El Movimiento Evita, otro polo de poder en el kirchnerismo
Comandado por Emilio Pérsico, disputa espacios con La Cámpora
La bandera azul con letras blancas estuvo apostada en la puerta del Hospital Austral dos días antes de que operaran allí a la presidenta Cristina Kirchner y con varias horas de antelación a que el lugar comenzara a poblarse de otros militantes kirchneristas.
El papel estelar que interpretó el Movimiento Evita en esas horas de vigilia callejera, que las imágenes de TV se encargaron de llevar a cada rincón del país, es un símbolo del creciente protagonismo que ganó esta organización en el universo kirchnerista desde su lanzamiento, en mayo de 2006. Aunque sin la relación privilegiada con Cristina Kirchner y los altos cargos en el Estado que tiene La Cámpora (la agrupación juvenil que responde a Máximo Kirchner), el Movimiento Evita es hoy una de las mayores estructuras de militancia del oficialismo.
Sin descuidar el trabajo territorial y la movilización callejera, principales armas de la organización que conduce Emilio Pérsico, el Evita consolidó un perfil más político y dejó atrás el trabajo meramente social. En pocos años sus dirigentes pasaron de encabezar piquetes de desempleados a ocupar puestos en los gobiernos de Cristina Kirchner y de Daniel Scioli, además de tener presencia en el Congreso y en varias legislaturas y concejos deliberantes.
El movimiento, con capacidad para movilizar unas 70.000 personas en todo el país, según calculan sus dirigentes, también cumple un papel clave en el programa Argentina Trabaja -en el que dirige buena parte de las cooperativas donde cada empleado cobra 1200 pesos por mes-, se desplegó en universidades y colegios secundarios, y sumó a sus filas a kirchneristas con historia en el peronismo, como el ex canciller Jorge Taiana.
"Vamos a seguir en la calle porque a un gobierno popular se lo defiende en la calle, pero ésta es una etapa de cualificación del Evita", cuenta a LA NACION Pérsico, que define a su organización como "totalmente leal" a la Presidenta, aunque "no obsecuente", aclara. Destaca entusiasmado que, según una encuesta reciente, el movimiento que conduce logró ser percibido mayoritariamente como "una agrupación política con un fuerte compromiso por los humildes y los trabajadores", y no ya como un movimiento piquetero, según el sondeo.
"Ahora disputamos listas y candidaturas, y tenemos una estrategia y una posición en cada distrito", explica Fernando "Chino" Navarro, diputado bonaerense y miembro de la conducción nacional del Evita.
Cambios
El giro comenzó a gestarse después de la asunción de Néstor Kirchner, en mayo de 2003. Fue él quien le dijo a Pérsico, entonces líder del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) Evita, que debían dar el salto a la política.
El pedido terminó de cumplirse en el verano de 2006, cuando el MTD Evita se fundió con otras organizaciones sociales nacidas en la crisis de 2001 (MTD Resistir y Vencer, Movimiento Peronista Auténtico, Corriente Peronista Nuevo Espacio y otros) para crear el Movimiento Evita. También por sugerencia de Kirchner se sumaron dirigentes nacionales para fortalecer la agrupación.
"La idea era reunir sectores que estaban dispersos. A mí me resultó tentador porque el Movimiento Evita es una de las cosas nuevas que se generaron desde 2003, es un esfuerzo de organización de los sectores populares, con una cierta extensión nacional", explica a LA NACION Jorge Taiana, ex canciller y uno de los 10 miembros de la mesa nacional de la agrupación.
En el acto de lanzamiento, en mayo de ese año, habló el funcionario que sigue teniendo el diálogo más fluido con la organización: el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. También son muy cercanos el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, "dos kirchneristas puros", como los definen en el Movimiento Evita.
En el momento del lanzamiento, Pérsico era vicejefe de gabinete del entonces gobernador bonaerense y hoy diputado Felipe Solá. Después fue subsecretario de Comercialización de la Economía Social, en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, cargo que hoy ocupa Ernesto Paillalef, otro de los integrantes de la conducción nacional del movimiento.
Desde esa dependencia, que se encarga también de darles apoyo a empresas recuperadas y fomentar las actividades de todo tipo de cooperativas, se instrumentó el programa Argentina Trabaja, que hoy cuenta con más de 150.000 beneficiarios, en su mayoría centrados en la provincia de Buenos Aires. Con unos 14.000 cupos de ese plan a cargo, el Movimiento Evita es la agrupación que más cooperativas dirige, lo que le sirve para apuntalar su trabajo en el territorio. La coordinación de la etapa bonaerense del plan está a cargo de Consejo de Participación Ciudadana, un órgano multisectorial que conduce Navarro.
La Secretaría de Participación Ciudadana, ocupada por el dirigente "evitista" Javier Ruiz y dedicada también al apoyo de cooperativas y de microemprendimientos productivos que en algunos casos se transforman en proveedores de la provincia, es el cargo más alto que tiene el movimiento en el gobierno de Daniel Scioli, un gobernador con el que el Movimiento Evita tiene "coincidencias generales con matices y diferencias", según Navarro. Una de las diferencias es la política de seguridad que aplica el ministro Ricardo Casal.
"Nos interesa ir al Estado para impulsar acciones, pero no para ocupar cargos porque sí", dice Pérsico, y detalla que el próximo objetivo del movimiento es "armar una central de trabajadores de la economía popular", a partir del agrupamiento de los empleados de las cooperativas.
En la Legislatura bonaerense, además de Navarro, el movimiento tiene una diputada, Patricia Cubría, y un senador, Eduardo Ancona. También cuenta con representantes en legislaturas de cinco provincias: Santa Fe (dos referentes), Entre Ríos, Santiago del Estero, Río Negro y La Rioja. En Valle Viejo, Catamarca, asumió en diciembre Natalia Soria, la primera intendenta del movimiento.
Cuatro diputados nacionales también integran la conducción de la agrupación kirchnerista: la ex candidata a gobernadora tucumana Stella Maris Córdoba, Gloria Bidegain, Adela Segarra y Leonardo Grosso. Este último es, desde hace tres años, el presidente de la JP Evita, la rama juvenil del movimiento. "Somos una organización preexistente al kirchnerismo, pero hoy queremos construir una estructura que ayude a la Presidenta a transformar la Argentina", dice.
Competencias con La Cámpora
A pesar de que le disputa espacios, el Movimiento Evita desterró las rencillas que tuvo con La Cámpora e incrementó el trabajo en conjunto con la organización que responde a Máximo Kirchner. Emilio Pérsico admite que buscan más coordinación. "Cuesta porque hay competencia entre los compañeros", explica. Leonardo Grosso, líder de la JP Evita, destaca la militancia del secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, y cree que, aunque desempeñan distintos roles, -"Ellos tienen mayor responsabilidad porque están ligados directamente a Cristina Kirchner", dice- no conforman una misma organización sólo por una cuestión de tiempos.
Pocos cargos, mucha gente
- Cambio de rumbo. En los últimos años, el Movimiento Evita, liderado por Emilio Pérsico, dejó atrás el trabajo meramente social y acentuó un perfil más político.
- Movilización sin cargos. A diferencia de La Cámpora, la JP Evita no tiene tantos cargos rentados. Pero es capaz de movilizar a unas 70.000 personas.
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