El método de liderazgo de Alberto Fernández despertó malestar entre sus colaboradores
El estilo de conducción que impone Alberto Fernández comenzó a generar malestar dentro de su gabinete. A punto de cumplir el primer año de gestión, por primera vez se escuchan quejas internas por el sistema radial, desordenado –por momentos anárquico–, que aplica el Presidente.
El último incidente con el canciller Felipe Solá, a quien expuso públicamente como un mentiroso, provocó un pequeño terremoto dentro de la Casa Rosada. "Se equivocó Alberto. Quiso mandar un mensaje para adentro, pero se pegó un tiro en el pie", reflexionó un integrante de su equipo.
El encargado de tomar la temperatura de los ministros es el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quien se reúne con cada uno una vez por semana, a más tardar 10 días. En esos encuentros, según confió un hombre con acceso diario al despacho presidencial, ninguno le manifestó conflictos con la manera en que dirige a su equipo Fernández.
Pero las quejas, que antes no existían, asomaron en los últimos días en algunos despachos oficiales después de dos semanas con conflictos internos con el gaffe de Felipe Solá y el descontrol en el velorio de Diego Maradona, que también le valió un retó a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic.
El modo que eligió para ejercer el gobierno, radial y autosuficiente, que copió del expresidente Néstor Kirchner, pone al Presidente en el centro de la escena con un control absoluto de las relaciones y las decisiones. Lo mismo ocurre con la comunicación del Gobierno, que monopoliza sin red ni contención.
Ese modelo de liderazgo hace, por ejemplo, que gran parte de su equipo se entere muchas veces de las resoluciones una vez que ya están en marcha lo que no les permite cambiar o corregir.
Siempre amable en el trato, el jefe del Estado se vale de gestos para expresar enojos. Lo que se observó con total claridad con el traspié del Ministro de Relaciones Exteriores. Es que Fernández en lugar de retarlo en privado, decidió desautorizarlo a través de los medios de comunicación.
¿Por qué no lo echó pese al conflicto internacional que generó con la principal potencia del mundo y con el Fondo Monetario Internacional (FMI)? En esto el Presidente también tiene un sistema que se ve cada día con más claridad: nunca ejecuta a un colaborador cuando está herido. Los ejemplos son Eduardo Vanoli (Anses) –abrió los bancos para los jubilados en los primeros meses de la cuarentena–, María Eugenia Bielsa (Hábitat y Desarrollo Territorial), que nunca logró poner en marcha su área, y Sergio Lanziani (Energía).
"Primero espera que la herida cicatrice y después te corre", graficó un hombre de su círculo de confianza. Si cumple con su sistema, significaría la salida de Solá del gabinete nacional.
Un gabinete desgastado. El Presidente suele defender a su gabinete en declaraciones públicas, pero lo cierto es que son varios los colaboradores que reciben críticas dentro y fuera del Frente de Todos.
"Tengo un gabinete que me interpreta generalmente", dijo Fernández en el acto que encabezó con los gobernadores anteayer en el Museo del Bicentenario donde se firmó el Consenso Fiscal 2020.
Ahí, el jefe del Estado también dejó en claro quiénes son hoy dos de sus principales espadas en el gabinete: Cafiero y el ministro del Interior, Eduardo "Wado" De Pedro, hombre de La Cámpora, cercano a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
El álbum de cuestionados, en cambio, sigue acumulando piezas: Nicolás Trotta (Educación), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Claudio Moroni (Trabajo) y Mercedes Marcó del Pont (AFIP), son algunos de los apuntados.
Pero, al menos por ahora, no habrá cambios en el staff de ministros. Así lo aseguraron en declaraciones públicas en las últimas semanas el Presidente y el ministro coordinador. Las modificaciones, en todo caso, llegarán cuando comience la campaña de vacunación –proyectada para enero y febrero– o con el cierre de las listas de candidatos para las elecciones del año que viene. Será para los que les toque, una "salida elegante".
Hasta ahora Alberto Fernández no hizo reuniones de gabinete. Cada ministro sabe lo que tiene que cumplir, de la que los demás muchas veces no están enterados. Eso coloca al Presidente en el centro de la escena; el único que realiza un ejercicio similar es Cafiero, el ministro coordinador. Pero eso cambiará a partir de la próxima semana cuando se ponga en marcha el programa de capitales alternas, que tiene por objetivo realizar reuniones de trabajo en 24 ciudades con funcionarios nacionales y provinciales. El primer destino podría ser Córdoba, aunque aún está en análisis.
El círculo de confianza del Presidente se mantiene inexpugnable pese a las constantes críticas que emanan desde el Instituto Patria, usina de pensamiento que creó la vicepresidenta Cristina Kirchner tiempo después de dejar el poder en 2016 y que hoy actúa como una especia de controller de gestión. Es en este grupo donde orbitan los amigos del Presidente, su grupo reducido que siempre lo acompaña, entre los que están, por ejemplo, el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi.
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