Alberto Fernández sostiene a su gabinete y piensa en relanzar una agenda propia, diferenciada del cristinismo
"Nadie se va por ahora. Hay que bancar al gabinete y sostener la unidad", coincidieron desde dos despachos importantes en Casa Rosada, ambos con conexión directa con el presidente Alberto Fernández.
En el final de una semana que incluyó medidos festejos por la sostenida baja en el valor del dólar que alejó el fantasma de una devaluación inminente y la resolución "sin muertos" de las tomas de tierras y campos en Guernica y Entre Ríos, el Presidente dejó en claro que "por ahora" no habrá cambios de nombres, y que el equipo seguirá incluyendo a los "funcionarios que no funcionan", según la áspera definición de la vicepresidenta Cristina Kirchner en su carta del lunes pasado.
A la espera de la ansiada vacuna contra el coronavirus y mientras se acentúa lo que en el Gobierno definen como una incipiente recuperación económica, sostener la "unidad" del Frente de Todos más allá de los innegables ruidos internos es hoy "el" objetivo, según cuentan cerca del Presidente.
"Cristina no habló de ministros que no funcionan ni hizo nombres, si ella quiere te lo dice en privado ¿Por qué habríamos de cambiar ahora, en qué mejoraríamos?" se preguntó un miembro de la mesa chica, convencido de que Fernández no hará cambios, y "menos bajo presión", aclararon. ¿Quién presiona? "Los medios", contestan algunos funcionarios, temerosos de generar mayor tensión con la vicepresidenta. "Cambios habría que hacer, pero no como respuesta a Cristina", reconocieron desde otro ministerio con despacho fuera de Balcarce 50.
Dispuesto a recoger el guante lanzado por la expresidenta y "decidir él", el Presidente envió esta semana renovadas señales internas de conciliación. No sólo sostendrá a la secretaria de Legal y Técnica Vilma Ibarra o al jefe de gabinete Santiago Cafiero-cuestionados por Cristina por el pasado o el presente-y su vínculo con Sergio Massa sino también a funcionarios más identificados con el kirchnerismo duro.
En la semana, y según cuentan desde su entorno, Fernández desestimó un pedido de la ministra de Justicia, Marcela Losardo, quien furiosa con Gabriela Carpineti (la funcionaria de Derechos Humanos que durmió en la estancia de los Etchevehere junto al grupo cercano a Juan Grabois) quería echarla de su cargo. "Losardo la quería limpiar, Alberto puso paños fríos", definió un funcionario, enojado-como muchos otros-con las actitudes de Grabois, "que debería ponerse a laburar para construir viviendas en lugar de generarnos ruido", según definieron desde el oficialismo.
El equipo económico encabezado por Martín Guzmán, en la mira desde hace semanas, obtuvo un respiro con la baja del dólar, con lo que las versiones sobre un cambio en el timón económico -se hablaba de la llegada de dirigentes cercanos a Massa en ministerios clave como Economía y Energía- se acallaron. "Guzmán tiene el perfil para este momento. El Frente de Todos no se banca los egos de un [Domingo] Cavallo o un [Martín] Redrado", resumía una voz autorizada de Balcarce 50 esta semana entre reunión y reunión. "[Miguel] Pesce quedó enojado, pero tampoco se va a ir", relató otro funcionario, conocedor de la siempre vigente interna entre Economía y el titular del Banco Central.
Tampoco parece viable hoy el retorno de Aníbal Fernández, quien durante la semana dejó dudas sobre ese "alguien" que no lo quiere de nuevo cerca del poder. "¿La llegada de Aníbal agranda o achica a Alberto? El Presidente tiene un plus de la moderación y de hablar con todos. Hoy no sabemos cuántos votos son, pero ese capital hay que cuidarlo", afirmaban desde una oficina cercana a la del primer mandatario y en crítica directa al estilo desafiante del hoy titular de Yacimientos Río Turbio.
La orden de "bancar" la gestión, que llegó a todos los ministros, tuvo su récord el miércoles, cuando cuatro ministros (María Eugenia Bielsa, Gabriel Katopodis, Matías Kulfas y Daniel Arroyo) y la secretaria de Comercio, Paula Español, salieron en simultáneo a "defender la gestión" en distintas áreas. Tampoco fue casualidad, coinciden fuentes oficiales, la "autocritica de lo que hicimos mal" esbozada por la vicejefe de gabinete, Cecilia Todesca, aunque acotada siempre a las consecuencias de lo que en la intimidad el Presidente define como una "mamushka" de crisis que se suceden de manera vertiginosa desde el inicio del mandato del Frente de Todos. "Algunos entendieron que se tenían que poner las pilas", reconocían en el oficialismo, y daban como ejemplo la "hiperactividad" de la ministra Bielsa (Hábitat y Desarrollo) en los últimos días, luego de las críticas por la subejecución del presupuesto en su área.
Aborto en la mira
Mientras espera la aprobación del Presupuesto en el Senado, cerca de Fernández aseguran que, más allá de la decisión de no confrontar, es hora de relanzar una agenda propia. La discusión sobre la despenalización del aborto -promesa de campaña del Presidente- fue postergada, pero no archivada, sostienen desde el albertismo. En ese sentido, puntualizan que una reunión entre Massa y grupos de feministas que impulsan la aprobación por ley del derecho a abortar fue pospuesta para después de la discusión presupuestaria en el Senado. Ibarra y el ministro de Salud, Ginés González García, son algunos de los funcionarios que impulsan que la iniciativa, al menos, vuelva a discutirse en el Congreso.
"No podés conformar a todos, siempre te van a correr por derecha y por izquierda", reflexionaban cerca del Presidente, en relación también a las reuniones del primer mandatario con empresarios y miembros del "círculo rojo" que enojaron al kirchnerismo duro, y que "continuarán", según afirmó otro allegado.
"Seguimos todos, incluidos [Tristán] Bauer o [Juan] Cabandié", resumieron con ironía desde otra dependencia oficial en relación a dos ministros del riñón cristinista, no incluidos en la supuesta lista de funcionarios que, por ahora, seguirán en sus puestos.
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