El periodismo fue la gran estrella de la noche
Fue una noche atípica, en la que el periodismo profesional se plantó e hizo escuchar su voz serena, pero firme.
En medio de la frivolidad habitual de la fiesta mayor de la TV argentina, de la guerra de egos agrandados por los triunfos y heridos por las derrotas, de los vestidos despampanantes y los comentarios ácidos a media voz, el periodismo fue la estrella excluyente.
Pero no lo hizo en son de guerra. No hubo, como en la edición de 1989 -la vez anterior en la que también la ceremonia se hizo en un teatro, entonces en el Broadway-, una cruzada generalizada y compacta de todos los artistas para pedirle al presidente Carlos Menem que no cerrara los canales 13 y 11, ni tampoco se registraron discursos incendiarios, como los que solía pronunciar Luis Clur en los años 90, cuando comandaba Telenoche. Esta vez, no hubo vehemencias.
Los que tomaron la voz cantante -Magdalena Ruiz Guiñazú, Mónica Gutiérrez, Mario Massaccesi y, particularmente, Jorge Lanata- lo hicieron sin beligerancia, hasta se diría que con cierta filosofía y tolerancia, sin apelar a agresiones ni a golpes bajos. Del lado oficialista no hubo réplicas memorables, porque los discursos de los pocos de ese lado que se llevaron una estatuilla fueron esmerilados en muy discutibles ediciones.
Los periodistas críticos que agradecieron en vivo no perdieron las buenas formas, pero tampoco se guardaron nada. De alguna manera podría interpretarse también como otro síntoma de fin de ciclo: ya se han naturalizado tanto los hostigamientos a periodistas y medios en todos estos años que la crispada lucha binaria de los primeros tiempos -K/antiK- empieza a ceder para dar paso a una mirada hasta más amplia y superadora.
Contribuyó, quizá, la forma en que se dio la relación de fuerzas anteanoche.
Cuando se conocieron las nominaciones al Martín Fierro, pareció que los socios de Aptra habían hecho un esfuerzo importante para incluir nombres y programas muy caros al oficialismo.
Sin embargo, a la hora de abrir los sobres, la tendencia cambió y el voto definitivo se volvió más tradicional. Ejemplo: en la terna periodística femenina radial había un buen abanico de posiciones. Lo compartían la híper K Cynthia García y la hipercrítica Magdalena Ruiz Guiñazú, junto a María O'Donnell, de una postura más intermedia. Después de varios años de no ganar, Magdalena volvió a agregar anteanoche una nueva estatuilla a las 13 que ya tiene, después de unos años de quedar de lado.
Jorge Lanata, por su parte, figuraba como candidato en cuatro rubros y no perdió ninguno. Eso le dio mayor temple y espacio para desplegar discursos más relajados, desde el primero en que zumbón agradeció a los principales referentes del gobierno cristinista. Hasta alguien del público se permitió soplarle el nombre de Guillermo Moreno, que había olvidado incluir en su lista.
Lanata ganó, entre otras, la terna más controvertida, la de programa periodístico en TV, donde compitió con Calles salvajes, de América, e, insólitamente, con el panfleto ultraoficialista 6,7,8 (que al ser anunciado fue de lo menos aplaudido de la noche y cuya mera nominación ya era un despropósito).
Lanata habló con la autoridad y la tranquilidad de saber que es la principal estrella de la actual temporada televisiva, indirectamente beneficiado por la gran ausencia de Marcelo Tinelli. Así, el conductor de PPT heredó el esquema de apariciones constantes en los distintos medios del grupo que lo tiene contratado (Clarín) y su réplica en otros sistemas de medios, incluso en los oficialistas, aunque para denostarlo.
"Hace más de 20 años que vengo a los Martín Fierro -dijo el periodista en una de sus asiduas visitas al podio de los triunfadores- y nunca vi tanta división en el público." Llamó de una manera muy elocuente a ese desencuentro: "la grieta", y agregó: "Creo que es lo peor que nos pasa. Y eso va a trascender a los gobiernos. La grieta va a seguir".
Lanata no le hablaba a cualquier auditorio. En la platea del Colón se revolvían incómodos en sus asientos muchos artistas que no sólo hacen actos de fe continuos hacia el kirchnerismo. Hace pocas semanas se sintieron hondamente ofendidos porque el periodista estrella del Grupo Clarín incluyó en su programa un informe sobre los subsidios del Gobierno que recaen especialmente en aquellas figuras que más aplauden en los actos de la Presidenta.
Lanata agregó que "la grieta ha separado amigos, hermanos, parejas, compañeros de laburo", e hizo notar algo que le dolía: "Antes había más gente que yo saludaba acá y ahora no me saludan". Dijo que eso sucede porque el Gobierno ha inculcado que quien está en su contra es un traidor a la patria. "Todos somos la patria -remató-. Ojalá que algún día podamos superar esta grieta porque dos medias Argentinas no suman una Argentina entera."
Pablo Echarri lo miró con mala cara. Su mujer, Nancy Dupláa, al subir a continuación, propuso "cambiar el clima". Mex Urtizberea bostezó a cámara. Su compañera de Graduados Paola Barrientos quiso hacer un chiste y se entendió como que apoyaba a Lanata. Y Mirtha Legrand se quejó de algunos silbidos.
Mónica Gutiérrez advirtió que "los medios de comunicación no escapan a la lógica de una sociedad que está polarizada". Los Martín Fierro parece que tampoco.
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