El pañuelo blanco que se volvió símbolo
Autoconvocadas por el dolor y la falta de respuestas por la desaparición de sus hijos, abrieron un controvertido camino de reclamos
Las Madres de Plaza de Mayo, símbolo y organización de la defensa de los derechos humanos en la Argentina, cumplen hoy veinticinco años.
Durante este cuarto de siglo sus integrantes pasaron de la clandestinidad al reconocimiento, de la represión a los premios internacionales y de la denostación pública a ser recibidas por el papa Juan Pablo II y el premio Nobel Nelson Mandela, entre otras personalidades.
También pasaron de la lucha política a la intransigente intolerancia de algunas de sus componentes, y las desviaciones provocaron una escisión que aún se mantiene.
La primera reunión del grupo había ocurrido en la mañana del viernes 30 de abril de 1977, cuando un puñado de madres se había autoconvocado en la Plaza de Mayo.
Aunque pasaban inadvertidas, las unía el espanto: los hijos de cada una habían sido secuestrados por grupos armados, y sólo la esperanza de volver a verlos las mantenía con fuerzas.
Una de esas mujeres, Azucena Villaflor, había convocado al resto. Se habían conocido en comisarías donde buscaban datos y en iglesias donde pedían apoyo, y tal vez ninguna imaginaba el camino que deberían recorrer.
Desde hacía poco más de un año en la Argentina gobernaba una junta militar que había derrocado al gobierno de Isabel Martínez de Perón, y la palabra "desaparecidos" todavía no figuraba en el diccionario de la vida cotidiana.
Aunque las dos primeras reuniones fueron en viernes, luego las mudaron a los jueves. Ese día de la semana se transformaría, con el correr de los años, en un símbolo tanto como los pañuelos blancos que les iban a cubrir las cabezas.
A los pocos meses de la primera convocatoria, Azucena Villaflor fue secuestrada por un grupo de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y el liderazgo natural de las Madres recayó en Hebe de Bonafini, cuyos dos hijos habían desaparecido en 1976.
El grupo de madres soportó diferentes intentos de infiltración por parte de los grupos de tareas que buscaban información. La penetración en las filas por el teniente Alfredo Astiz, en cumplimiento de órdenes superiores, quedó señalada como uno de los momentos de mayor riesgo y dramatismo.
Las condiciones de represión y casi clandestinidad en que tenían que desenvolverse mantuvieron cohesionado al grupo de las madres durante los años de la dictadura, pero a poco de llegada la democracia comenzaron las discusiones internas.
Bonafini comenzó a ser objetada internamente por su alto grado de confrontación, y la división interna sobrevino a principios de 1986, durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
Un grupo liderado por Nora Cortiñas y María Antokoletz se distanció de la conducción de las Madres, a la que consideraban autoritaria, y finalmente se escindió en una llamada Línea Fundadora. Bonafini, sin embargo, siguió siendo el símbolo viviente de la organización, y su discurso de hierro y sus actitudes intransigentes parecieron transformarse en la identidad política de todo el grupo.
Con el correr de los años, por las circunstancias del país, primero se las aceptó en el exterior.
Recibieron premios de la Unesco y de universidades europeas y fueron recibidas por Juan Pablo II, Felipe González, François Miterrand, Nelson Mandela, Sandro Pertini y Fidel Castro, entre otros.
En la Argentina, el reconocimiento demoró más, pero también llegó: una de las calles de Puerto Madero lleva el nombre de Azucena Villaflor, y el gobierno porteño instauró el 30 de abril como Día del Coraje Civil.
Durante estos veinticinco años las llamaron, al principio, "locas" y, más tarde, "madres coraje"; las abrazaron y las insultaron, las propusieron para el Premio Nobel de la Paz y las llevaron a la cárcel.
Un hecho que despertó malestar en el exterior fueron las declaraciones que Hebe de Bonafini hizo un día después de los atentados cometidos el 11 de septiembre en Nueva York y Washington. La titular de las Madres de Plaza de Mayo dijo: "Me puse contenta de que, alguna vez, la barrera del mundo, esa barrera inmunda, llena de comida, esa barrera de oro, de riquezas, les cayera encima".
La última vez que las reprimieron fue el pasado 19 de diciembre, cuando la Plaza era un infierno y el presidente Fernando de la Rúa se iba del gobierno en caída libre.
Hoy, veinticinco años después de aquella lejana y primera cita frente a la Casa de Gobierno, más curtidas y menos solas que nunca, las Madres de Plaza de Mayo siguen imperturbables en la búsqueda de respuestas por la desaparición de sus hijos.
Acto
- Las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora realizarán hoy, a las 19.30, en la Sala Casacuberta del Teatro General San Martín, un acto para recordar el 25° aniversario de su nacimiento. Participarán, entre otros, los cantantes León Gieco y Teresa Parodi. La entrada es libre y gratuita.
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