El poder de llamarse Romero
La Alianza Salteña busca quebrar en 1999 la hegemonía política del peronismo.
SALTA.- El gobernador peronista acumula poder político y económico desde 1995. Pero puede perderlo en 1999 si la oposición consigue quebrar la hegemonía oficialista que domina a una de las provincias más pobres de la Argentina.
Juan Carlos Romero, que sufrió un revés electoral el año último cuando el PJ perdió la intendencia de esta capital, irá por otro mandato el año próximo. Es el hombre fuerte de esta provincia. Erigió un poderoso aparato partidario, fomentó el clientelismo político y consolidó su liderazgo en el PJ salteño.
Pero el logro más significativo del romerismo no es su poder ni haber conseguido equilibrar las cuentas públicas -jubilados y estatales cobran sus sueldos en fecha- y contener las protestas sociales: obligó a radicales y frepasistas a unirse a un partido con pasado procesista, el Partido Renovador (PR).
El principal referente de esta fuerza, el senador nacional Roberto Ulloa, fue uno de los artífices de la Alianza Salteña que se selló con la UCR y el Frepaso, poco antes de las elecciones legislativas de año último. El capitán de navío fue designado gobernador de Salta por el ex dictador Jorge Rafael Videla, en pleno proceso militar.
A los aliancistas les cuesta explicar el acuerdo con el partido que está en las antípodas de su ideología progresista. El jefe del bloque de diputados de la UCR vernácula, José María Farizano, y el dirigente radical Carlos Saravia Day admitieron que la necesidad electoral pudo más.
Sin embargo, son enfáticos cuando defienden el acuerdo con el Partido Renovador, que puso en aprietos a los principales referentes de la Alianza, con dos argumentos. Uno político: Ulloa después de ser gobernador del proceso venció al PJen las elecciones de 1991, con el 56 por ciento de los votos. El otro moral: que durante su gobierno de facto "no mató a nadie y estuvieron garantizados los derechos humanos", coincidieron los radicales.
Romero ya empezó a prepararse para las elecciones de 1999, en Salta hay reelección (se modificó el año último la constitución provincial). El rival del peronista es el diputado nacional del PR, Ricardo Gómez Diez, quien cumplió funciones durante el proceso como director general del Registro Civil de Salta.
La oposición teme que el gobernador decida desdoblar las elecciones y, en mayo próximo, Salta elija al futuro gobernador, con lo que el PJ amortizaría el efecto "arrastre" de la Alianza en la elección general. Ni Romero ni su entorno admitieron la maniobra que preocupa a la oposición, pero tampoco la negaron. Mientras tanto, la Alianza Salteña intenta, en vano, trabar las acciones del oficialismo. Se habla de corrupción y de abuso de poder.
La hegemonía romerista
El esquema de Romero le deja poco margen de acción a la oposición. El Poder Legislativo está dominado por el PJ: en la Cámara de Diputados hay 42 diputados del PJ, 15 del PR y 3 de la UCR; el Senado está compuesto por 24 miembros, 21 son justicialistas y 3 pertenecen al PR.
El Partido Renovador es poderoso en esta provincia, relegó al radicalismo al tercer puesto, pero el desequilibrio legislativo lo condena casi a un mero espectador de la política local.
La oposición acusa al administración romerista de dominar la Corte Suprema de Justicia de Salta, integrada por cinco miembros, de los cuales sólo uno es afín al PR.
Además, el "clan Romero" maneja el único diario que se emite en esta provincia, el matutino El Tribuno, que dirige el hermano del gobernador, Roberto Eduardo Romero. En su páginas se promocionan las acciones de gobierno y se destacan los puntos vulnerables de la intendencia de esta capital, que administra la oposición.
También es propiedad de los Romero una radio local, aunque hay diversas emisoras. Pero el eje de la consolidación del poder económico del gobernador se concentra en el grupo Horizonte SA.
La oposición sospecha que el grupo participó en las privatizaciones del agua, la energía eléctrica y del Banco de Salta, pero no tienen pruebas. El gobernador sólo admitió a La Nación la existencia del grupo y la propiedad de El Tribuno.
Romero siempre se jactó de ser diferente a su padre (que fue gobernador de Salta y lustrabotas en sus comienzos), de saber inglés y haber estudiado en Washington. "Es un estadista", dicen en su entorno.
Los salteños parecen alejados de su poder y de la política que, hasta ahora, no le asegura a ninguna fuerza el triunfo en 1999. Si bien existe el romerismo y el antiromerismo, esto no divide a la sociedad de esta provincia habitada por un millón de personas.
La desocupación, la pobreza y, en algunos barrios, la inseguridad (se detectaron 42 patotas) inquieta a sus habitantes, pacientes por naturaleza, conservadores y fieles creyentes. Los rezos a la Virgen y al señor de los milagros parecen ser el único refugio para los salteños, que creen poco en las promesas de los políticos.
Definiciones del mandatario
- Logros: "Reducimos los gastos, transferimos los servicios públicos al sector privado -se privatizaron el agua, la energía eléctrica y el Banco de Salta-. Tenemos las cuentas en orden, los sueldos se cobran en fecha. Salta crece".
- Estilo: "Esta gente -por la oposición- tiene la costumbre de tener una provincia rancho´. Hay que mostrar bien a Salta".
- Gastos: "Los gastos reservados y los arreglos de la finca Las Costas -dos millones de pesos, en cada caso- son cifras menores. No quiero un gobierno deprimido que aleje inversores".
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