaría leerlo para recordar aquella época turbulenta de la economía argentina porque, como le transmitió en las últimas horas a sus íntimos (y antes a la propia Cristina). “No necesito leer lo que yo viví”, sentencia.
Tanto se habló del libro que el Presidente también repasó su propio pasado. Desde aquel sábado de mensajes cifrados, y en conversaciones informales, recordó su ingreso al gobierno radical de la mano de Bernardo Grinspun, el primer ministro de Economía de Raúl Alfonsín.
Desde la modesta Dirección de Sumarios fue acumulando puntos hasta que asumió, por invitación del ya ministro Juan Vital Sourrouille y en 1985, como subdirector de Asuntos Jurídicos del ministerio. Tenía 26 años. Jorge Gándara, ingeniero y a cargo por entonces de esa secretaría de “Legales”, fue su jefe directo y quien se mantuvo en ese cargo (al igual que el hoy Presidente) hasta el caótico y abrupto final del gobierno de Alfonsín. “Entre Gándara y Fernández había, al menos, dos personas más en la estructura, una de ellas era María Estela Cáceres Monie”, recuerda un alto funcionario ligado entonces a las decisiones económicas de Alfonsín, que luego de la debacle de Sourrouille continuaron de modo tan breve como dramático Juan Carlos Pugliese y Jesús Rodríguez.
Junto con su “respuesta” metafórica a Cristina sobre la inutilidad de leer lo que le tocó transitar, también aparece en el Presidente una certeza: la vicepresidenta está equivocada en torno al mensaje que le quiso transmitir, relacionado –según concluyen cerca suyo– en advertir sobre los “peligros” que traerá consigo el acuerdo con el FMI, la disidencia central que amenaza la continuidad del Frente de Todos.
“Alberto cree que Cristina toma una parte del libro, la de Alfonsín y la deuda, que no tiene nada que ver con lo que nos pasa a nosotros”, afirmaron muy cerca del Presidente, quien les recordó a los suyos que “en aquel momento había que negociar con el FMI y también la deuda privada, porque los bancos norteamericanos no querían un default”. Recuerdan la página 225 del libro, “donde Torre cuenta que lo vio flaquear a Alfonsín, pero que después lo vio convencido de acordar”. Quienes conocen el pensamiento presidencial aseguran: “Cristina fuerza la interpretación de Torre”.
¿Le gustó lo que leyó del libro? “Alberto dice que Torre describió muy bien el desorden que era eso, con Sourrouille en el quinto piso pensando una cosa, (Mario) Brodersohn en el cuarto pensando otra y los jóvenes radicales en el Banco Central diciendo cosas distintas”, contó un confidente.
También encuentra paralelismos entre la embestida actual del cristinismo contra Martín Guzmán por firmar con el FMI con lo que recuerda como los ataques de los jóvenes radicales contra Sourrouille. “La Coordinadora lo volvía loco, era una especie de La Cámpora de Sourrouille”, jura haber escuchado una fuente cercana de boca del propio Presidente.
Más allá de los recuerdos del Presidente, que rememora incluso un encuentro a solas con Alfonsín en el que este le pidió que resolviera un entuerto con el grupo Bulgheroni, vinculado con la promoción industrial en Tucumán, ni los funcionarios radicales de ese ministerio ni otros dirigentes recuerdan con precisión el desempeño de aquel joven abogado que, proveniente del peronismo, se sumó al gobierno del partido los había derrotado en octubre de 1983.
Un dato curioso: hoy la secretaría de Asuntos Legales funciona en el mismísimo quinto piso del Ministerio de Economía que describe Torre, aunque varias de sus dependencias están en el séptimo piso, donde pasó aquellos días Fernández, entre expedientes, juicios y presentaciones del ministerio.
“Había muchos arriba de él, no tomaba decisiones ni podía influir”, define otro experimentado dirigente radical, alejado de las posturas del Frente de Todos.
Mientras niegan contacto con Fernández en aquellos días, el enojo de distintos exfuncionarios radicales con el libro de Torre continúa siendo palpable. “Inoportuno, injusto con la UCR e incompleto” lo define Ricardo Campero, exsecretario de Hacienda entre 1983 y 1985. Luego de asegurar que no conoció a Fernández porque él “hablaba con Sourrouille y Mario Brodersohn”, Campero coincide de manera indirecta con el Presidente en su batalla dialéctica con su vice.
“Me parece que Cristina no leyó el libro, o lo leyó mal. Ella sugiere que a Alberto va a terminar mal como Alfonsín por acordar con el FMI y darle preponderancia a la economía. Y la tesis del libro es la contraria: que la economía estuvo siempre muy restringida por la UCR y el ala política”, completa el exfuncionario y diplomático.
Facundo Suárez Lastra, intendente porteño entre 1987 y 1989, tampoco tiene registro del Fernández funcionario, y desmiente también que la Junta Coordinadora se opusiera a acordar con el FMI, como asegura Torre y también afirman cerca del Presidente. “Nunca hicimos nada en contra de las políticas de Alfonsín, aunque algunos sectores de la Juventud Radical sí se manifestaban”, recuerda el exalcalde y legislador.
Convencido de las diferencias entre sus recuerdos y la visión de Cristina, Fernández insiste ante sus colaboradores: el final hiperinflacionario de Alfonsín que describe el libro de Torre y el presente no tienen nada que ver.
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