El Presidente encabeza gestiones para evitar que el kirchnerismo duro exponga sus diferencias en el Congreso
Emisarios del Gobierno buscan que los legisladores que responden a Cristina y Máximo Kirchner no presentes críticas muy duras cuando el acuerdo con el Fondo sea debatido por ambas cámaras
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El objetivo es muy claro: si hay diferencias que no se noten o, al menos, que se noten lo menos posible. Por orden del presidente Alberto Fernández, distintas espadas del Gobierno y la Cámara de Diputados negocian con Máximo Kirchner y otros representantes del cristinismo “bajar el tono” y suavizar críticas, para evitar que la grieta en el oficialismo quede expuesta en el inminente debate del acuerdo con el FMI, que llegaría al parlamento en las próximas horas.
En el medio de un clima que cerca del Presidente definen como de “tensa calma”, el ministro del Interior, Eduardo De Pedro; el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y el gobernador bonaerense Axel Kicillof fueron algunos de quienes, según pudo saber LA NACION, agotaron sus teléfonos celulares y protagonizaron charlas con el ya exjefe del bloque de diputados, quien renunció a ese cargo el 28 de enero luego de difundido el acuerdo con el FMI.
Los dirigentes sociales del Movimiento Evita y funcionarios Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro también conversaron del tema con el hijo de Néstor y Cristina Kirchner, con resultados no demasiado alentadores por el momento. “Máximo estuvo enojado al principio, luego bajó los decibeles y ahora deja trascender que subió el tono de nuevo”, comentó una fuente del oficialismo al tanto de los diálogos privados que intentan frenar el día después, que va a incluir “tapas de los diarios y portales hablando más de las diferencias que de la aprobación del acuerdo”, según teorizaron desde otro despacho oficialista.
Para el Presidente, conseguir la aprobación sin sobresaltos del acuerdo que se termine alcanzando es prioridad número uno. “Hay buen diálogo [con el cristinismo]”, afirmaron muy cerca del Presidente con altas dosis de optimismo, aunque las espadas oficialistas en el Congreso advierten que lograr discursos armónicos o con menos dosis de rechazo al plan del ministro de Economía, Martín Guzmán, “no será fácil”, ya que “al recinto siempre lo invade la pasión”.
Tampoco ayudó la difusión de un borrador reservado del acuerdo con el FMI, conocido por miembros del oficialismo y medios de prensa cercanos al Gobierno. “Confirma nuestras presunciones: el acuerdo es malo –anticipa un diputado kirchnerista-. Nosotros todavía no definimos qué postura vamos a adoptar, esperaremos al texto definitivo”, afirmaron a este diario fuentes del kirchnerismo en la Cámara baja. El lunes, el Presidente debió desmentir que el acuerdo incluya recortes en las jubilaciones docentes, pero sí reconoció que se apunta a los denominados regímenes especiales de jubilación de jueces y diplomáticos.
De todos modos, y mientras Guzmán sigue afinando el texto final (las tarifas siguen siendo el punto de discordia, afirman en Economía), el Gobierno confía en que sea una sesión “más o menos tranquila”, con abstenciones de los diputados y senadores del kirchnerismo duro, pero con quórum asegurado y apoyo de buena parte de la oposición de Juntos por el Cambio en ambas cámaras. “El silencio de Cristina es muy bueno”, comentó otra espada oficialista, aunque nadie se atreve a afirmar que la vicepresidenta no haga uso de sus temidas y ya habituales cartas para expresar su virtual desagrado.
La relación de amistad entre De Pedro, hoy más inclinado a aprobar el acuerdo, y Máximo Kirchner es otro lazo que acerca a las partes, aunque nada garantiza que algún discurso inflamado o un portazo impredecible no aparezcan sin previo aviso. “Con el acuerdo festejamos dos días, al tercero explotó todo”, recordó un ministro albertista que no se confía.
Una postal de unidad posible quedará sellada hoy, en Comodoro Rivadavia, en el acto de aniversario de la ciudad para el que viajaron De Pedro, Massa y Máximo Kirchner para encontrarse con el gobernador Mariano Arcioni y empresarios. Allí, las conversaciones podrán ayudar en la búsqueda de un tránsito menos problemático del acuerdo con el FMI por el Congreso.
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