El Mercosur sigue dividido y se dificulta el acuerdo comercial con la Unión Europea

Las viejas diferencias, de forma y de fondo, entre los presidentes del Mercosur quedaron en evidencia nuevamente en la cumbre de Puerto Iguazú, con la inhabilitación a la opositora al chavismo Corina Machado y la flexibilización o no de los vínculos económicos extra-zona como ejes centrales del disenso.

Con la reunión entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE) en Bruselas más que cercana en el horizonte-será en 12 días-, los socios regionales intentan llevar a esa cita una posición común sobre el acuerdo con el gigante europeo, aunque los diferentes enfoques sobre el pre-acuerdo firmado en 2019 durante los meses finales del gobierno de Cambiemos complican los avances en la búsqueda de ese consenso.

En principio, la Argentina y Brasil se oponen a firmar sin chistar el pre-acuerdo, al que en febrero pasado (luego de tres años con pocos avances) se le sumaron nuevas condiciones desde la UE. El denominado Pacto Verde, una serie de requisitos y reglamentaciones ambientales para los productos que provengan desde fuera de Europa y que se aplica también dentro de las fronteras del mercado común, es rechazado tanto por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva como por Alberto Fernández. Y así lo dejaron en claro en sus discursos de ayer en Puerto Iguazú.

“La presentación de nuevas demandas en materia ambiental por parte de la Unión Europea, luego de prácticamente cuatro años durante los cuales el proceso negociador estuvo virtualmente detenido por diferencias políticas internas en Europa, nos presenta una visión parcial del desarrollo sostenible. Una visión excesivamente centrada en lo ambiental, con nulo registro de las tres dimensiones de la sostenibilidad (ambiental, económica y social) y de la interacción de ellas entre sí”, dijo el Presidente. Y atribuyó la falta de acuerdo a “actitudes proteccionistas” de países europeos. Fernández también aclaró que se oponía a otra cláusula del acuerdo que ponía en posición de igualdad a las empresas extranjeras y nacionales en las compras del Estado. “Privilegiamos el compre nacional”, dijo el Presidente.

Por lo bajo, desde la Cancillería agregan que países como Francia, Polonia y Hungría son reticentes, o directamente no quieren, el acuerdo con el Mercosur, más allá de la buena voluntad de la España de Pedro Sánchez-hoy en la presidencia de la UE-por arribar a algún tipo de acuerdo y dar “impulso político” a la confluencia en el marco del encuentro de presidentes en Bélgica.

Desde el Palacio San Martín agregan que, en pos de arribar a un acuerdo, la Argentina aguarda la postura oficial y por escrito de Brasil, demorada por el cambio de gobierno de ese país en enero y el necesario período de estudio del plan de la nueva administración de Lula da Silva. “Brasil va a responder sobre la cuestión ambiental, allí veremos que proponen e intentaremos ponernos de acuerdo”, afirman desde la Cancillería, cuya principal negociadora del proyecto común es la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco. “Ellos nos mandaron una carta imponiendo algunas condiciones. Nosotros no aceptamos la carta”, dijo Lula antes del encuentro de presidentes. “Es inaceptable”, agregó el presidente de Brasil, cuya presencia en Bruselas está por en duda.

Con una postura muy diferente, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, se muestra partidario a aprobar el acuerdo “tal como está”, según coinciden dos fuentes de la diplomacia uruguaya. Pero en Montevideo no hay siquiera esperanzas en encontrar una salida rápida. “Respecto a la Unión Europea, al terminar esta Presidencia, constatamos que no hemos tenido ningún avance en la negociación”, dijo el canciller de Uruguay, Francisco Bustillo, en la reunión de cancilleres encabezada por su par argentino Santiago Cafiero, el lunes. Lacalle Pou, en tanto, le pidió a Lula da Silva que “sea optimista en relación al acuerdo”, una manera de pedirle que trabaje para cerrarlo lo más pronto posible. Paraguay, con el actual presidente Mario Abdo Benítez, se ha mantenido en sintonía con las posiciones de Lacalle Pou, y su sucesor Santiago Peña ya ha expresado coincidencias con el modelo de “desarrollo” regional que propone Uruguay.

Desde el Gobierno reconocen las diferencias de criterio. Las adjudican a que Uruguay y Paraguay tienen un menor desarrollo industrial y exportador, con lo cual “tienen mucho menos que perder” que la Argentina y Brasil en un eventual acuerdo. Y agregan que la propuesta argentina para discutir con sus socios incluye como novedad el pedido de fondos a la UE para ser derivados a las pymes y su necesidad de adaptación a los cambios tecnológicos para estar a la altura de sus pares europeas.

Más allá de las dificultades, desde el Gobierno confían en avanzar en el acuerdo, más allá de los plazos que impone la reunión en Bruselas, una convocatoria en principio más abarcativa, ya que la Celac está compuesta por 32 países, incluidos los que componen el Mercosur.

Sostienen fuentes oficiales que la UE está “más que interesada” en un acuerdo, centrada en el acceso a las materias primas, abundantes en los países del Mercosur. Y dan como ejemplo el paper que Josep Borrell, alto representante de la UE para las relaciones exteriores, en el que se afirma que Europa y América latina son “socios naturales” y afirma que “en un contexto global que cambia rápidamente, la relación merece una renovación (…) los cambios tecnológicos y el aumento de las desigualdades subrayan la necesidad de intensificar el diálogo y mejorar la cooperación entre socios cercanos y confiables”.

“Tenemos vocación por alcanzar el acuerdo, pero necesitamos que la UE se flexibilice”, dijo Fernández en Puerto Iguazú, donde también criticó a países de Europa que privilegian los “subsidios a productores agrícolas” a un eventual acuerdo con el Mercosur.

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