El mensaje de Javier Milei: el liberalismo como una profesión de fé
Un nuevo ciclo presidencial acaba de inaugurarse, tan peculiar como lo es el Presidente Javier Milei, cuyas excentricidades fatigan las redes sociales y su ascenso a velocidad meteórica ha desafiado toda predicción. Con un discurso también singular, tanto por el escenario elegido para pronunciarlo, como por el contenido de sus dichos. El Presidente Milei, le habló a una multitud envuelta en banderas y se presentó como el líder de la reconstrucción de este país en ruinas y el iniciador de una nueva era: la era del fin de de una larga historia de decadencia.
Fue una ceremonia ajena la tradición de la democracia inaugurada en 1983.Acaso esta novedad responde a una intención de democracia directa, a golpes de opinión, que desconoce al Congreso de los representantes del pueblo para crear un pueblo propio contra una casta alojada en el Poder Legislativo. No lo sabemos. El Presidente saludó en primer lugar a los miembros de la Corte Suprema, responsables del control de constitucionalidad de sus actos que sabemos maltratados por el gobierno saliente. Este no es un gesto de quien aspira a una democracia plebiscitada.Invitados especiales como el primer Ministro de Hungría ,Víctor Orbán, un autócrata, el ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro o Santiago Abascal, el líder de Vox, no sólo confirman el impacto internacional de esta transmisión de mando coronada con la venida de Volodin Zelenzki, sino que inquietan sobre la orientación de su gobierno, tanto doméstica como internacional. Y sin embargo, la solemnidad del contexto en el que el Presidente leyó su discurso nos habla de cambios que podrían inaugurar una nueva era. Todo el acto se desenvolvió en un clima singular de orden y autoridad manifiesta, sin estridencias. Una era de paz y progreso, de libertad y prosperidad nos dice, Javier Milei, evocando al lema de paz y administración de Julio Argentino Roca. El Presidente no duda en comparar el cuadro de situación que le toca enfrentar con la caída del muro de Berlín. Un punto de quiebre nos dice, mientras la multitud corea “Javier querido, el pueblo está contigo”; tal vez ajena a lo que significa el desafío enunciado y sin comprender la larga cita final de su mentor Benegas Lynch, hijo .
Una descripción descarnada del terrible legado en la economía, la educación, la salud, la infraestructura y la seguridad, es el punto de partida para afirmar la voluntad de cambio que le confirieron los votantes; un cambio que será doloroso, pero que es inevitable, nos dice. No hay alternativa a la política de ajuste del gasto público ni a una política de shock a las puertas de la hiperinflación que nos ha dejado un gobierno irresponsable. Se trata, dijo, de un modelo nuevo en el que los ciudadanos no sirvan a la política y la política, en cambio, sirva a los ciudadanos, Un modelo en el que el Estado no sea el botín de guerra a repartir entre amigos. Dentro de la ley, todo, fuera de la ley, nada, afirma. Tendrán contención los que lo necesitan, pero sin mediadores que profiten de esa desgracia. Advierte Milei que cien años no se deshacen en un día pero, dice, ese día empieza hoy y remata su mensaje con la esperanza sobre el futuro que viene en un país que nos recuerda, tiene recursos naturales, creatividad y sobre todo, resiliencia para salir adelante. Es un día inaugural: comienza un nuevo rumbo.
No obstante, el mensaje advierte sobre los tiempos dolorosos que se avecinan ante una situación que habrá de empeorar, pero que sentará las bases sólidas del crecimiento. y pide ese esfuerzo en pos de un futuro. No habrá de perseguir a nadie afirma y confía en que se sumen a su proyecto todos loe que quieran compartir sus objetivos. La coincidencia de su asunción con la fiesta del Hanukak, que significa el triunfo de la luz sobre la oscuridad, de la verdad sobre la mentira, Milei entiende que es el augurio de las fuerzas del cielo para asegurar la victoria ante este desafío Su liberalismo es una profesión de fe. Milei es un reformador social imbuido de una misión sacra. A la vez que proyecta el camino racional necesario para salir del pantano en el que estamos sumergidos, nos introduce en el extraño mundo de los profetas elegidos para misiones celestiales. Si la victoria en su cometido depende de las fuerza celestes, yo diría como mi abuela: Dios nos encuentre confesados... pero si depende de nuestro esfuerzo, confiemos en la voluntad de terminar con el péndulo de la ilusión al desencanto porque esta vez sabemos que no hay plata y que así no va más.
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