“El Presidente está descansando”: el jefe de Gabinete de Fernando De la Rúa recordó las horas dramáticas del 2001 y el “error” de declarar el estado de sitio
Chrystian Colombo, el último hombre en dejar la Casa Rosada, narra las horas del 19 y 20 de diciembre, las reuniones, los muertos y el mensaje que le dieron al llegar a Olivos
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La noche del miércoles 19 de diciembre de 2001, Chrystian Colombo, neuquino, radical y desde hacía dos años jefe de Gabinete de Fernando De la Rúa, dejó el hotel Elevage, en el microcentro porteño, y fue directo a la quinta de Olivos. En el país ya regía el estado de sitio, habían sonado los primeros cacerolazos y la crisis era total. Colombo venía de estar reunido con radicales y peronistas en una cumbre para intentar evitar el desastre final. La moneda de cambio era la renuncia del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo. Cuando llegó a Olivos con el mensaje para De la Rúa le informaron “que el Presidente estaba descansando”.
A 20 años de aquella crisis, Colombo recordó ante LA NACION esas 24 horas dramáticas en las que terminó siendo el último hombre en dejar la Casa Rosada. De las reuniones frenéticas, el “error del estado de sitio” y la renuncia frente a sus ojos, en lo que es uno de los capítulos más dramáticos de la democracia.
–El 19 terminó con el mensaje que no le pudo dar a De la Rúa. ¿Cómo comenzaron el 20?
–Pasé temprano. Ahí hicimos un pequeño plan de trabajo para ver qué era lo que se podía hacer y con quién había que hablar. Había que sustituir a varios ministros. Había nombres de posibles ministros, volver a hablar con el FMI, con la oposición. Estábamos trabajando contrarreloj.
–Venían de reuniones como la que habían tenido el día anterior con Cáritas (la tarde del 19) y otras entidades y luego la del Elevage.
–La reunión de Caritas fue el último intento para encontrar una solución consensuada con la oposición y muchos actores sociales, porque estaba la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara Argentina de la Construcción, la Sociedad Rural. No todos con la misma posición. Estaban Raúl Alfonsín, Eduardo Duhalde, si no me equivoco, el doctor [José Manuel] De la Sota. Fue una reunión importante convocada por la Iglesia en el marco de lo que veníamos trabajando y que fue el paso previo a lo que con Duhalde se transformó en el Diálogo Argentino. Me parece que ahí hubo por parte del Presidente una mirada equivocada sobre ese encuentro. Primero, la conclusión de él era que solo querían una devaluación. A mí me parece que fue la última oportunidad que tuvimos de generar una salida consensuada a esa crisis. Era difícil, pero era un camino, que creo que aún hoy es el que hay que recorrer: consensuar políticas. Hubo un ofrecimiento de acompañar al Presidente. Eso fue rechazado. De la Rúa se levantó dijo que tenía que seguir hablando con el FMI y se fue.
–Después llegó el estado de sitio.
–Quiero ser claro: el estado de sitio en ese momento se pensó para apaciguar. No se tomó para tomar medidas represivas. Mi visión es, 20 años después, que fue un error porque enervó más a la gente. El resultado terminó siendo como la sensación de una pérdida que se había conquistado con la democracia.
–¿Por esas horas ya se imaginaba que podía desencadenar en la renuncia?
–No, no habíamos charlado sobre ese tema, pero el Presidente había dicho: “Vamos a ver si salimos de esto”. Había habido reuniones de él y Cavallo con miembros del Parlamento en la Casa de Gobierno, los días previos. No era una cosa que uno veía un desenlace inmediato, pero era algo que él dejaba traslucir.
–¿Cómo fueron viviéndose las horas del 20 en Casa Rosada?
–Tuvimos que procurar que mucha gente se fuera para que no corriera riesgos en Casa Rosada. Había la intención de que un par de gobernadores fueran, pero no pudieron llegar por los alrededores. No estuve mucho tiempo con el Presidente, las primeras horas porque cada uno estábamos haciendo llamados y reuniones, él las suyas y yo las mías. Nos íbamos intercambiando información. Luego él hace un llamado a un gobierno de unidad nacional y le contesta el diputado [Humberto] Roggero que le iban a hacer juicio político. Después nos enteramos que había habido muertos en los alrededores y creo que eso fue definitivo para el Presidente.
–Ustedes siempre deslindaron la responsabilidad de lo sucedido en la plaza en la Justicia.
–A mí me parece que es un hecho terriblemente doloroso que disputas políticas terminen con esa cantidad de muertos. Así haya sido uno, pero fueron 40 en todo el país. No hubo por parte de ningún gobernador la intención de reprimir. Está claro que hay algunos policías que se van de cauce. Y en la Plaza de Mayo la responsabilidad estuvo en la Justicia.
–Usted conocía a De la Rúa: ¿Cómo veía sus reacciones? ¿Qué cree que le pasó?
–Lo conocí en la gestión, me pareció siempre una persona inteligente que pensaba demasiado las decisiones.
–¿En los años siguientes él volvió a hacer alguna referencia a lo que pasó?
–No. Hicimos los primeros días alguna reflexión para tenerla en caliente pero, digamos, yo no cambié demasiado lo que pensaba en ese momento. La perspectiva histórica te da otras situaciones. Lo valioso de transmitir algo es lo que pasó en ese momento. Después uno, ya sea por vanidad, orgullo o hasta defensa de uno mismo, el tiempo le agrega matices que en ese momento no estaban. El ejemplo más claro para mí es el momento en que declaramos el estado de sitio. Todos pensábamos que iba a tranquilizar a la gente y la enervó. En ese momento lo vi de otra manera. Me parece que hay que expresarlo ahí. No estoy buscando rédito político, la historia es la historia.
–A 20 años, ¿qué recuerda del momento de la renuncia?
–Había llegado Adalberto Rodríguez Giavarini, que si no me equivoco había vuelto ese día de Estados Unidos. Estaba con él cuando la redacta. Creo para Adalberto tanto para mí el momento fue de mucha emoción y mucha tristeza. De la Rúa lo asumió con entereza. Ya tenía la decisión tomada.
–Usted fue el último en irse ese día de Casa Rosada. ¿Qué hizo?
–No hice mucho. Acomodé mis cosas y al día siguiente volví a porque había una reunión pendiente con (el expresidente de España) Felipe González y De la Rúa también vino. Después me fui a mí casa: frustrado y triste. Ese fue un poco el final de la historia.
–Estuvo también para hacer el traspaso con Ramón Puerta.
–Estuve presente cuando asumió y entregué a los funcionarios todas las carpetas de los distintos ministerios que llevábamos con lo que venía haciendo cada uno. Sinceramente, me pareció un momento muy difícil para el país, porque no teníamos rumbo. El paso de cinco presidentes en una semana con la gente enfurecida en las calles y manifestaciones que siguieron y duraron, para cualquiera es un hecho muy fuerte.
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