El Presidente envió señales de tregua y unidad al cristinismo y respaldó a Martín Guzmán
Alberto Fernández elogió al renunciado Feletti y cedió la palabra a Darío Martínez, un crítico de los aumentos de tarifas; presencia de empresarios y gobernadores en el anuncio de facilidades al sector energético
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“Quiero agradecerle al Presidente que me ha permitido hablar”, dijo el secretario de Energía, Darío Martínez, sentado al lado del ministro de Economía, Martín Guzmán, su “enemigo íntimo” en la disputa por el proyectado aumento de tarifas. Un rato después, el propio presidente Alberto Fernández blanqueó su diálogo matinal con el renunciado secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, a quien reconoció “haber trabajado codo a codo” y puesto “su mayor empeño” en la desigual batalla para controlar la inflación.
En el mismo acto, y con señales Martínez y Feletti, dos referentes cercanos a Cristina Kirchner, el Gobierno intentó dar una señal de armonía y unidad, ante un auditorio de empresarios y sindicalistas que llegaron hasta el museo de la Casa Rosada. Señales de unidad que, de todos modos, chocan con el enojo de los leales a Cristina, quienes no terminan de digerir el empoderamiento explícito del ministro de Economía.
“Guzmán cree que el Gobierno es de él, ¿no?”, comentó con sarcasmo un leal a la vicepresidenta, un rato después que Fernández, Guzmán y Martínez compartieran el anuncio de mayores facilidades para acceder a divisas para empresas vinculadas con el incremento de la producción y el mercado interno del sector energético. La medida, instrumentada en breve vía decreto, establece la creación de creación de un régimen de acceso a divisas para la “producción incremental” de petróleo y otro régimen similar para quienes incrementen la producción de gas natural; además de un tercer régimen de “Promoción del Empleo, el Trabajo y del Desarrollo” para proveedores de la industria de hidrocarburos.
Un día después de la renuncia de Feletti-duró solo el fin de semana bajo el ala de Guzmán- el ministro de Economía ocupó el centro de la escena y se encargó de trazar las líneas generales del “diálogo virtuoso” que, según explicó, se dio entre los distintos sectores “para lograr una escalada de la inversión” y que ingresen dólares desde el sector energético.
Los asistentes
Además de los funcionarios, lo escuchaban Paolo Rocca (Techint), Daniel Funes de Rioja (UIA) y José Luis Manzano, ex ministro del Interior y actual empresario del sector energético, entre otros. Además de sindicalistas, como Héctor Daer (secretario general de la CGT), también hubo nutrida presencia de gobernadores: más allá de la ausencia de Rodolfo Suárez, gobernador radical de Mendoza (“nos avisaron ayer pasado el mediodía y no tenemos avión”, explicaron a este diario cerca del mandatario) estuvieron Gildo Insfrán (Formosa), Arabela Carreras (Río Negro), Omar Gutiérrez (Neuquén), Gustavo Sáenz (Salta) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego), cantidad muy superior a la solitaria aparición de Sergio Uñac (San Juan), en el acto de la Uocra, hace tres días.
Cuando le tocó hablar, y en el inicio de sus doce minutos de discurso, Fernández elogió el trabajo de Feletti y también pasó mensajes internos, como su elogio “al trabajo de Matías (Kulfas) y su equipo”, en el diseño del plan Gas. Además de defender a Kulfas, otro de los eternos apuntados por la vicepresidenta, Fernández elogió los pasos “serios, sensatos y firmes para que la Argentina se ponga de pie”. No había escuchado a Funes de Rioja, que antes de ingresar había reiterado ante los periodistas sus quejas ante “quienes persiguen a los empresarios en lugar de atacar las causas de la inflación”, en crítica implícita a Feletti.
A su turno, Martínez utilizó siete minutos para elogiar al Presidente, pero también para una sutil diferenciación al agradecer “a los trabajadores del sector” energético, a quienes Guzmán no había aludido en su discurso. “Con todo esto no alcanza, tenemos que seguir en el abastecimiento y lograr ser proveedores del mundo”, dijo el secretario de Energía, que antes y después aprovechó para charlar largo y tendido con varios gobernadores.
“A veces creo que soy el único que quiere sembrar esperanza, pero la verdad es que la esperanza está sembrada, sólo hace falta que la reguemos”, soltó el Presidente casi en una muestra de catarsis, hacia el final de su discurso y de un acto en el que el Gobierno escenificó una postal de unidad en medio de la tormenta.
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