El peronismo frente al espectro de Angeloz y los extraños vínculos de Karina Milei
En el oficialismo hay poco entusiasmo por asumir la candidatura que deba defender al Gobierno; los contactos de la hermana del libertario con el sciolismo
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¿Wado de Pedro va a transformarse en Eduardo Angeloz? ¿O será la propia Cristina Kirchner? Alberto Fernández lo descarta. La comparación con el candidato radical sobrevuela las conversaciones. “Para el kirchnerismo sería tirarse un tiro en el pie”, grafica un ministro, junto al Presidente, poco después de regresar del viaje a la Antártida. El recuerdo de Angeloz, elegido por la Unión Cívica Radical para disputar la sucesión de Raúl Alfonsín en 1989, atraviesa como un espectro la Casa Rosada.
Su mención es como echar un vistazo al abismo que se abre a los costados del estrecho desfiladero que lleva a las próximas elecciones, pero exige un ejercicio de memoria. En los últimos meses de Alfonsín, la inflación había vuelto impopular el gobierno radical, devoraba sus votos sin piedad y los asesores de Angeloz buscaban la forma de presentarlo como una alternativa. No era tarea fácil, porque el candidato representaba al partido gobernante. Entre la suba de precios y el ascenso de Carlos Menem, el cordobés Eduardo Angeloz se esforzó por diferenciarse de Alfonsín, en una competencia por mostrarse tan opositor como el peronismo.
Menem lanzaba promesas sin descaro, como establecer un “salariazo” por decreto y terminar con el problema de la deuda mágicamente. No tenía en sus espaldas el peso de la gestión. Angeloz bordeaba la desesperación y llegó a presentarse en el programa televisivo de Bernardo Neustadt, por entonces la emisión política de mayor audiencia en la televisión, para pedir la renuncia del equipo económico de Alfonsín. El ataque del candidato oficialista laceró todavía más la debilidad del Gobierno, que entre los errores económicos, el hostigamiento del peronismo y las críticas de su candidato, se vio obligado a adelantar las elecciones para terminar con el suplicio.
El recuerdo de Angeloz se volvió central para explicar el presente. La “resistencia pasiva”, como definen en la Casa Rosada la actitud de Fernández frente al kirchnerismo, exaspera al peronismo. En los últimos días, el Presidente se mostró en privado dispuesto a enfrentar en una primaria a otro candidato del Frente de Todos, ya sea un ministro como De Pedro o al gobernador Axel Kicillof, como lo relataron miembros del gabinete a LA NACION.
En el Instituto Patria lo consideran una bravuconada, como el jugador de truco que fanfarronea con un cuatro de copas, y apuestan que terminará por dar un paso al costado. Pero están todos atrapados en un mismo barco. Convertirse en el Eduardo Angeloz de Alberto Fernández, es decir, buscar votos con golpes contra el Gobierno, es como jugar a la ruleta rusa para el kirchnerismo. En 1989, la crisis arrastró a toda la UCR sin distingos. Necesitó más de una década para recuperarse. El peronismo se enfrenta ahora al mismo dilema.
“¡Que florezcan mil flores!”, exclamó en su despacho un ministro de Alberto Fernández, cuando supo del lanzamiento de Daniel Scioli. En el gabinete no pierden el humor ante la crisis. La proliferación de postulantes solo muestra la incapacidad de los ya lanzados para volverse indiscutidos. Una agrupación kirchnerista colgó carteles en la provincia de Buenos Aires con la leyenda: “Cristina o nada”. Los vieron, por ejemplo, cada uno de los veraneantes que viajaron en los últimos días a la costa atlántica. “Nada”, en esa lógica, es el valor que le otorgan a sus propios candidatos alternativos a la vicepresidenta. ¿Evaluaron los carteles antes con Axel Kicillof o De Pedro? Según parece, el bastón de mariscal que Cristina Kirchner rogó que levantaran, todavía sigue tirado en el piso. Muchos en el kirchnerismo ven “nada” más allá de la vicepresidenta.
“El poder se evaporó”, exclama un dirigente de La Cámpora. Los cargos, los legisladores, los recursos se mantienen, pero el kirchnerismo se muestra con serias dificultades para lograr aquello que se propone. Todo el camporismo arremetió contra Alberto Fernández durante meses, lo presionó en público y en privado para que dijera que abandonaba su candidatura. Golpeó contra uno de los presidentes más débiles que entregó la Argentina. Incluso lo rodearon en una mesa política con un guión precocido para exigirle que se definiera. No lo lograron. Fernández hasta se permitió una malicia: cuando Kicillof y otros dirigentes kirchneristas ya habían pedido en la mesa política que el peronismo y el Gobierno levantaran la bandera de la “proscripción” de Cristina Kirchner, el Presidente les respondió que no debían olvidar también decir que era “inocente”. Nadie lo había hecho hasta entonces.
