El oficialismo pierde apoyo a nivel nacional y saca una diferencia exigua en la Provincia
Las encuestas proyectan una paridad entre las coaliciones de gobierno y oposición; hay descontento social con la política; crecerían el “voto bronca” y el ausentismo; la opinión de los especialistas
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Si fuera un partido de fútbol, el resultado sería un 0 a 0 clavado. Un equipo perdió la magia inicial y no está jugando bien; al otro le cuesta remontar la decepción de una derrota dolorosa. Para colmo, se vuelven a enfrentar mientras cae una lluvia torrencial. Solo los hinchas más fanáticos se enfervorizan, pero la mayoría demuestra su enojo con el pobre espectáculo. Promedia el primer tiempo y nadie parece realmente conforme con lo que está sucediendo.
La metáfora futbolera grafica lo que encuestadores y analistas políticos prenuncian como el escenario más probable de cara a las PASO del próximo domingo en el centro neurálgico del país: una diferencia exigua para el Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, que sin embargo no le garantizaría una victoria en las elecciones de noviembre; y una ratificación de Juntos por el Cambio en la ciudad, aunque sin alcanzar la performance arrolladora de los últimos años.
A nivel nacional, los especialistas consultados por LA NACION coincidieron en señalar que el oficialismo perderá votos respecto de la elección de 2019 –algunos se animaron a pronosticar una merma de hasta 15 puntos–, lo que complicará el objetivo del FDT de alcanzar al menos el 40% de los sufragios, que de proyectarse hacia las elecciones legislativas pondría en duda su capacidad de conservar el quorum propio en el Senado y, menos aún, de conseguirlo en Diputados.
Faltando solo una semana para las PASO, las encuestas señalan que el 30% de los consultados sigue indeciso. En la provincia, 7 de cada 10 fueron votantes de Alberto Fernández en 2019. Eso lleva a la mesa chica de la Casa Rosada a pronosticar que ganarán en territorio bonaerense por “entre 5 y 7 puntos”.
Pero más allá de los guarismos probabilísticos, en tela de juicio tras la pifiada masiva de los sondeos en 2019, lo que es realmente una certeza es que la mayoría de los electores están molestos con el Gobierno y con la dirigencia política en general; que la campaña electoral transcurre por temas ajenos a la realidad social, y que podrían registrarse niveles de ausentismo y voto en blanco que duplicarían los de las elecciones pasadas. El dolor que provocó la pandemia cataliza ese sentimiento colectivo.
“Será una elección anormal, con un alto nivel de apatía”, avisó Juan Germano, de la consultora Isonomía. “El clima anímico es desastroso y hay imposibilidad de generar expectativas”, sumó Shila Vilker, de Trespuntozero. Mientras que Juan Mayol, de Opinaia, precisó que “la insatisfacción con la política llega al 30% de los consultados, sobre todo en la provincia de Buenos Aires”. Y agregó: “Se nota entre los menores de 25 años y los niveles sociales bajos”.
El hecho de que el malestar se perciba especialmente en territorio bonaerense, donde el Frente de Todos consolidó su victoria para que el peronismo regresara al poder en 2019, no presagia una buena elección para el oficialismo. “¿Quién tiene más tendencia a ir a votar? ¿El que está a favor o el que está en contra?”, se preguntó el analista Raúl Timerman, y ensayó una respuesta: “Creo que se va a ver beneficiada la oposición, porque el enojo es movilizador”.
Lucas Romero, de la consultora Synopsis, le puso números a esa explicación: “Es una elección absolutamente abierta, con una diferencia en el margen de error”, afirmó en consonancia con otros especialistas que, por lo bajo, deslizaron que el resultado estará en el rango de “más tres, menos tres”.
La reticencia de los encuestadores a dar cifras radica en el fastidio de los electores, que no responden a las consultas. También les cuesta llegar a sectores populares.
No obstante, todos afirmaron que Victoria Tolosa Paz –la primera de la lista del FDT en la provincia– “mide por debajo de la marca” de la coalición oficialista y apuntaron que Diego Santilli (Pro) “ganará la interna” de Juntos sobre Facundo Manes (UCR), aunque los votos sumados del exvicejefe de gobierno porteño y el neurocientífico emparejarán los guarismos y provocarán un efecto de “elección abierta” de cara a los comicios definitivos.
