El otro desafío de Juntos por el Cambio: aplacar la pelea entre sus figuras de cara a 2023
La principal coalición opositora pone a prueba su proyecto de unidad en plena reconfiguración de liderazgos internos; la esperada victoria electoral potencia la pretensión de volver al poder
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Cuando se conozcan los resultados de las elecciones legislativas, se iniciará una nueva etapa en el proceso de reconstrucción de Juntos por el Cambio. Si la principal coalición opositora logra repetir o ampliar el triunfo de las PASO, podría arrebatarle al kirchnerismo el control de ambas cámaras del Congreso y consolidarse como una alternativa de gobierno para 2023.
Sin un liderazgo claro y con la pugna inconclusa entre los “halcones” y las “palomas” por el futuro perfil del espacio, el escenario poselectoral colocará a las figuras de la fuerza frente al desafío de mantener la expectativa y administrar las tensiones que provocará el inicio de la carrera por la presidencia. “Mañana comienza otra pelea”, admite uno de los armadores opositores.
El “día después” de las legislativas genera una fuerte incertidumbre en la cúpula de JxC. Por un lado, a los jerarcas de Pro, la UCR, la CC y Peronismo Republicano les preocupa la eventual reacción del Gobierno ante un nuevo revés electoral. Les inquieta, sobre todo, el rumbo de la economía o un agravamiento de la crisis cambiaria, y que una convocatoria al diálogo de la Casa Rosada amenace la cohesión de la fuerza, en plena discusión interna por el liderazgo opositor.
En paralelo, los principales referentes del conglomerado opositor activaron negociaciones en la antesala de los comicios de medio término para evitar que se desate una disputa feroz por la sucesión de Alberto Fernández a partir del 15-N.
En particular, trabajaron en la puesta en escena del búnker que se montará en el predio de Costa Salguero para que ninguna de las figuras del espacio intente capitalizar un eventual triunfo con miras a la pelea por la presidencia en 2023. Teniendo en cuenta que será difícil que los gobernadores radicales y varios candidatos en las provincias lleguen a tiempo para subirse al escenario del cuartel opositor en Palermo, convocaron a una reunión de la cúpula de la fuerza para el lunes, con la que pretenden proyectar una imagen de unidad, sin ganadores ni vencidos por el veredicto de las urnas.
Con ese trasfondo, ni Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich o Mauricio Macri ni los radicales Gerardo Morales, Alfredo Cornejo, Martín Lousteau o Facundo Manes planean acelerar un lanzamiento presidencial. Tampoco lo hará Miguel Ángel Pichetto. “La idea es que todos vayamos despacio y no nos tiremos de cabeza al 2023. Falta mucho tiempo”, advierte una de las principales espadas de Pro.
Qué se juega Larreta
Larreta se jugará parte de su capital político con su apuesta por las candidaturas de Diego Santilli en Buenos Aires y de Vidal en la Capital. Autor intelectual de las mudanzas, una jugada que le generó enconos internos, el alcalde enfrentará una prueba de fuego para su liderazgo. Necesita que Santilli contenga los votos que cosechó el radical Manes en las PASO y se imponga en la batalla crucial en Buenos Aires. Además, requiere que Vidal obtenga una victoria holgada en la Capital, sin sufrir una fuga de votos al liberal Javier Milei.
Si su experimento no resulta en las urnas, Macri y Bullrich, quienes cuestionaron su apuesta por el enroque, tendrán un argumento para cuestionar la postulación presidencial de Larreta. Parado sobre las “evidencias” de las encuestas, el alcalde confía en que superará el test como armador sin sobresaltos.
Quienes rodean a Larreta repiten que el jefe porteño volverá a calzarse el traje de gestor y que no acelerará los tiempos de su plan presidencial. Consciente de que cualquier paso en falso podría perjudicar sus chances de llegar a la Casa Rosada, toma distancia del llamado al diálogo del Gobierno y avisa que cualquier negociación deberá canalizarse por el Congreso.
Pero Larreta no es el único que tiene aspiraciones. Macri sigue agazapado. Si bien se sintió reivindicado por el tsunami de votos opositores en las PASO y percibe que recuperó parte de la centralidad en JxC, los escuderos del expresidente anticipan que continuará a partir del 15-N en la misma senda: se pondrá por encima de la pujas internas por el liderazgo y priorizará la unidad de la coalición. “Nuestro rival es el kirchnerismo”, dicen cerca suyo. Este domingo por la noche, aventuran sus laderos, no hablará desde el escenario del búnker opositor.
Decidida a pelear por la Casa Rosada en 2023, Bullrich se dedicó a fortalecer su perfil presidencial durante la campaña. Al igual que Macri, la titular de Pro se siente reivindicada, no solo por el endurecimiento del discurso de Larreta y Vidal, sino también porque el alcalde salió a recorrer el interior del país tras el triunfo de las PASO. Bullrich considera que impuso su estrategia de nacionalizar la elección y que podrá capitalizar la cruzada por quitarle el quórum a Cristina Kirchner en el Senado.
Con la UCR fortalecida, el gobernador jujeño Gerardo Morales o el neurocientífico Facundo Manes también sueñan con pelear por la presidencia en 2023. El radicalismo anticipa que asumirá otro rol interno de cara a la discusión de las candidaturas de JxC y también en la conducción del espacio opositor en el Congreso.
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