La noticia en el peronismo no es la debilidad de Alberto Fernández. Esa es una historia vieja. La novedad es la debilidad de Cristina Kirchner para conseguir sus objetivos. Un observador del peronismo lo comparaba con la película infantil Kung Fu Panda. El personaje Tai Lung se cree merecedor del título de Guerrero Dragón. Nadie lo duda. Y se enfrenta a Po, un panda panzón. Hacia el final, tras escapar de la cárcel, Tai Lung arremete con todas sus fuerzas contra Po, golpea sin parar contra el abdomen voluminoso del panda y no lo vence. En una escena clave, Tai Lung descubre que está agotado, que ya no tiene fuerzas, que los golpes se hunden en la panza impávida sin conseguir ningún resultado. Ese es el principio de la derrota.
Una prohibición inexistente
El operativo proscripción, la increíble proclama contra una prohibición inexistente, es una muestra de las flaquezas que atraviesan al oficialismo. Sin un candidato competitivo o una gestión exitosa, el kirchnerismo intenta culpar a un mal externo, a un poder malvado que atenaza sus posibilidades. La idea de que Cristina Kirchner evita lanzar su candidatura por culpa de la Justicia esconde un secreto que La Cámpora conoce perfectamente: es la propia vicepresidenta quien preferiría verse liberada de competir.
Ese es el sentido de los mensajes que envió a sus colaboradores durante los últimos meses. Pero la carencia de un postulante propio indiscutido y la resistencia panda de Fernández obligan a La Cámpora a regresar, una y otra vez, a Cristina Kirchner. El problema es que la guerrera dragón ya no es lo que era. Lo demuestran los cuatro senadores peronistas que le rompieron el bloque en la cámara que preside. O incluso Estela Carlotto, al enfrentar públicamente la idea de usar la marcha del 24 de marzo para promover su candidatura.
El peronismo, mientras tanto, ensaya otras alquimias frente a las amenazas. Una pieza clave del tablero es Javier Milei. Los intendentes bonaerenses del PJ están convencidos que el libertario puede sacarle a Juntos por el Cambio los puntos cruciales que permitan al peronismo volver a ganar. Por eso, la ansiedad por ayudar a financiar la campaña de Milei recorre el sistema nervioso del peronismo con la fuerza del instinto de supervivencia.
En el propio Justicialismo bonaerense daban por cierta una reunión de delegados de Martín Insaurralde, como Omar Galdurralde, del Instituto de Juegos y Casinos, y Juan Pablo Peredo, del Tribunal de Cuentas bonaerense, con libertarios cómo Ramiro Marra, para aceitar la ayuda económica a la campaña de Milei. Los participantes la desmienten. “Si me reúno con Insaurralde se termina mi carrera política”, contestó Marra a LA NACION.
Otras escenas, en cambio, son irrefutables, como la presentación de Karina Milei, la hermana del diputado, en la fiesta de cumpleaños del sciolista Guillermo Scarcella en Tandil. Scarcella fue denunciado por corrupción durante su paso por Aguas Bonaerenses (ABSA). El fiscal Álvaro Garganta acusó al anfitrión de la mujer que Milei imagina como su eventual primera dama, de presuntas negociaciones incompatibles con la función pública, como también de traficar supuestas influencias en perjuicio de las arcas bonaerenses.
Karina Milei no fue una invitada más del cumpleaños. Ocupó la mesa principal, como corresponde a su investidura. Allí se divirtió con Scarcella, un operador judicial que vio crecer su riqueza en la función pública en forma exponencial. LA NACION reveló que tras ser nombrado por Scioli presidente de ABSA en 2007, los bienes de Scarcella pasaron de $3 millones en 2010 a $83 millones en 2015, un aumento patrimonial del 2300% en sus años como funcionario.
Los datos surgían de un análisis realizado por la Unidad de Información Financiera (UIF), que lo investigó por lavado de dinero. A Scarcella se le atribuye la compra de departamentos en Miami, cuentas bancarias en Estados Unidos y en España y offshores en distintos paraísos fiscales mientras era funcionario. El sciolista argumentaba que eran documentos apócrifos. Pero con sus méritos a la vista, Scioli lo nombró como uno de sus recaudadores de la frustrada campaña presidencial.
En La Libertad Avanza niegan una alianza política. “Un tiempo antes del cumpleaños, Karina se alojó con dos amigas en la posada que tiene Scarcella en Tandil. Alli se conocieron y establecieron un vínculo amistoso, que derivó en la invitación posterior al cumpleaños”, sostienen. En febrero Scioli sorprendió al oficialismo con declaraciones a favor de Javier Milei. “Si las dos principales fuerzas están en un empate y están por fuera los votos de los libertarios, hay que buscar los puntos de encuentro”, le dijo al El Destape. En el peronismo ahora entienden. ¿Para quién recauda ahora Scarcella? Es posible que Karina Milei lo sepa.
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