“Ahora hay un escenario de mucha paridad, más parecido al de 2017 que al de 2019”, sostuvo Vilker, cuya consultora hace un monitoreo diario desde el 24 de julio. Para refrescar la memoria: hace cuatro años, Cristina Kirchner se postuló para senadora en la provincia y cayó derrotada por escaso margen ante Esteban Bullrich, el entonces candidato del gobierno de Mauricio Macri. Dos años después, el peronismo aplastó a JxC en territorio bonaerense.
Tal vez esa experiencia reciente llevó a Raúl Aragón a afirmar algo que, a primera vista, parece contradictorio: “Si el Frente de Todos gana por tres o cuatro puntos, la primera consecuencia será el fortalecimiento de la candidatura presidencial de (Horacio) Rodríguez Larreta”, aseguró. El razonamiento del consultor se basa en que, con esos números, no cambiará sustancialmente la composición del Congreso nacional y se fijaría un punto de largada parejo hacia el recambio presidencial de 2023.
La presencia activa en la campaña del alcalde capitalino no solo se observa en su apuesta por Santilli en la provincia, sino también por su apoyo a la exgobernadora María Eugenia Vidal en su regreso a la ciudad de Buenos Aires. En el distrito que es una vidriera para la política nacional, los analistas coincidieron en que Vidal ganará las PASO de Juntos sobre Ricardo López Murphy y Adolfo Rubinstein, aunque no obtendrá los números de sus tiempos de estrellato.
La analista Mariel Fornoni, de Management & Fit, dijo que el próximo domingo “López Murphy puede llegar a tener un voto estratégico para asegurar que entre en la lista” de Juntos, mientras que el corrimiento de Pro hacia el centro del arco político –con el liderazgo de Larreta– podría abrir espacio para terceras fuerzas de centroderecha. En la ciudad, el caso más comentado es el de Javier Milei (Libertad Avanza).
“Milei logra captar el enojo de una parte de la sociedad. Tiene un 14% de intención de voto proyectado y su candidatura penetra entre jóvenes y niveles bajos. Más que un voto liberal, es un voto antisistema, que acompaña con un tono de campaña agresivo hacia el sistema político”, describió Mayol. El analista Sergio Berensztein minimizó el fenómeno: “Milei no crece más del 10%, lo que es convergente con el voto histórico de la centroderecha”.
Según proyectaron los encuestadores, en la ciudad de Buenos Aires el segundo espacio más votado será el Frente de Todos, con Leandro Santoro a la cabeza de la lista de diputados nacionales, aunque la fuerza tiene inconvenientes para conectar con las mayorías electorales y utiliza un mensaje acotado a un segmento progresista.
Todas las encuestas miden el piso y el techo de las fuerzas políticas y de sus candidatos. En territorio bonaerense, el oficialismo había puesto en marcha la maquinaria electoral para acumular intención de voto, a la usanza clásica del PJ, hasta que el presidente Alberto Fernández tropezó con el Olivosgate.
“La foto lo complicó y le trajo problemas específicos al Presidente, pero no al espacio”, delimitó Germano, aunque el escándalo también impactó en la campaña del Frente de Todos, que resultó descoordinada entre Fernández y otras figuras del espacio, como Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof. Sin embargo, ahora volvieron a direccionar los cañones al unísono contra Mauricio Macri, a quien eligieron como el “adversario deseado”.
Rosendo Fraga, el director del centro de estudios Nueva Mayoría, descartó que en este escenario de bipolaridad electoral se configure un “triunfo contundente, ya sea del oficialismo o de la oposición”, con lo cual –aventuró– tendrá lugar “una victoria ajustada de alguno de los dos o la manifestación del voto bronca, como en 2001”. En este último caso, dijo que la dirigencia “se uniría para preservarse, como hicieron (Eduardo) Duhalde y (Raúl) Alfonsín hace dos décadas”.
Dos escenarios sistémicos
Los especialistas que hacen análisis sistémicos catalogan el primer escenario como de “orden”, donde las dos grandes coaliciones dominarán la escena, como hasta ahora, y no cambia radicalmente la composición del Congreso; y el segundo, como de “desorden”: aumentan el voto en blanco y el ausentismo, y las fuerzas de los extremos “sacan entre 8 y 12 puntos”.
En ese marco “la coalición que gana no obtiene más de entre el 32 y el 35% de los votos”, advirtió un consultor ligado al oficialismo, mientras que Berensztein arriesgó que “pueden pasar las dos cosas, que las dos grandes coaliciones salgan relativamente parejas, con un margen acotado, pero que de todos modos haya un aumento del voto en blanco, una baja participación, y se note un crecimiento de los partidos antisistema, como los libertarios”.
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