Alberto Fernández, en la búsqueda de un difícil equilibrio ante el nuevo aniversario del atentado a la AMIA
"Alberto escuchó a todos, pero no escuchó a nadie", ironizaron a través de un juego de palabras desde un pasillo de la Casa Rosada. La definición se centraba en la actitud presidencial en relación a las distintas agrupaciones de familiares y entidades judías, durante estos días previos al aniversario número 26 del atentado a la AMIA.
El objetivo de "no meterse" en la interna entre los distintos grupos de familiares, que sostienen posiciones antagónicas en lo referido a la responsabilidad de Irán y el rol de la expresidenta Cristina Kirchner en la investigación del atentado, y a la vez participar de alguna manera de los homenajes a las víctimas del atentado contra un objetivo comunitario más grave desde la Segunda Guerra Mundial, quedó claro no solo en la entrevista pública organizada este jueves por el American Jewish Committee, sino además en la elección del drama de Sebastián Barreiros, la víctima más joven de aquel ataque terrorista, como símbolo de su homenaje.
En esa búsqueda de equilibrio -en este caso, con su vicepresidenta- se enmarca su cambio de postura sobre el Memorándum con Irán, que criticó en duros términos durante años y que hoy calificó de "un intento por destrabar y encontrar una solución" a la negativa de Irán a colaborar.
La elección del AJC, una entidad norteamericana con históricos vínculos con el kirchnerismo, evitó a Fernández tener que "exponerse" al participar del acto central organizado por la AMIA y DAIA, sobre todo porque esta última entidad sostiene la querella contra la vicepresidenta y otros exfuncionarios como Carlos Zannini (actuar Procurador del Tesoro) por presunto encubrimiento del atentado a través del pacto con Irán.
La solución de una entrevista "internacional", gestionada a través de silenciosos gestores locales y el embajador argentino en Washington, Jorge Arguello, evitó al Presidente "embarrarse" (al decir de uno de los intermediarios) en la discusión sobre la responsabilidad de su compañera de fórmula, en momentos en los que recrudecen las críticas dentro de la propia alianza gobernante.
"El costo, si es que hay alguno, lo paga el AJC", dijeron fuentes cercanas a esa entidad, cuya entrevistadora y directora para América Latina de la entidad, Dina Siegel Vann, es una antigua conocedora de los vericuetos del poder político en Argentina, dentro y fuera de la comunidad judía.
Esa elección tampoco enoja a sectores de familiares más cercanos al kirchnerismo, como Memoria Activa, que junto al Llamamiento Argentino Judío y otras entidades de centroizquierda comunitaria tendrán su propio acto virtual de recordación, el próximo martes 21.
Destinatarios esta vez de los homenajes oficiales, los padres de Sebastián tampoco participan de manera activa de ninguno de los grupos de familiares de víctimas. Su madre, Rosa, estuvo de manera esporádica en cada acto de recordación en Pasteur al 600, y su padre, Julio, que recién cobró notoriedad ayer, cuando el Presidente lo recibió en la quinta de Olivos para recordar aquella muerte inexplicable.
El presidente de la AMIA, Ariel Eichbaum, fue quien le sugirió al Presidente que fuera él quien representara a las 85 familias que sufrieron pérdidas irreparables aquel 18 de julio de 1994. Conmovido por la historia de Sebastián, que tenía 5 años al momento de la explosión, Fernández dio aval al descubrimiento de una plaqueta en su memoria en la Casa Rosada, en coincidencia con los actos de recordación.
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