El nacimiento de Francisco abrió una frágil tregua, a la espera del dato de la inflación y la presentación de Cristina Kirchner

Una tensa calma se vive por estas horas en la cúpula del Gobierno. El nacimiento de Francisco, el hijo del presidente Alberto Fernández y Fabiola Yañez, puso en espera la crisis interna. Pero la frágil tregua tiene fecha de vencimiento: el miércoles. Es que pasado mañana se conocerá el dato de la inflación de marzo, que estará por encima del 6 por ciento, y la vicepresidenta Cristina Kirchner hablará públicamente.

En la Casa Rosada se preparan para el impacto. Los aumentos del último mes, especialmente en alimentos, actuarán con la fuerza de un golpe implacable que impactará en los cimientos de una estructura ya debilitada. La pregunta, aún sin respuesta, es si la expresidenta aprovechará el momento para hacer pública su principal exigencia: la renuncia del equipo económico Fernández.

En medio de un clima de tensión permanente, Fernández esquivó dar detalles sobre eventuales cambios. “Yo ahora lo que tengo que pensar es en los cambios de pañales”, fue la respuesta que brindó el mandatario. Y ratificó su voluntad para sostener la unidad del Frente de Todos: “Estoy seguro de que vamos a estar todos unidos”.

Por las dudas, antes de que la expresidenta encabece la apertura de una nueva sesión de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Eurolat), bajo el lema “Una recuperación económica justa, inclusiva y en paz”, el jefe del Estado le hizo un guiño. “En algún momento vamos a hablar”, aseguró, tras agradecer las flores y el mensaje que la vicepresidenta le mandó tras el nacimiento de Francisco.

Y agregó: “En lo único que voy a trabajar es en la unidad porque todos nosotros somos prescindentes, lo que no es prescindente es que por nosotros esto se rompa y le demos paso a la derecha. Yo trabajo incansablemente como Presidente y no paro de asombrarme con la cantidad de cosas que se han hecho, seguro que vamos a estar unidos todos”.

Cristina Kirchner, crítica de la gestión de Fernández, hablará pasado mañana, desde las 12 en el auditorio “La Ballena Azul”, del Centro Cultural Kirchner. Su palabra genera expectativa y ansiedad en la Casa Rosada. Nadie se anima a anticipar el tono. La última vez que habló la vicepresidenta, cuestionó elípticamente al Presidente. Lo hizo al contar que le había regalado para su cumpleaños el libro de Juan Carlos Torre, Diario de una temporada en el quinto piso, que narra el derrotero del equipo económico de Raúl Alfonsín. Desde entonces solo hubo silencio.

Decidido a transformarse en una de las espadas mediáticas del Presidente, el santafesino Agustín Rossi, que el último sábado organizó un acto para respaldar al mandatario, reafirmó su liderazgo y descartó que la tensión genere un clima desestabilizador. “Somos peronistas nosotros, ningún gobierno peronista se va antes que termine su gestión. La unidad no resuelve todo, pero sin la unidad no se puede”, sostuvo el exministro de Defensa.

El exdiputado, que se mueve como un ministro sin cartera, incluso respaldó al titular del Palacio de Hacienda, principal apuntado por Cristina Kirchner y La Cámpora.

“Tiene que seguir siendo nuestro ministro de Economía, es un activo que tiene el Gobierno. No sé si existe otro economista que hubiese podido llevar adelante la negociación con el FMI como Martín”, lo elogió Rossi, uno de los dirigentes que rodea al Presidente y que reclama la construcción de un relato propio. Pese a la guerra declarada, el exdiputado buscó minimizar sus efectos: “Si llegamos a 2023 con diferencias iremos todos a unas PASO”.

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