Con la llegada de Batakis, el Presidente resignó el control de la economía pero evitó la rendición total
Finalmente no aceptó las condiciones de Massa y negoció con Cristina Kirchner, que así se quedó con casi toda la botonera económica; por la tarde Fernández llamó a la vicepresidenta
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Alberto Fernández encontró un camino intermedio, Silvina Batakis. El Presidente se enfrentaba a una decisión traumática: si avanzaba con el pedido que le hicieron Sergio Massa, Cristina Kirchner y su círculo de confianza, de avanzar con una profunda renovación del gabinete, habría delegado el poder y debería recorrer lo que quedaba de su mandato con un gobierno intervenido. Si, en cambio, resolvía un cambio de figuras en el Ministerio de Economía, se exponía a quedar en la más absoluta soledad.
Con Batakis encontró una solución a mitad de camino. La economista, exministra de Economía bonaerense durante la gestión de Daniel Scioli, es desde hace dos años la espada económica del ministro del Interior, Wado de Pedro. En rigor, con el desembarco de Batakis en el Palacio de Hacienda, la vicepresidenta se aseguró el control de los resortes de Economía y Energía. Solo quedó un dique de contención para el Presidente, Miguel Pesce, al frente del Banco Central. Al menos por ahora.
Todos ocurrió en una jornada signada por la incertidumbre. En medio de un clima enrarecido, todo comenzó a ordenarse por la tarde. Fue cuando el jefe del Estado llamó a la vicepresidenta. El diálogo, que impulsó entre otros la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, sirvió para acercar posiciones. Ante la urgencia, resolvieron el nombre de la reemplazante de Martín Guzmán. Evitar un feriado cambiario era fundamental para no generar más inquietud.
Las exigencias de Massa hicieron imposible su llegada al gabinete nacional. De hecho, en conversaciones con sus allegados, el presidente de la Cámara baja mostró dudas. Solo asumiría con un control total de la botonera económica y en acuerdo con la expresidenta. Sus pretenciones fueron demasiadas altas, incluso para un Presidente en el estado de fragilidad en el que se encuentra Fernández.
De esto hablaron durante casi cuatro horas el jefe del Estado y el tigrense. La incorporación del presidente de la Cámara de Diputados contaba con el visto bueno de casi todos los integrantes del primer anillo de confianza de Fernández: Santiago Cafiero, Juan Manuel Olmos y Vilma Ibarra, entre otros. Por ahora la jugada quedó suspendida, aunque no descartada.
La renuncia de Martín Guzmán, último dique de contención que tenía el Presidente, expuso al máximo la fragilidad del Gobierno. Es por eso que en el Gobierno admitieron durante todo el día que las tratativas con Massa son decisivas para configurar el próximo esquema ministerial.
La falta de reacción fue otro de los síntomas que provocó algunas discusiones internas en las últimas horas. En medio de la crisis, el país estuvo casi 28 horas sin ministro de Economía. En el entorno del mandatario cayó muy mal que, pese al impacto de la salida de Guzmán, Fernández -como publicó Clarín- se quedó toda la tarde en la casa del empresario Fabián de Sousa, uno de los dueños del Grupo Indalo y socio de Cristóbal López.
El Presidente recién emprendió la vuelta desde Zárate cerca de las 20, cuando la crisis era total. En la quinta presidencial de Olivos, a diferencia de lo que se dejó circular en un primer momento, no había ministros ni funcionarios esperándolo. Todas las comunicaciones fueron por teléfono.
Este comportamiento hizo recordar a lo que ocurrió a fines de marzo. En ese momento, ante un nuevo avance de la expresidenta, el Presidente había decidido avanzar con un cambio en el gabinete. Todo estaba listo para ser anunciado después de Semana Santa, pero finalmente no ocurrió. Se trataba de cambios “quirúrgicos”, entre ellos la salida de Guzmán, con el objetivo de calmar las críticas internas y mantener el equilibrio en el Frente de Todos.
Alberto Fernández estaba decidido, pero al final frenó todo. Nunca les explicó a sus colaboradores más cercanos porque lo hizo, pero algunos de sus ministros quedaron preocupados por lo que se evidenció como una falta de reacción. Hoy, en un escenario aún más volátil y complejo, ese recuerdo volvió.
Así todo, la decisión de designar a Batakis amanece como una rendición parcial. Aunque resigna parte del poder, Fernández encontró un atajo que aún le permite disputar una cuota de poder.
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